Por Daniel Lagares
Desde París
"Yo no vi nunca una cosa igual desde los tiempos de la Liberación", dice
Jacques, el proveedor habitual de diarios del hotel Etoile Saint Honoré. En todos estos
días de Mundial, el anciano ya era uno más del grupo de periodistas sudamericanos del
albergue en los que se destacó como un magnífico narrador, pero poco confiable. Algunas
de sus historias sonaban fantásticas y otras fantasiosas. Sin embargo, el viejo Jacques
no mentía. Francia entera todavía está en las calles y a la hora en que estas líneas
lleguen a las manos de los lectores el punto más alto de la fiesta aún no habrá
llegado.
El gol de Emanuel Petit en el minuto 90 fue el punto de partida, como
el chupinazo de los pamploneses cuando el 7 de julio largan los toros a las calles. Las
fotos aéreas de la avenida Elysées presentaban el mismo cuerpo cerrado de gente que
registraron los fotógrafos el día de la Liberación y los cronistas de hace 30 años que
cubrieron la marcha del Mayo Francés. No eran De Gaulle ni los estudiantes quienes
generaban semejante escándalo. Era Zinedine Zidane y sus compañeros.
Gendarmería dijo que un millón y medio de personas se había reunido
hasta el amanecer para celebrar la victoria y que un total de diez millones había salido
a las calles de las principales ciudades del país. Los que estuvieron en la joda francesa
no lo olvidarán. Sin llegar a ser una Sodoma de siglo XXI, cualquiera besaba a cualquiera
y había que bancarse lo que viniera. Mujer, marineros, travestis, taxistas, turistas o
alguna cuñada perdida en los entresijos del inmenso bulevar. Un perfume rancio, mezcla de
cerveza, alcohol, orina y transpiración se levantaba al cielo. ¡París tiró la
chancleta!
Como ocurre en estas situaciones, no podía faltar el episodio de
violencia. Una mujer de 44 años, cuyo nombre no fue divulgado hasta anoche, padeció un
ataque de pánico ante la multitud alborozada cuando quiso cruzar de sur a norte y
atravesar Champs Elysées. No tuvo otra reacción que apretar el acelerador y llevarse
puesto cuanto tenía delante. Quedaron 24 personas heridas y hospitalizadas, incluida la
conductora. Cuatro de los heridos tenían pronóstico reservado y dos habían sufrido
traumatismo de cráneo.
A las 6 de la mañana el tendal quedaba por Champs Elysées. Basura y
jóvenes extenuados, pero felices. De la mugre se encargaba una tropa de 50 camiones
municipales que dejaron todo impecable con las primeras luces del día. La solidaridad de
la gente menos cansada y borracha ayudó a reponerse a los maltrechos. El domingo había
sido perfecto. Los franceses tuvieron su "día peronista" con un domingo a puro
sol y tres goles a Brasil para quedarse con la primera Copa del Mundo. Ayer también fue
perfecto. Una lluvia fuerte y refrescante cayó desde las 5 de la mañana. Como si los
dioses hubieran marcado los tiempos con la meteorología porque a media mañana la lluvia
cesó, el cielo se abrió y París se bañó de sol con el Desfile de los Campeones.
La explosión de júbilo nocturna se tomó sólo unas horas de reposo
para recuperar energías y volver a las calles con los bríos renovados. A las 14, los
campeones recorrieron Champs Elysées desde el techo de un bus desde la estrella del Arco
de Triunfo hasta Concorde. Zidane, Djorkaeff, el histriónico, por decirlo de algún modo,
Barthez y el capitán Deschamps viajaban en primera fila con la Copa dorada paseando de
mano en mano mientras oleadas de banderas azules, blancas y rojas tapizaban la avenida,
como si un inmenso techo tricolor saludara el paso de los nuevos dioses.
El viejo diariero Jacques tenía razón. "Desde los tiempos de la Liberación que
no se ve una cosa igual en París", escribió el editorial de Le Monde. Las
proporciones míticas de la victoria de la selección de Aime Jacquet dieron las primeras
señales con estas manifestaciones populares, justo en un pueblo poco afecto a los
tumultos, las exageraciones y la ruptura de la convivencia rutinaria. El programa más
visto de la TF1 es el noticiero nacional de las 20. La gente corre a sus casas para
sentarse frente al televisor, o para huir de la calle, vaya uno a saber. Anoche, el
noticiero duró media hora más, transmitió desde el Lido, donde montó un plató
especial por el que pasaron todos los jugadores y el cuerpo técnico de Francia. Hoy, el
plantel Campeón del Mundo será recibido por el presidente Jacques Chirac en el Elíseo.
Ningún deportista despertó semejante pasión, ningún hecho deportivo desestructuró
tanto a los franceses y los hizo menos rígidos y más humanos. Pero hoy es 14 de Julio y
en el mismo escenario se hará el tradicional desfile de la fecha patria. El cierre del
Mundial no ofrece otra salida que recurrir al lugar común y acuñar la frase del viejo
Ernest. ¿Qué otra cosa es París sino una fiesta como jamás se haya visto?
VENDEN TRES MILLONES Y MEDIO DE CUBITOS DE CESPED
EL PASTO QUE PISARON LOS JUGADORES
Por Juan José Panno
Desde París
Ayer
mismo, mientras la fiesta al compás de las bocinas continuaba en calles, boulevares,
avenidas y cortaditas de todo París, comenzó la venta parcelada del césped del estadio
Saint Denis. Cada matita de la "pelouse" que pisaron los muchachos de la legión
azul en la inolvidable noche mundial de la consagración sale a la venta por esta única
vez y como oferta de propaganda pos Copa del Mundo a 20 dólares, con lo que se espera
recaudar 72 millones de dólares y atenuar así la pérdida de 2100 millones de dólares
que significó para los franceses la organización del Mundial.
El triunfo de los dueños de casa garantiza que los más de 3 millones
y medio de cubitos serán convenientemente colocados en el mercado futbolero, pero aun si
el campeón hubiese sido Jamaica, Bulgaria o Corea del Sur la venta --dicen-- estaba
asegurada. Por lo pronto, un fanático japonés ya encargó, consigna el diario Le
Parisien, unos 3000 cubitos de verde césped, de 5 centímetros de lado, prolijamente
cortados. No se especificó el destino que le dará el fana japonés al pastito, pero se
descuenta que si lo quisiera podría proveer a los camellos de los Reyes Magos, desde el
próximo 6 de enero hasta mediados del siglo que viene.
Los pedacitos de pasto serán entregados a los compradores en
recipientes de plexiglas para su mejor conservación y con un sello de autenticidad de la
FIFA.
La venta comenzó ayer mismo, pero los ansiosos compradores, que ya
empezaron a formar filas en el estadio, deberán esperar más de 15 días hasta el momento
en que les entreguen el preciado tesoro. Se supone que el stock de reposición de césped
de la cancha también será vendido en el caso de que los 3 millones y medio de cubito se
vendan rápidamente.
Lo que no se pudo especificar es a qué precio se comercializa el
césped que se llevaron en sus botines, zapatillas o medias, los 50 voluntarios y bomberos
que tras el partido final consiguieron una pelota, se apropiaron del estadio y jugaron un
maratónico amistoso que seguía jugándose cinco horas después de finalizado el partido
de verdad. Con el estadio en penumbras, cuando ya no quedaban en el estadio más de unos
poquitos periodistas sudamericanos, a las 4 y media de la mañana, los tipos seguían
dándole a la pelotita, sintiéndose Zidane cada vez que conseguían introducirla en uno
de los arcos.
Tampoco se pudo averiguar si se va a vender, como el césped del Saint Denis, la famosa
lona que mandó colocar el entrenador argentino Daniel Passarella, alrededor de la
canchita en el bunker de L'Etrat para evitar que espías, curiosos, periodistas o
cualquier personaje ajenos a la Selección Nacional pudieran enterarse de cómo se paraba
el equipo en sus entrenamientos. De todos modos el valor de la lona en cuestión no debe
ser mucho más alto que la importancia real de esas prácticas en relación con lo que se
pretendía esconder.
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El hijo de los argelinos
La prensa
argelina, sin excepción alguna, elogia la victoria de Francia en la Copa del
Mundo de Fútbol y coincide en destacar la labor del jugador Zinedine Zidane, hijo de
emigrantes argelinos. Los argelinos afirman sentirse orgullosos de haber visto ondear la
bandera verdiblanca de Argelia, al lado de la de Francia, la antigua potencia colonial,
esgrimida por algunas de las personas que se congregaron en los Campos Elíseos de París
para festejar la victoria. "Zidane es el vivo ejemplo de una Francia plural, en la
que tienen cabida los descendientes de los emigrantes argelinos, que también combatieron
al nazismo durante la última contienda mundial", recuerdan los editorialistas. Por
primera vez en largos años, la victoria de Francia y la imagen de un exultante Zidane han
relegado las noticias relacionadas con el terrorismo integrista. "Zizu, eres el más
grande", titula a toda plana el vespertino Horizons, para el que Zidane
encarna los valores más destacados de una generación de emigrantes no siempre acogida
con los brazos abiertos por Francia. Zinedine Zidane llegó tarde, pero con toda su
potencia. En el último acto del drama del Mundial, la figura de culto de la selección
francesa por fin estuvo a la altura del papel que los hinchas y la empresa Adidas le
habían reservado desde el comienzo, el de superestrella del "equipo tricolore".
Con el primer paquete de dos goles en una final de un Mundial desde que lo hiciera el
argentino Mario Kempes hace veinte años, "ZZ Top" venció su trauma personal y
llevó a Francia antes del feriado nacional a una noche de ensueño. "Llegó el
momento. Por fin somos campeones mundiales. Y hoy tenía muchas ganas de marcar
goles", dijo Zidane sonriente.
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RONALDO CON CONVULSIONES. NIKE CON EXPLICACIONES
MIEDO EN LA CONCENTRACIÓN
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"Tuve
un miedo terrible. Perdimos el Mundial, pero yo gané otra copa, la de la
vida", dijo ayer el astro brasileño Ronaldo, quien reconoció que sufrió
convulsiones a pocas horas de la final que su equipo perdió ante Francia por el Mundial
de fútbol, y que a esa causa respondió su escasa actuación en el partido. Sobre el
manto de rumores que sostenían que Ronaldo jugó obligado por Nike, la multinacional que
sponsorea a la selección de Brasil y al jugador particularmente, la empresa desmintió
esas intenciones en un comunicado de prensa. Sus compañeros y el médico reconstruyeron
los hechos y justificaron la inclusión del jugador en el equipo pese a su crítico estado
de salud. "No recuerdo bien, pero me fui a dormir y luego,
como dijo el doctor, tuve un ataque de convulsiones que duró por 30 o 40 segundos
--declaró Ronaldinho--. Luego desperté y me dolía todo el cuerpo, pero con el tiempo el
dolor fue disminuyendo y pude relajarme un poco." Por su parte, sus compañeros,
Edmundo y Leonardo, los primeros en acudir a la habitación del artillero, llegaron a
pensar que Ronaldo había fallecido.
El médico de la selección, Lidio Toledo, dijo que en ese momento
llevó inmediatamente a Ronaldo a un hospital, donde se le realizaron varias pruebas,
incluyendo un estudio del corazón, pero no se le detectaron problemas. "Todo era
normal, por eso llegué a la conclusión de que había sido un ataque de convulsiones
provocado por los nervios", explicó Toledo a la cadena de televisión O Globo.
Ronaldo admitió que él se sentía en condiciones de jugar. "Podría haberme
acobardado, pero luego de ese problema decidí jugar", reconoció el astro. Minutos
antes del encuentro, había sido omitido por la FIFA en la alineación titular, por lo
cual la prensa especuló con algunas lesiones que había sufrido durante el torneo, como
una tendinitis en una rodilla y otro problema en uno de sus tobillos.
"La crisis fue causada por el estrés emocional al que (Ronaldo)
está sometido, porque él es un jugador muy joven que tiene muchas cosas en la
cabeza", agregó el médico, quien habría aconsejado al futbolista jugar sólo 45
minutos del encuentro.
"Es absolutamente falso, además de privado de cualquier
fundamento y ofensivo para la dignidad y la profesionalidad de todos: equipo, entrenador,
jugador y la propia Nike, porque no está entre las misiones de Nike interferir con las
elecciones técnicas de Zagallo y las personales del jugador", dijo la multinacional
Nike en un comunicado en el que negaron haber realizado presiones para que el técnico
Mario Zagallo alineara a Ronaldo durante la final.
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