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Es falso que Franco fuera espontáneamente tolerante con los judíos, sus escritos firmados con seudónimo, Jokin Bor, están cargados de antisemitismo y Walter Benjamin, valga de ejemplo, se suicidó en la frontera porque las autoridades franquistas no le concedieron el visado que lo ponía a salvo de la persecución nazi. Los neofranquistas italianos pueden venir a confesar sus pecados ante el Memorial Walter Benjamin en Port Bou. Nicolás, hermano mayor del Generalísimo, lo convenció de que no fuera abiertamente hostil con los judíos por la fragilidad económica de España, por la ayuda que habían recibido de la Banca Morgan durante la cruzada y porque en el futuro habría que contar con el lobby judío internacional. Es falso que Franco utilizara la prudencia para no implicar a España en la II Guerra Mundial. Utilizó la ambigüedad porque temía que entrar en guerra significaba perder el control de un país desbaratado por el reciente final de su guerra civil, un país en el que se debían avalar día a día las provisiones de alimentos fundamentales para una supervivencia dramática que no impidió la existencia de miles de muertos de hambre y de tuberculosos. Franco condicionó finalmente participar en la II Guerra Mundial si Hitler satisfacía la apertura de las zonas de influencia de España en el Mediterráneo y Norte de Africa, lo que hubiera significado serios problemas de aceptación por parte de la República de Vichy y de Mussolini. Finalmente Franco colaboró con el Eje al favorecer abastecimientos de materias primas fundamentales y con la participación de la División Azul en los frentes de la URSS, especialmente en el de Leningrado, donde dejó un terrible recuerdo. Todos estos hechos están recogidos en la historiografía más solvente y sólo desde posiciones marcadas por la justificación de la alianza USA-Franco o Vaticano-Franco se ha minimizado el carácter fascista y represivo del franquismo, disfrazándolo de un autoritarismo, tal vez demasiado riguroso, pero hasta cierto punto lógico o depurativo. Cuando desde el dilettantismo o desde al cálculo electoralista o desde la voluntad de metabolizar la transubstanciación milagrosa del fascismo italiano, se falsifica la memoria histórica de Franco, los que la tenemos no podemos evitar un corto viaje entre la indignación y la melancolía, mientras resuenan en nuestro cerebro las obsesivas aclamaciones rituales de Franco, Franco, Franco como si en realidad proclamaran Sanctus, Sanctus, Sanctus, salmodia en el gran mercado de la desfachatez moral e intelectual. |