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Por Pablo Robledo desde Rosario
"Politiza tus inquietudes, los políticos se inquietarán", dice una pintada al costado de la gran bruja. El Ruso pone entre sus piernas las tumbadoras y mientras deja ir rítmicas las manos cuenta que ya fueron seis las veces que la policía intentó desalojar a los ocupantes de los viejos galpones del ferrocarril en Wheelwright y España. Desde hace unos años este lugar funciona como centro de una propuesta sociocultural totalmente distinta de lo que se puede encontrar hoy día en Rosario. Talleres de pintura, danza, fotografía, ajedrez, recitales, obras de teatro, ciclos de videocine, circo callejero, son algunas de las actividades que se organizan de forma totalmente gratuita, salvo cuando el sistema de la gorra se utiliza para poder solventar los gastos ocasionados por el alquiler de equipos de sonido. "Aquí peleamos por poder disfrutar, sentir, hacer, pensar...", termina diciendo el Ruso con su acento cordobés y un brillo ilusorio en la mirada. Sobre el paisaje del Galpón pende la decisión del juez federal Sergio Fernández. El magistrado ordenó el desalojo y pidió a su par rosarina que ponga en marcha el fallo. Pero Silvia Aramberri aceptó ayer el pedido de los squatters de negociar con el Enabief y no con la Municipalidad, como lo venían haciendo hasta ahora. La decisión de la jueza les dio unos días de respiro. Pero cuando termine la feria judicial, volverán las dudas sobre el futuro del lugar. Las estructuras urbanas de las grandes ciudades europeas se han visto alteradas desde hace tres décadas con la presencia de espacios ocupados, cuyas modalidades varían de país en país. Las diferencias nacen por las particularidades culturales y la legislación existente, pero con la generalidad de que estos espacios, ya públicos, ya privados, eran lugares vacíos que no tenían utilidad social alguna más que la especulación inmobiliaria, en algunos casos, y casi siempre producto en su mayoría de la desidia ejercida por los grupos de poder económico o político. En Rosario, la oposición a los habitantes del Galpón proviene, de un lado, por parte de grupos de vecinos que dicen sentir determinadas molestias por la presencia de personas a las que no consideran de su mismo nivel social o que "no hacen ningún bien a la valorización del barrio" y por el otro, de una decisión de la Municipalidad local que quiere abrir en esas instalaciones una Casa del Tango. No está claro, sin embargo, cuál es la antigüedad de este proyecto, cuál es la prisa por llevarlo a cabo en momentos en que en esas instalaciones está funcionando a pleno otro proyecto cultural, que se ha convertido en un medio de expresión alternativa. Y la otra duda: ¿por qué ha sido elegida como sede para ese proyecto esta parte de la Estación Rosario Central, cuando hay otras viejas estaciones de trenes en estado de abandono o semiabandono en distintos sectores de la ciudad? Mientras tanto, los habitantes del Galpón piden que la gente los escuche, que antes de opinar sobre el futuro del lugar se acerquen y vean y conozcan qué es lo que está pasando allí, "cuál es la propuesta por la que estamos dispuestos a seguir soñando". Ferki tiene escrita la palabra resiste en un dedo de la mano; Roski la tiene tatuada en la columna vertebral; Fabián la deja entrever en su poesía; Marcela y su hijo Benjamín la llevan como necesidad en los ojos; el Punki no la menciona pero se le adivina tras el humo del cigarrillo. El Ruso mira por los ventanales que dan al río y recuerda a sus tíos desaparecidos, a su abuela quebrada por el dolor de una época en donde el terror, la represión y la falta de aceptación de las diferencias hicieron entrar a la Argentina en el basurero de la historia. Otra voz dice: "Yo no creo en la política ni en los políticos, yo creo en el ser humano y su capacidad para crear, soñar y ser libre".
SOLEDAD SERA CREMADA EN ITALIA
Sole, de 24 años, fue encontrada ahorcada en un centro terapéutico del norte de ese país donde esperaba el juicio oral bajo la acusación de integrar una organización ecoterrorista denominada "Los Lobos Grises". Particularmente, se le achacaba haber colocado una bomba --que no produjo víctimas-- en oposición a la construcción de un tren de alta velocidad. Luis Rosas, el padre de la chica, contó ayer que su hija esperaba quedar en libertad en octubre, ya que suponía que el juicio le sería favorable. "Todo esto fue una historia de amor", aseguró Rosas ya que ella "tomó la misma actitud que su novio", quien se suicidó en marzo pasado ahorcándose en su celda.
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La Cueva, el Cielo, el Aire, el Infierno, son algunos
de los nombres que dividen, metafísica y prácticamente, el espacio interior del Galpón
Okupa. Sus paredes hablan, graffitis que encajarían perfectos en el metro de Nueva York o
en los suburbios de París, salpican los ojos de colores, objetos reciclados cuelgan del
techo, esculturas multiformes se esparcen por los rincones, un escenario vacío aguarda
los atareados fines de semana, dos barras de cemento y madera rústica le dan forma al
bar, Daisy, Rubio, Petaca y Cuzco intercambian ladridos sonoros por etéreos maullidos,
clavas y bolas se entrecruzan en la magia propia del malabarismo y la pasta se hace
despacio en la cocina comunitaria. Los treinta squatters rosarinos ganaron ayer otra
batalla: la jueza federal de esa ciudad suspendió el desalojo decretado por un colega
porteño que le dio vía libre a un pedido Ente Nacional de Administración de Bienes
Ferroviarios (Enabief).