SE LO PERMITE UNA RESOLUCIÓN JUDICIAL Menem ya puede confesar su declaración de bienes
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Por Martín Granovsky A veces los periodistas se tientan: interpretan cualquier ataque a la libertad de expresión como un ataque sólo contra los periodistas. Y a veces, con efectos mucho más graves, se tientan los funcionarios: presentan cualquier defensa de la expresión libre de la gente, del derecho a informarse, como un subterfugio de la prensa para impedir la re-re, violar la intimidad de los funcionarios y condenarlos a un futuro sin dinero ni salud. Una perspectiva horrible a la que han contribuido esta semana una jueza y un senador. La jueza es María Laura Garrigós de Rébori, la misma que el año pasado sobreseyó al editor de Página/12 Fernando Sokolowicz, al director Ernesto Tiffenberg y al columnista Horacio Verbitsky en el juicio entablado por el presidente Carlos Menem contra una nota en la que se decía que no había sido torturado por la dictadura. El senador es Pedro Villarroel, del Frente Cívico catamarqueño. Como parte del fallo de aquel sobreseimiento, la jueza dijo que Menem tenía que pagar las costas de los abogados Pablo Jacoby y Alicia Oliveira. El Presidente no pagó. Y los abogados pidieron conocer los bienes del Presidente. La jueza aceptó el reclamo y la Secretaría de Etica Pública envió el documento, pero surgió un obstáculo. Un decreto, el 494/95, garantiza el secreto a las declaraciones. Los abogados clamaron inconstitucionalidad. La jueza no se quiso pronunciar. "Independientemente de la opinión que me merezca la normativa cuestionada", dijo, la declaración de inconstitucionalidad es "un remedio extremo" y, para "preservar la seguridad jurídica, sólo debe adoptarse cuando no se cuenta con ningún otro medio para satisfacer los derechos reclamados por las partes". Sin embargo, la doctora Garrigós sacó conclusiones interesantes: * Dijo que el Presidente no está obligado a cumplir con el decreto 494. * Entonces, el secreto no es obligatorio. * Estableció que Menem tiene derecho a la intimidad, pero dijo también que ese derecho queda limitado si impide el ejercicio de otros, por ejemplo el cobro de honorarios profesionales. * Y preguntó a Menem si la autoriza a difundir a los abogados su declaración de bienes. El Presidente aún no respondió. Suspenso. El episodio que involucra al senador Villarroel es curioso y se remonta también a un artículo publicado en este diario. Los lectores conocen bien la historia: un periodista quiso elogiar al Burrito Ortega ironizando sobre las críticas racistas de sus detractores, el gobernador de Jujuy estimuló la lectura literal del artículo, el diario y el periodista subrayaron la ironía y el Senado de la Nación, al fin, se ocupó del tema. Lo hizo votando una declaración de repudio a la nota. Sólo dos senadores votaron en contra. Uno fue Alberto Maglietti, de Formosa. Otro, Villarroel. Lo más interesante de su discurso es que no defendió a Página/12, ni reivindicó el valor de la ironía como clave de la inteligencia, ni rescató al periodista. Simplemente dijo: "Me parece que es impropio que el Senado como cuerpo reparta elogios y reprobaciones a lo que se publica". Una jueza que interpreta la inutilidad de una reglamentación y permite al Presidente un acto de transparencia, de confesión. Un senador que concibe de manera cristalina la libertad de prensa. Qué sencilla puede ser la democracia.
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