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Por Fernando D'Addario "Cada día está más vivo", coinciden Hamlet Lima Quintana y Oscar Cardozo Ocampo cuando se refieren al Che Guevara. Quizás intuyan que no hay en sus vidas más esperanzas de inmortalidad que la que le confieren sus canciones, y prefieren entonces regalarle su pedacito de eternidad al luchador latinoamericano, que hace rato sorteó con elegancia su entrevero con la muerte. Hamlet, poeta que ha sabido enriquecer con sus textos la música de raíz folklórica, y Cardozo Ocampo, compositor y arreglador, grabaron el Diario del Regreso, una obra que, con la voz de Jairo, imagina en formato de canciones un hipotético viaje del Che, desde Vallegrande, el lugar donde los antropólogos descubrieron sus restos, hasta Santa Clara, donde lo recibió el pueblo cubano. "La obra se metió dentro de mi pensamiento, a tal punto que desde que la hice, no pude ponerme a escribir ninguna otra cosa", admite el poeta en conversación con Página/12. La entrevista se desarrolla en la casona de Cardozo Ocampo en Núñez, y ambos artistas coinciden en que algo mágico los impulsó a trabajar en esta ocasión, ya que hasta el momento, y pese a ser muy amigos, sólo habían hecho juntos el tema "Luz de las rosas de marzo". Para Cardozo Ocampo, abordar esta obra implica una situación límite: "Esto me agarra a una altura de mi vida en que se toman las cosas de un modo distinto. Ahora es a todo o nada. No me puedo equivocar. Estoy en tiempo de descuento, ya no queda espacio para correcciones futuras. Y mucho más en esta obra, donde además de un compromiso artístico, existe un compromiso ideológico". El Diario del Regreso está dividido básicamente en cuatro partes. El Che en Bolivia, en vuelo (un hipotético vuelo hacia su tierra adoptiva), en La Habana y en Santa Clara. Son en total 15 canciones, que desde el punto de vista formal, asumen algo así como un mapa musical latinoamericano que en la mayoría de los casos, se condice con el trayecto ilusorio del guerrillero muerto. "Hay, entonces, desde colores pentatónicos hasta sabores tropicales, trompetas, sikus, pianos, cajones peruanos y charangos. Y la voz privilegiada de Jairo, que se metió en esto con un sentimiento conmovedor", según adelanta Cardozo Ocampo. La aparente "coherencia" entre los distintos ritmos folklóricos y las zonas geográficas recorridas hipotéticamente por el Che, se quiebra cuando, por razones arbitrarias o no tanto, al cruzar del océano Pacífico al Caribe, aparece un tango, "Ay, corazón no te desboques", donde el héroe, en la voz de Jairo, dice "Ay, corazón, no te desboques tanto/ vas a cruzar del Pacífico al Caribe/ Confiesa que al llegar llevas un tango/ y un aire tropical que te revive". Y también se interpone un candombe, "A modo de paloma", que imagina el sentimiento del Che cuando iban a depositar sus restos en la urna: "Pongan mis huesos en una barca/ la proa al viento de la victoria/ Sol en la cara como he vivido/ la cara al frente como he luchado". En el transcurso de la obra, se refiere un hecho histórico, ocurrido durante la conquista española. Hamlet lo explica de esta manera: "los invasores matan al cacique de una tribu. De inmediato, los aborígenes niegan su muerte y transforman el hecho en leyenda, afirmando que el cacique no ha muerto, sino que se transformó en piedra para volver y liberar a su pueblo. Cuando llega a Cuba la noticia de la muerte de Ernesto Guevara, el campesinado cubano aplica la leyenda y dice que el Che no ha muerto, se ha transformado en piedra para, a su regreso, sumarse a la lucha". El disco no es el capricho de dos hombres que se han tomado el asunto con ligereza. Cada uno a su manera, tanto Hamlet como Cardozo Ocampo han tenido militancia política. Y sufrido por ello. En el caso del escritor, ambas situaciones (militancia y sufrimiento posterior) se verificaron de modo más explícito: "Fui y sigo siendo afiliado al PC. Esto me ha costado marginaciones de todo tipo, amenazas de muerte, inclusive tuve que irme un tiempo a España. Armando (por Tejada Gómez) había enviado el mensaje: 'a Hamlet hay que mandarle el pasaje ya o es boleta'. En 24 horas arreglé todo como pude y me fui. Al tiempo volví, pero no pude actuar hasta 1982". Cardozo Ocampo era, en los '70, gremialista, y llegó a ser dirigente del sindicato de músicos. Recuerda situaciones impensables en el mundo artístico actual: "hicimos huelgas de músicos. Y las productoras, o los sellos contrataban a músicos carneros. Me acuerdo de la grabación de un disco de María Marta Serra Lima. Cuando estalló la huelga faltaban grabarse las cuerdas. Entonces llamaron a un músico que hizo un arreglo con teclados, a las apuradas. Se hizo inmediatamente una asamblea, y esa actitud le costó la expulsión del sindicato. Por esta actividad sindical estuve muchos años sin poder grabar, salvo por encargos privados". Eran otros tiempos, claro. --¿Existe una unidad en "El diario del regreso"? C.O.: --Sí, claro. La unidad es Latinoamérica. --Aunque el pensamiento de ustedes está plasmado en la obra, ¿qué significa en sus vidas el Che Guevara hoy? L.Q.: --El Che es quien recuperó para todos nosotros lo que se ha perdido en este continente: la ética y la dignidad. C.O.: --Reivindicar al Che hoy es marcar una presencia necesaria, porque representa la esperanza en la capacidad del ser humano de superarse, y también de resistir. Tan compenetrados están con el aspecto artístico del asunto que ni siquiera se han puesto a pensar en el necesario proceso de edición y comercialización. "Todavía no sabemos ni cuándo ni por dónde saldrá este disco. Sólo sabemos por qué..." concuerdan, manteniendo el tono de epopeya que recorre todo el trabajo. De todos modos, la idea es terminar de grabar de aquí a tres meses, para que antes de fin de año el disco esté en la calle. "Este es el diario que el Che no pudo escribir", vuelven a coincidir, y queda claro que la alusión, aunque fundada en una fantasía onírica plasmada en poesía y música, se materializa a cada instante. Sólo basta un recuerdo, una remera, o una canción.
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