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Gracias, Helmut, ya basta
Por J. M. Pasquini Durán

t.gif (862 bytes) ¿En qué país están peleándose por el poder las máximas figuras del partido de gobierno? Cada vez son más frecuentes las opiniones de expertos que hablan sobre el futuro en términos pesimistas. Coinciden en "que los peores efectos se vivirán a partir del último cuatrimestre [de 1998] y durante el próximo año" (FIDE, Informe económico al 07/07/98). Es curioso, porque son los mismos que a la hora de diagnosticar el presente aseguran que el panorama "es bueno", que el crecimiento se mantiene dentro de los márgenes que le dejan las crisis en Asia y Rusia, que la confianza de los inversores en Argentina sigue vigente. Uno de los que opinaba así era el viceministro de Economía, Carlos Rodríguez, que renunció el martes último porque cree que las pujas internas del partido de gobierno están poniendo en peligro la ortodoxia del plan económico. La revolución menemista se come a sus hijos.

Los profetas de la econometría, por supuesto, también coinciden en que no hay ninguna posibilidad de mejorar el desempleo. En la actualidad, según las recientes estadísticas oficiales, hay 1.700.000 personas desocupadas. Si se agregan los empleos precarios y ocasionales, resulta que uno de cada tres argentinos en condiciones de trabajar tiene problemas para vivir de su propio esfuerzo. Sólo 800 mil de los que trabajan cobran horas extras para redondear un sueldo decente, a costa de doce o más horas de trabajo diario, pero desde 1992 hasta ahora sus ingresos han disminuido una tercera parte, que es lo que bajó el "costo laboral" en el país. "¿Qué quieren los empresarios? -–se preguntó el Presidente--. ¿Que los obreros no les cuesten nada?" Así es, en efecto. En Aguilares (Tucumán) los obreros de Alpargatas cobran quincenas de 75 pesos por ocho diarias de labor.

La provincia que el presidente Carlos Menem eligió para conmemorar el Día de la Independencia al lado de su gobernador, Antonio Bussi, fue llamada por sus fundadores "San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión". Hoy mueren treinta niños de cada mil antes de cumplir un año de vida. En la ciudad capital el 29 por ciento de la población vive en ranchos miserables y otras viviendas precarias, porcentaje que se eleva al 79,4 por ciento en Tafí del Valle, zona turística, al 45,9 por ciento en Lules (donde nació Ramón Ortega) y a más del 83 por ciento en Graneros y Burruyacu, según datos compaginados en junio de este año por el CELSAR (Centro de Estudios Los Sarmientos), bajo el título "La pobreza, imposibilidad de crecer, posibilidad de descreer". Los 32 delegados del peronismo tucumano vinieron al Parque Norte con mandato para apoyar en el congreso nacional del PJ la candidatura de Menem, vetada por la norma constitucional.

Ninguna estadística puede describir los alcances reales de una vida miserable o del dolor humano. ¿Cuánto importan las 86 víctimas en el atentado a la AMIA comparadas con los 30 mil desaparecidos, o con la muerte solitaria de José Luis Cabezas? Cuando se observa "en vivo" la situación de Tucumán, es más fácil entender que el paternalismo populista de Bussi consiga retener la primera intención de voto en esa población, que retribuye en las urnas las dádivas que le permiten sobrevivir, porque ya perdió hasta la posibilidad de elegir en libertad o porque sólo puede creer en lo que recibe.

"Hay que atender de forma inmediata al dolor y a la necesidad del otro en cuanto se pueda, pero la gran caridad tiene que transformarse en una actitud promocional, que significa acompañar a la persona para que pueda valerse por sus propios medios para subsistir y para atender a las necesidades de su familia. "Queremos el trabajo digno y el salario digno. Queremos el salario justo y fraternal del hermano que ha trabajado para beneficio de otro", explica el arzobispo de Paraná, Estanislao Karlic, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (Informa Caritas, junio-julio/98). En la arquidiócesis de Paraná, un territorio de 25.600 kilómetros cuadrados y 460 mil habitantes, trabajan sesenta centros de Caritas con 300 voluntarios. En las encuestas, desde hace varios años, después de la prensa, la Iglesia Católica es la institución con mayor credibilidad pública.

Ninguna de estas cuestiones mereció la atención del congreso partidario del oficialismo. Menem tuvo que forzar la mano de tal manera que la asamblea sesionó sin los delegados bonaerenses, ni los santafesinos que responden a Reutemann o los demás que encabeza el vicepresidente Carlos Ruckauf. Antonio Cafiero, miembro de la Comisión de Acción Política elegida por Menem, también se retiró de las deliberaciones. El congreso debió postergar por noventa días la elección del nuevo Consejo Nacional, pero el Presidente recibió lo que buscaba: el mandato para que él mismo busque "por todos los medios" alguna autorización para presentar candidatura en las elecciones de 1999. Esta es la consulta "popular" que pudo organizar el oficialismo: 415 delegados sobre 778 asistieron a esta reunión en Parque Norte, lo que le dio quórum (si es que no se repitió la historia del diputado trucho) pero con el rechazo de dos distritos de peso específico indispensable, Buenos Aires y Santa Fe. Ni siquiera el Presidente pudo hacerse presente para cerrar las deliberaciones, porque su presencia lo hubiera convertido en el jefe de una facción cuando lo que pretende es representar a todo el peronismo, incluso los que votan por Bussi en Tucumán o escuchan con respeto las palabras del arzobispo Karlic.

Ese peronismo fracturado es el respaldo que consiguió el presidente Menem para pedirles a sus cinco partidarios en la Corte Suprema que emitan el fallo que retuerce la interpretación de la palabra exacta de la Constitución, para habilitar el intento de un tercer mandato presidencial. Si logra algún acuerdo con Duhalde, en nombre de la unidad del peronismo (o sea, sin riesgo de una implosión partidaria en el primer distrito en el país), la Corte tendrá tiempo hasta el 11 de abril del próximo año, fecha elegida para nominar la fórmula de candidatos del PJ. De lo contrario, la crónica del dictamen anunciado será escrita antes del 13 de setiembre, día decretado para el plebiscito bonaerense. Las encuestas sobre intención de voto indican que siete de cada diez argentinos están en contra de la pretensión continuista del menemismo ortodoxo.

Menem confía en el respaldo del establishment económico, que quiere el costo laboral cero y que por ahora opina como Jorge Mostany, presidente de Ford Argentina: "Es el mejor candidato que tenemos en el país para el próximo período" (en La Nación de ayer). También espera apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuya delegación llega el lunes, que le dará su consentimiento a las metas logradas, pero rechazará la reforma laboral, que defiende Erman González con más criterio electoralista que ortodoxia monetaria, y tributaria, corregida por los diputados a un punto que provocó la renuncia del viceministro Rodríguez, el guardián de la ortodoxia. Espera, además, que los principales ejecutivos de los treinta mayores fondos de inversión del mundo, que llegan a fin de mes, se agreguen a los congresales que ayer lo auspiciaron por aclamación.

"Cuando un presidente latinoamericano no sabe qué hacer, cambia la Constitución", escribió el jueves el argentino Andrés Oppenheimer en el diario norteamericano The Miami Herald, refiriéndose a proyectos como el argentino. El modo de resolver estos cambios sin desquicio institucional está inseparablemente relacionado con la voluntad de poder, pero en el mismo grado con la posibilidad de sostener o modificar los modelos económicos que dominaron la región en el último cuarto de siglo, bajo la inspiración del capitalismo salvaje. En la edición de ayer del matutino mexicano La Jornada, el columnista Horacio Labastida lo describe así: "Crisis económicas con sus terribles efectos de desempleo, mala educación primaria y media, escasez de recursos científicos y tecnológicos, más heroicos que eficientes movimientos de las masas y casi cotidianos efectos depresivos en los niveles de vida, aunque esta explosión multifacética de penurias es un reflejo superficial de las contradicciones profundas que existen entre la democracia, el Estado de derecho y la autocracia antidemocrática y contraconstitucional que sustancia las operaciones del presidencialismo".

El comentarista mexicano pone a consideración las dos vías de salida: "El camino de la salvación nacional es la organización de las mayorías, su toma de conciencia y el llevar a la práctica la verdad de la democracia y el Estado de derecho; el camino opuesto es el de nuestro ya secular presidencialismo autoritario". Por el momento, son las víctimas las que han respetado más que nadie las reglas de juego del Estado de derecho. Hoy, cuarto aniversario del atentado a la AMIA, la comunidad argentina, los judíos en particular, siguen invocando la verdad y la justicia, lo mismo que los defensores de derechos humanos que bregan por los treinta mil desaparecidos, o las Abuelas de la Plaza que vigilan para que el traslado de Jorge Rafael Videla a su residencia particular no sea el primer paso de una nueva absolución.

La oposición reaccionó con energía en contra del proyecto continuista. La convocatoria de un Foro que va más allá de los límites de la propia Alianza es un intento de "organizar a las mayorías", como escribió Labastida. Con la misma energía debería acometer los temas más urgentes de la vida cotidiana de los argentinos, cuyas necesidades son tan fuertes que empañan las virtudes cívicas de la jurisprudencia. Hay una mayoría dispuesta a recorrer otros caminos, aquí y en el mundo. Esta semana, el tribunal de Milán, epicentro de la Operación Manos Limpias, condenó a dos años y cuatro meses de cárcel y una multa millonaria a Silvio Berlusconi, ex primer ministro y líder de la oposición conservadora en Italia, por financiar ilegalmente al Partido Socialista Italiano de Bettino Craxi en 1991. Craxi recibió una condena todavía más dura en años y plata.

En México, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, que fue ejemplo destacado para el menemismo de los primeros años, está imputado por la fiscalía suiza que investiga depósitos del narcotráfico por más de 130 millones de dólares en bancos de esa bandera. Por delitos similares, la Interpol acaba de detener a Ibrahim Al Ibrahim, ex marido de la cuñada del presidente Menem y ex funcionario de su gobierno, que era reclamado por la Justicia desde hace siete años. Hasta en el ambiente internacional de los organismos de crédito, la corrupción empieza a ocupar un lugar en el análisis. Un reciente informe del Banco Mundial señala que "la buena política macroeconómica no es suficiente", sin reglas de juego claras y tribunales independientes. El informe se titula "Las instituciones son importantes". Tanto este Banco como el FMI recibieron duras críticas en Estados Unidos porque hicieron la vista gorda ante la corrupción en Indonesia, que fue la mayor causa, según esos críticos, de la debacle asiática que se inició el año pasado.

El secretario general de las Naciones Unidas, Koffi Anan, suspendió su visita en Buenos Aires para viajar de urgencia a Italia, donde las representaciones de países miembros de la ONU tratan de ponerse de acuerdo en la formación de un tribunal internacional que juzgue actos de terrorismo, pero también de corrupción financiera. En Alemania, donde pronto comenzarán a juzgarse crímenes cometidos por el terrorismo de Estado en Argentina, la campaña de la socialdemocracia que intenta reemplazar en el gobierno al conservador Helmut Kohl, quien realizó el sueño de Menem de varios períodos consecutivos, resumió su lema electoral en una sola frase: "Gracias, Helmut, ya basta". Buena consigna.

 

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