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RODRIGO CARDENAS Y "EL CASO R.C."
Racing en el teatro

Todos los viernes, en Liberarte, con la excusa de una obra de teatro, se reaviva la pasión por Racing Club. La actuación de Rodrigo Cárdenas provoca risas, cánticos e insultos, como en la cancha.

Rodrigo Cárdenas traslada su pasión por Racing a un escenario.
Ya trabajó en media docena de proyectos relacionados con la Academia.

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Por Fernando D'Addario

t.gif (67 bytes) El protagonista está en un bar, escuchando la radio. Quiere saber de una vez por todas si Racing va o no a la quiebra. La respuesta es sí, pero aún no lo sabe. Su mente no funciona bien y pronto un médico le diagnosticará que sufre el llamado "síndrome R.C." La escena se desarrolla en una suerte de estadio ilusorio, que se esconde en la intimidad de la bodega cultural Liberarte para fantasear alrededor de una patología común a miles de argentinos: ser hincha de Racing. En la cancha (perdón, escenario), todos los viernes Rodrigo Cárdenas (nada que ver con el Chango) exorciza 31 años de amarguras con una comicidad cómplice, festejada por quienes se saben unidos en la desgracia. El público, adaptado con forzoso recato a los códigos del "espectador teatral", aguanta todo lo que puede, pero ante el menor guiño del actor, se lanza con un "Vamos, vamos, vamos la Academia..." y se revolean camisetas, y se despotrica (con efusividad contenida, eso sí) contra Independiente y Boca, y Liberarte deja de ser Liberarte. Todo sea por Racing, fuente de inspiración para este hombre que --como buen hincha-- persevera, aunque su equipo no triunfa: su vida artística ya acredita media docena de intentos relacionados con Racing. El caso R.C., tal el nombre del unipersonal, es una historia de militancia, contada por el protagonista. En su delirio de fidelidad, conviven gags que podría reconocer cualquier hincha, con referencias a un pasado glorioso y a un presente que duele pero igual enorgullece. Un puñado de fanáticos grita en la sala: "Rodrigo es de Racing/ de Racing de verdad". La arenga lo posiciona en un rol equidistante al de futbolista, status que, tratándose del club que se trata, no se sabe si es alentador o peligroso. Al menos no se pierde goles como Vilallonga. "La otra vez vino un pibe que es de los Racing Stones (uno de los grupos que integran la barra brava). Era la quinta vez que veía la obra. Y me regaló la camiseta. Me advirtió: 'Mirá que tiene muchos combates, ¿eh?' Y eso me da una responsabilidad mayor", asegura Cárdenas en conversación con Página/12.

La pasión no es nueva. En 1988 hizo Hijos nuestros, tragedia inspirada en la muerte de un hincha de Racing producto de un bengalazo en cancha de Boca, con el puma Goity en el papel de un barrabrava. Ganó el 1ª premio en la Bienal de Arte Joven y posteriormente una mención de la Secretaría de Cultura de la Nación. En 1994 reincidió con El día de los dedos, donde el protagonista descubre que su real enfermedad es Racing. En la tira De Corazón interpretó también a un hincha de Racing: "Imaginate, culebrón, tres de la tarde. En una escena, el personaje que hacía Florencia Peña me dice: 'Te noto mal, ¿no querés tomarte un cafecito amargo?'. Me la dejó picando, y como tenía la posibilidad de improvisar, me largué: '¡Amargo!, como Independiente...' y me mandé con un discurso". También fue convocado para hacer Graciela de América, junto con la Alfano. "El sueño del pibe, por lo que es Graciela y porque es hincha de la Academia". Y el corto "Tiempo de descuento" (muy interesante trabajo dirigido por Flavio Nardini, también centralizado en el equipo de Avellaneda) y el documental 30 años no es nada, este último aún no difundido.

"Yo tengo que hacerme famoso con Racing", dijo para sí alguna vez. Casi lo consigue con Futbolitis, una obra desopilante, que tenía como contrafigura al actor Lucas Montana, haciendo de sufrida esposa de un alienado hincha de Racing. Futbolitis estuvo en cartel cuatro meses en la sala Roberto Arlt del Complejo La Plaza. Una vez concurrió el árbitro Horacio Elizondo, como un espectador más. Cuando los hinchas (espectadores) lo reconocieron antes de entrar, empezó el clásico "Elizondo botón/ Elizondo botón/ sos un hijo de puta..." Hasta que a Elizondo no le quedó más remedio que irse. Cuando terminó Futbolitis, Cárdenas admitió íntimamente que ya no iba a poder convencer más a nadie para traducir teatralmente su pasión. Y se largó solo, con El Caso R.C. "Lo que tiene esta hinchada, y no tiene ninguna otra, es la militancia. Hay una conciencia mística en el hincha de Racing. Ni siquiera sé si un triunfo nos va a venir bien. Tengo la sensación de que cuando se vaya todo al diablo en este país, cuando no quede nada en pie, entonces Racing va a salir campeón".


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