Por Raúl Dellatorre No habrá contemplaciones para los reclamos de la industria
automotriz en el nuevo régimen común sectorial que entrará en vigencia a partir del
primer día del 2000. Las industrias instaladas no gozarán de aranceles preferenciales
para importar piezas ni autos terminados, ni mantendrán ventaja alguna con respecto a las
plantas que se instalen en el futuro. El acuerdo en estos puntos entre los gobiernos de
Argentina y Brasil --que habían sido anticipados la semana pasada por Página/12--
fue explicitado ayer por el ministro de Industria y Comercio del país vecino, José
Botafogo Goncalves, en el World Economic Forum, que se inauguró ayer en Buenos Aires.
"Será el fin de los regímenes especiales", definió, además de subrayar su
total desacuerdo con los reclamos de las automotrices para preservar algunas de las
actuales ventajas.
Las definiciones del funcionario brasileño dieron por tierra con las
expectativas anunciadas el lunes, a la salida de una reunión con Roque Fernández y Jorge
Rodríguez, por el titular de Adefa, Horacio Losoviz. "Nos aseguraron que en el corto
plazo no se va a afirmar acuerdo alguno con el gobierno brasileño, lo que nos da tiempo
para continuar debatiendo", había informado el directivo empresario. Pero ayer el
ministro brasileño dio una perspectiva diferente.
Aunque el acuerdo automotriz no será firmado en la Cumbre del Mercosur
de Ushuaia de esta semana, tal cual se confirmó ayer, los puntos en divergencia que
demoran la rúbrica no pasan por el reclamo de los industriales, señaló ayer Botafogo
Goncalves. "Hay entre un 85 y 90 por ciento de acuerdo, falta resolver el tratamiento
especial que se le dará a Uruguay, que tiene una industria muy pequeña, y Paraguay, que
no posee instalaciones", apuntó. "El resto son diferencias pequeñas, como los
aranceles que se aplicarán a vehículos pesados (camiones y tractores), pero en los
puntos centrales hay acuerdo entre los gobiernos: las diferencias son con la industria
argentina", explicitó el funcionario brasileño.
Jorge Campbell, secretario de Relaciones Económicas Internacionales y
jefe de los negociadores argentinos, rehuyó en cambio cualquier tipo de precisión sobre
los puntos en discusión. Pero Goncalves fue preciso, incluso, en describir la filosofía
del régimen a acordar. "No se trata simplemente de resguardar un mercado interno; el
Mercosur debe ser presentado como la plataforma de las industrias para conquistar otros
mercados. Por eso es necesario que los inversores internacionales tengan una señal clara
y permanente para que puedan tomar sus decisiones de acuerdo a su estrategia global",
afirmó. "No admitiremos ningún tipo de restricciones", agregó.
Goncalves ratificó que las empresas brasileñas que gozan de algún
tipo de ventaja impositiva con alcances más allá de 1999 "serán excluidas del
régimen, y su producción recibirá el tratamiento como de terceros países". Es
decir, que sus exportaciones a otros países del Mercosur pagarán aranceles en el país
de destino del 35 por ciento, que será la tarifa externa común a partir del 2000. Pero
también aclaró que, con los actuales regímenes vigentes, "todas las industrias
instaladas en ambos países" han sido beneficiarias de subsidios.
A partir del régimen común, quedaría establecida una unión aduanera entre ambos
países, lo cual implica un comercio libre entre los dos territorios, un arancel externo
común para los productos importados de terceros países y "el fin de los subsidios
distorsivos", tal cual lo enunció el ministro de Industria de Brasil. "Lo mismo
será válido para todas las industrias", agregó Goncalves, sin dar espacio a las
dudas que en cambio dejó flotando Campbell pocos minutos después con sus respuestas
evasivas.
Sin acuerdo con Europa
La Unión Europea deberá responder hoy si acepta incluir a los
productos agropecuarios en las negociaciones por la liberalización del comercio entre
dicho bloque y el Mercosur. Si la respuesta es negativa, la posición de los países
miembros de este último acuerdo regional es desistir de seguir las conversaciones. En
este punto coincidieron ayer representantes oficiales argentinos y brasileños, y fue el
tema que concitó la mayor cantidad de preguntas de parte de los periodistas europeos.
"Hay dificultades para entender que la liberalización del comercio debe ser global:
en una reciente discusión del Consejo de la Unión Europea se verificó que hay una gran
resistencia a negociar sobre mercados agrícolas, que es un tema de preocupación central
para el Mercosur", ilustró Botafogo Goncalvez, ministro de Industria y Comercio de
Brasil. Tanto él como Jorge Campbell, secretario de Relaciones Económicas
Internacionales argentino, subrayaron que no se negociará sobre otros puntos si ese
capítulo permanece cerrado. Igual criterio, anticiparon, se seguirá en las discusiones
con Estados Unidos por el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Asia seguirá golpeando
"Llevará tiempo digerir la crisis asiática, de la que todavía
habrá algún impacto en los próximos meses", opinó ayer el presidente del Foro
Económico Mundial, Klaus Schwab, en una de sus primeras intervenciones en el encuentro
que se realiza en Buenos Aires. El empresario suizo, fundador de este ámbito, expresó
que aún cabe esperar "una ofensiva de los países de esa región". Para
América latina, advirtió, ello representa "el desafío de incrementar su
productividad, para enfrentar la oferta de países que han devaluado fuertemente su
moneda". Asumiendo la representación de los capitales internacionales, Schwab se
diferenció de quienes refieren a la crisis asiática como un hecho superado. "Somos
conscientes de la profundidad del fenómeno y nos interesa ver si América latina sigue
resistiendo, en particular frente a perspectivas de incertidumbre política, como resulta
de las elecciones presidenciales en Brasil este año y en Argentina en el próximo". |
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