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ACTO POR EL ATENTADO A LA AMIA
"Que no se burlen más"

En la masiva concentración que se realizó en Pasteur y Viamonte, no hubo presencia oficial. El acto no fue tan duro como el del año pasado, pero se criticaron los pocos resultados de la investigación.

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La emoción del público.
Se leyeron los 86 nombres
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Más de diez mil personas asistieron al acto pese a que se efectuó a las 9.45 de la mañana de un día hábil.
No hubo columnas ni colectivos; la gente llegó por sus propios medios.


Por Raúl Kollmann

t.gif (67 bytes) Una emocionada multitud de más de diez mil personas participó ayer del acto por el cuarto aniversario del atentado contra la AMIA. La gente cubrió apretadamente dos cuadras por la calle Pasteur, frente al edificio donde se produjo el ataque, y una cuadra más por la calle Tucumán. Como era de esperar, no estuvo ningún integrante del Gobierno. En Parque Norte, un ministro explicó a este diario que "no fuimos porque no nos invitaron". El acto transcurrió sin silbatinas pero con un reclamo por la falta de resultados en la investigación. Sofía Guterman, cuya hija Andrea murió en el atentado, señaló que "sueño con que el Presidente y sus ministros no se burlen más de nosotros. Es muy duro ver cómo los funcionarios del Poder Ejecutivo se burlan de los muertos que ya no se pueden defender".

La masiva asistencia, a las 9.30 de un día laborable, sorprendió a casi todos. No hubo columnas, ni micros, ni pancartas. Las diez mil personas llegaron por sus propios medios, sin organización alguna. Muchas lágrimas en los rostros cuando se nombraron, una por una, a las 86 víctimas del atentado, se encendieron 86 velas y, sobre todo, cuando Rosa Barreiro leyó un dramático poema sobre su hijo de 5 años que murió en el atentado.

Frente al pequeño palco había algunas figuras políticas, casi todas de la oposición: el jefe del gobierno porteño, Fernando de la Rúa, los diputados frepasistas Darío Alessandro, Nilda Garré y Rafael Flores y el senador radical Leopoldo Moreau. Tras los abucheos del año pasado, los hombres del justicialismo estuvieron ausentes. Sólo llegó un representante de Palito Ortega, Gabriel Martín, que distribuyó un comunicado: "Si yo hubiera estado en lugar de los familiares --señala el hombre de Ortega-—, hubiera reclamado al Presidente y sus ministros, pero personalmente creo que quienes se han burlado son Piotti (ex secretario de Seguridad bonaerense), Klodczyk (ex jefe de la Policía) y el propio Duhalde".

Como anticipó Página/12, los principales dirigentes de la AMIA y la DAIA no quisieron exponerse a hablar en el acto ante la posibilidad de una silbatina. Por esa razón, habló el muy poco conocido vicepresidente de la DAIA, Héctor Rozemblat, una de las personas que estaban dentro del edificio en el momento de la explosión, pero que logró sobrevivir. Rozemblat leyó una especie de comunicado conjunto de las instituciones que pareció más bien una defensa de la gestión de los dirigentes: "La AMIA y la DAIA han luchado desde el primer momento exigiendo justicia, debiendo encarar una situación sin precedentes, enfrentando una lucha compleja, plagada de riesgos, en muchos momentos desgarradora. Esta tarea ha sido desplegada en el ámbito de un Estado con graves deficiencias estructurales, con entorpecimientos por negligencia o premeditación, que afectaron la investigación. Esto fue denunciado aquí y en el exterior".

Más vehemente fue Sofía Guterman: "Luchamos y lucharemos para que el mayor crimen colectivo perpetrado en nuestro país sea resuelto por la Justicia, caiga quien caiga, sea poderoso, uniformado o protegido por la impunidad. Porque hoy, los únicos que descansan en paz son los terroristas, la conexión local y los mal nacidos que los amparan".

Uno de los ejes de la polémica en la comunidad judía es el juez Juan José Galeano. Rubén Beraja volvió a respaldarlo: "Tengo confianza en el trabajo del juez, yo creo en la honestidad y seriedad de su labor". Algo más distante fue el embajador de Israel, Itzhak Avirán. "El magistrado debe apurarse porque ya no hay tiempo y debe demostrar que hay culpables. Galeano hace lo posible, pero necesita mucha más ayuda", señaló.

El acto fue menos caliente que el de 1997, cuando sacudió a la Casa Rosada y a los propios dirigentes de la comunidad judía. Estos parecieron ayer aliviados: "Estoy conforme porque todo transcurrió con tranquilidad, sin salirse de cauce", dijo Beraja. Otros tuvieron una visión distinta. Rosa, una vecina de la zona, se quejó ante Página/12: "Esto fue muy breve y no tuvo la fuerza de la protesta del año anterior. Fue demasiado suave".

 

Juventudes y familiares

Hoy se cumplen exactamente cuatro años del atentado contra la AMIA y las juventudes judías, junto a los familiares de las víctimas, realizarán un acto de recordación frente al predio de Pasteur 633.

La concentración se iniciará a las 20 y se exhibirá un video con todo lo ocurrido desde el atentado, incluyendo aspectos del mismo estallido y la investigación posterior. El trabajo fue realizado por un grupo independiente de jóvenes que consiguieron y editaron las imágenes.

En el acto, hablarán integrantes de la juventud y dos de los familiares de las víctimas. Además, se leerán textos y poemas.

El domingo, a las 9.30, en el cementerio israelita de La Tablada habrá un oficio religioso por las víctimas enterradas allí en tanto que el lunes se cerrará la Semana de la Memoria. Por la mañana, se concretará la tradicional concentración de Memoria Activa en la Plaza Lavalle, frente a Tribunales. Por la noche, a las 20.30, habrá una mesa debate en el Teatro Ift, Boulogne Sur Mer 549, con la participación del diputado Alfredo Bravo, el editorialista de Página/12 José María Pasquini Durán y la integrante de Memoria Activa Norma Lew.


Víctimas cristianas

El padre Farinello encabezará el primer acto que realizan los familiares de las víctimas no judías del atentado contra la AMIA. Será hoy, a las 9.30, frente al edificio de la calle Pasteur donde se produjo el ataque. Los familiares judíos prometieron también hacerse presentes.

El 18 de julio de 1994 murieron 26 personas no judías de un total de 86 víctimas, pero hasta el momento hubo poca preocupación de la Iglesia Católica o de las autoridades de otras religiones por el atentado. En concreto, sólo el obispo Justo Laguna ofició una misa en Morón por las víctimas de la AMIA.

Un caso similar, pero aún más llamativo, se produjo respecto del atentado en la Embajada de Israel. Allí murieron 29 personas, pero sólo 11 eran judías. Aun así, nunca hubo oficio religioso alguno para recordar a los que perdieron la vida frente a la Embajada. Recién ahora, un grupo de empresarios judíos compró el predio donde estaba la delegación diplomática y hará una plaza y un centro cultural que específicamente será ecuménico, es decir abierto a todas las religiones.

 



La identidad nacional
Por Luis Bruschtein

t.gif (862 bytes) El lunes pasado, Sofía Guterman habló en una mesa de derechos humanos organizada por alumnos del ILSE. También estaban Laura Bonaparte, Madre de Plaza de Mayo, dos chicas de una comunidad coya, un sobreviviente del Holocausto. Los alumnos tenían delante de sí el mosaico de sufrimientos que heredan junto con la historia. No escuchaban como si se tratara de algo ajeno sino como algo que los indujera a tomar posición para avanzar en sus propias vidas. Cuando terminó, varias chicas se acercaron a la señora Guterman para decirle que iban a asistir al acto de ayer.

El miércoles, un bastonazo de la policía quebró los huesos de la mano de la señora Bonaparte en un acto organizado por HIJOS. Ayer, la señora Guterman fue la oradora central ante la multitud que se reunió en Pasteur y Viamonte. La charla sobre derechos humanos no había terminado el lunes en el aula, continuó durante la semana y seguirá a lo largo de todas sus vidas porque de alguna manera será parte de la identidad de esos alumnos, porque es parte de la historia de este país y de los que viven en él.

Los huesos rotos de la señora Bonaparte, por un bastón policial, frente al domicilio de un torturador impune, hablan por sí mismos. La señora Guterman dijo ayer: "Se nos ataca cuando denunciamos y la realidad es que en nuestro país no existe el suficiente coraje cívico y la decisión política necesaria para que los autores intelectuales y materiales de este acto genocida sean hallados y castigados".

Entre la multitud que se reunió al cumplirse el cuarto aniversario del atentado contra la AMIA había muchos adolescentes. La convocatoria a estos actos tiene un efecto de difusión silencioso y por vías imprevistas, o por lo menos se percibe así cuando se trata de generaciones distintas. Lo cierto es que el atentado a la AMIA sensibiliza a las generaciones más nuevas. Aunque han pasado nada más que cuatro años, ese fenómeno es el que construye la historia de un país.

Para los autores del atentado --o por lo menos para la conexión local--, la comunidad judía no forma parte de la sociedad argentina y pretendieron demostrarlo con la explosión. En ese punto consiguieron exactamente lo contrario de lo que se proponían. En realidad, la explosión mostró que la comunidad judía es otro componente de la identidad profunda de la Argentina.

La mesa sobre derechos humanos que organizaron el lunes los alumnos del ILSE lo expresó de una forma más clara. Había representantes de los pueblos indígenas, una Madre de Plaza de Mayo y un familiar de las víctimas del atentado. Ellos son parte de la problemática que comienzan a plantearse frente a la vida.

Sin embargo, los autores del genocidio de indígenas, los militares golpistas y represores y los terroristas que participaron en el atentado a la AMIA también han sido producto de esta sociedad y forman parte de esta identidad que heredan las nuevas generaciones. Racistas, intolerantes y asesinos también son argentinos. Si fuera sólo una cuestión de identidad, ellos también tendrían que haber estado en la mesa. Cuando organizan una mesa de ese tipo o asisten a los actos como el de ayer, los chicos no se están preguntando quién es más o menos argentino, sino qué clase de argentinos quieren ser ellos.

 

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