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Occidente no quiso otra crisis asiática y, gracias al FMI, el rublo no se va a derrumbar como el baht tailandés o la rupia indonesia. Pero el acuerdo con los organismos crediticios para recibir un préstamo que sumaría 22.600 millones de dólares entre 1998 y 1999 fue pactado bajo la condición de que Rusia implementara reformas económicas. Para eso es imprescindible la aprobación de la Cámara baja (Duma) y el presidente Boris Yeltsin salió ya a seducirla. Las seducciones no serían consideradas tales en un país occidental: Yeltsin le prometió a la Duma que no la va a disolver. Y le pidió directamente que apruebe el paquete de medidas destinadas a arrancar a Rusia de la recesión, y a hacer efectivo el más importante paquete de ayuda internacional que Rusia recibió en su historia. También les prometió que no se va a presentar para la re-reelección del 2000. Como un marido súbitamente concesivo, Yeltsin renunció a las amenazas habituales cuando le anunció a la Duma que no le va a pegar para que diga que sí. "No habrá golpes, ni cambios, ni disolución, ni elecciones anticipadas", dijo ayer en su intento de halagar a los diputados de mayoría comunista. Yeltsin ha pedido a la Duma, que empieza el miércoles una sesión especial, la aprobación sin más del paquete completo. No obstante, fuentes allegadas a la Duma dijeron que los diputados están conscientes de que la furia de Yeltsin puede desatarse en cualquier minuto si no se aprueban las reformas. El actual presidente ruso disolvió el anterior parlamento en 1993, y cuando los diputados rehusaron obedecer, aplastó la rebelión legislativa gracias a los tanques. Con la solemnidad que reserva para las ocasiones en que tiene algo que pedir de la Duma o del pueblo ruso, Yeltsin, de 67 años, anunció ayer que no se presentará a la elección presidencial del año 2000, un tema sobre el que había guardado una ambigüedad diplomática de la que carece por completo en otros temas. "Quiero que en el 2000 Rusia comience a trabajar por fin en calma con un nuevo presidente", dijo Yeltsin. El jefe del grupo parlamentario Las Regiones de Rusia, Oleg Morozov, estimó que la declaración del presidente ruso era "clara". Yeltsin excluyó por completo una renuncia antes del fin de su mandato, explicando que esto provocaría "una montaña de batallas políticas que devastará a toda Rusia". El paquete de medidas reformistas que la Duma debe aceptar para que Rusia despegue de la recesión es una dieta clásica de austeridad y saneamiento. Incluye ahorros drásticos, una mejor recaudación de impuestos, un nueva ley para la conformación del presupuesto y una privatización más rápida. Las reservas rusas de oro y divisas bajaron de 15.000 a 13.500 millones de dólares la semana pasada, anunció ayer el Banco Central de Rusia. Debido a la presión sobre el rublo y a la cancelación de subastas de deuda pública por falta de inversores, el Banco Central tuvo que utilizar sus reservas en los últimos días para poder hacer frente a los vencimientos de títulos del Estado. Las dificultades para pagar enormes cifras en préstamos de deuda interna a corto plazo se acrecentaron por la baja recaudación de impuestos, los precios bajos en los mercados mundiales de petróleo, y los problemas crecientes en los mercados financieros. "No hay peligro de que no puedan pagarse las deudas", dijo ayer en Tokio el premier ruso Serguei Kiriyenko, donde fue a conseguir un préstamo. "Vamos a reducir la deuda poco a poco. Nuestra deuda permanece a un nivel aceptable, a 44 por ciento del Producto Bruto Interno", aclaró. El Fondo Monetario Internacional advirtió que los créditos concedidos a Rusia podrían llevar a la entidad crediticia al borde de la insolvencia, ya que está fuertemente afectada por la crisis asiática. El FMI fue quien proveyó la mayor parte de los créditos rusos, después de ceder a una fuerte presión de la administración norteamericana del presidente Bill Clinton para que expandiera su programa de asistencia y apurara las negociaciones. John Odling-Smee, el principal negociador del FMI, anunció que el directorio ejecutivo del Fondo se va a reunir el 20 de julio para decidir cuándo empezar a distribuir el dinero del préstamo concedido. Añadió que la votación por parte de la Duma del paquete de reformas es fundamental para la decisión del Fondo, tal como bien sabe Yeltsin. Un punto central en las negociaciones del FMI con los rusos fue la proporción en la que debía reducirse el déficit. Las dos partes acabaron por coincidir en que no debía exceder el 2,8 de Producto Bruto Interno en 1999. Ahora supera al 5 por ciento. El principal negociador ruso, Anatoly Chubais, dio la buena noticia, todavía dudosa, de que el Fondo va a entregar el dinero en la segunda mitad del año, para tranquilizar a los inversores y reconstruir la confianza de los mercados.
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