|
Página/12 en Francia Por Eduardo Febbro desde París París no ahorró ninguno de los signos de distinción para recibir ayer al presidente sirio Hafez el Assad. Por primera vez en los últimos 22 años el mandatario sale de su reino de Damasco para visitar un país occidental y Francia le devolvió el gesto con alfombras rojas y la presencia del mandatario francés Jacques Chirac en el aeropuerto de Orly. Los desplazamientos al extranjero del presidente sirio son tan escasos como útiles e históricos: Assad nunca abandona Siria si no hay una ganancia evidente a cambio. Oficialmente, la visita de tres días a Francia responde a una invitación oficial hecha por Chirac en el curso de su estadía en Damasco en el otoño del '96. La verdadera razón es otra. El proceso de paz en Medio Oriente, el eventual retiro israelí del sur del Líbano y su consiguiente impacto en la presencia siria en ese país --35.000 hombres estacionados--, el posible abandono de la mediación norteamericana en esa crisis y, en lo esencial, la utilización de Europa, y en primera línea Francia, como un "antídoto" contra la influencia estadounidense en la región sustentan el viaje a París del "León de Damasco". Según explicó Bassma Kodmani Darwish, el especialista en Siria del Instituto Francés de Relaciones Internacionales --IFRI--, "se trata de una visita muy política. El presidente sirio quiere que Francia y la Unión Europea se impliquen directamente en el proceso de paz y en los asuntos regionales. Damasco teme que la política norteamericana aísle a Siria. Los sirios, al tiempo que aceptan la mediación de Washington como verosímil, estiman que no es honesta. Tienen mucha desconfianza. Saben que la administración norteamericana y el Congreso están impregnados de puntos de vista favorables a Israel y hostiles a Siria". Más concretamente, el especialista del IFRI acota que Damasco "quiere que Francia juegue en los márgenes y que al menos sirva de testigo exterior para que el monopolio de la negociación no quede en manos de Washington". Esa primera meta "confesada" del viaje de Assad es sólo una parte de la intrincada madeja de Medio Oriente. Dos otras razones parecen justificar su presencia en París. Uno: las consecuencias que acarrearía para Damasco un retiro israelí del sur del Líbano, según los términos fijados por las resoluciones 425 y 426 de las Naciones Unidas. Si Israel las cumple, Siria tendría que redesplegar sus propias tropas en el Líbano --tal como está previsto en los acuerdos de Taef-- perdiendo así uno de sus principales argumentos: Damasco sólo movería sus hombres del Líbano en caso de que Israel se retire de la meseta del Golán. Esta actitud coincide con la de París, para quien la propuesta israelí de un abandono del sur del Líbano sólo es realizable y verosímil si va acompañada de "un acuerdo de paz global". Es decir, exactamente la posición de Damasco, opuesta en todo a la del Departamento de Estado. Dos: existen hoy dos versiones diplomáticas divergentes sobre el futuro de los acuerdos de paz. La primera afirma que los norteamericanos se aprestan a forzar el lanzamiento de las negociaciones israelo-sirias en base a un retiro mutuo, sin el Golán en el medio. La segunda, más plausible dada la situación, adelanta que si de aquí a finales de julio no se produce un avance significativo en el ciclo de negociaciones que se inició en Madrid y llegó a su apogeo con la firma de los acuerdos de Oslo, "el presidente de USA abandonará la partida". El canciller francés Hubert Vedrine confirmó hace poco que la secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright se expresó en esos términos cuando le dijo que si "Netanyahu seguía rechazando el plan norteamericano Bill Clinton le anunciaría al mundo por qué abandonamos la batalla de la paz". El momento se acerca y Hafez el Assad avanza para decir que Siria puede ser "el último recurso" de la paz moribunda. El marco que eligió, París, no podía ser más ideal. En mayo pasado, Jacques Chirac y su homólogo egipcio Hosni Mubarak anunciaron la convocatoria de una cumbre "de los países resueltos a salvar la paz". La Unión Europea fue encargada del montaje de la conferencia y Chirac quiere aparecer aquí, tal como había ocurrido en la última fase de la guerra en Bosnia Herzegovina, como el único que designa a "los culpables sin pelos en la lengua". Una nueva fase de la crisis de Medio Oriente se abre en Francia con la visita de Hafez el Assad. El León de Damasco construye pacientemente en París el puente de su próxima ofensiva diplomática. Tras 28 años de un reino sin oposición, Hafez el Assad demuestra que además de León --Assad en árabe-- es un hábil gato. El dictador estratega vino a golpear las puertas de Europa en el mejor momento. El presidente sirio comparte con su homólogo iraquí muchas cosas en común. Ambos son oriundos de una comunidad minoritaria, los Alauitas para Hafez, los árabes Sunitas para Saddam. Los dos tienen una fobia sin límites por Israel y le impusieron a sus respectivos pueblos una dictadura "personal" de la más cruenta eficacia. Pero a diferencia de Irak, país al que Saddam Hussein condujo a la humillación extrema y a la pérdida de su soberanía, Siria es un interlocutor insalvable de toda mesa de negociación.
SIRIA SERIA EL HOGAR DEL BRAZO DERECHO DE
EICHMANN Por E.F. desde París La visita a Francia del presidente sirio Hafez el Assad levantó una ola de protestas en el país. Partidos políticos, asociaciones y organismos de defensa de los derechos humanos pusieron en tela de juicio la presencia del dictador de Damasco. El más virulento fue el abogado Serge Klarsfeld, el cazador de nazis y presidente de la Asociación de Hijos e Hijas de Deportados Judíos de Francia. Klarsfeld tiene un motivo muy particular: el abogado afirma que el criminal nazi Alois Brunner, responsable de la deportación de miles de judíos hacia los campos de la muerte y juzgado en ausencia y condenado a muerte por un tribunal francés en 1954 y 1956, vive en Damasco desde hace varios años. Brunner, que hoy tiene 86 años, era el brazo derecho de Adolf Eichmann y es el más notorio criminal nazi que aún vive en libertad. En diálogo con la televisión francesa, Hafez el Assad dijo que esa "historia era un disparate. Si alguien sabe dónde está mando a alguien que lo acompañe hasta su casa", señaló el mandatario. En esta entrevista con Página/12 Serge Klarsfeld detalla las informaciones sobre la estadía de Brunner y el nuevo juicio contra el criminal. --¿En qué se basa la presunción de que Alois Brunner vive en Siria? --Se puede a la vez confirmar y deducir perfectamente. Testigos directos interrogados por la Justicia francesa dieron muchas informaciones al respecto. Brunner se instaló en la capital siria en los años 50. Allí trabajó para la policía política de ese país. Existen varios informes de los servicios secretos franceses sobre sus actividades, en especial su colaboración con el FLN de Argelia. Brunner colaboró también con Hafez el Assad para que éste llegara al poder. En el año 1992 Alois Brunner se mudó de la casa en donde vivía desde hacía unos 30 años. Sabemos que desde ese entonces ocupa el departamento cuyo propietario no es otro que un miembro de la guardia personal del presidente sirio. La presencia de Brunner es una espina para Siria. --Usted ha anunciado un nuevo ciclo de juicios contra ese oficial nazi. En qué se basan las acusaciones de hoy. --Se trata concretamente de la deportación de 200 niños asesinados en los hornos de Auschwitz. Fue Brunner quien decidió perpetrar este crimen al día siguiente del fallido atentado contra Hitler, en julio de 1944. Entre los colaboradores de Eichmann, Brunner era el más fanático de todos y él decidió por sí solo, sin consultar a la jerarquía, la deportación y el asesinato de los 200 niños. El mandato de arresto internacional lanzado por la Justicia alemana lo implica el asesinato de 124.000 judíos. Por eso me parece chocante que hoy se saque la alfombra roja para recibir al protector de Brunner.
|