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La crisis asiática podría extenderse más allá de 1999 y América latina, es candidata a pagar los platos rotos, en particular los países que como Argentina tienen atada su moneda al dólar. El inquietante pronóstico fue formulado por Ernst-Moritz Lipp, prestigioso economista alemán y director gerente del Dresdner Bank, en el plenario que cerró la sesión de ayer del World Economic Forum, ante la presencia atónita de los ministros de Economía de Argentina y de Brasil. Lipp rompió la monotonía de este tipo de encuentros no sólo con su diagnóstico sobre la crisis en Asia, sino porque además rechazó de entrada el título de la convocatoria al panel que integró: América latina frente a la volatilidad global. "No deberíamos seguir discutiendo sobre volatilidad, porque hoy la situación está caracterizada de otro modo: el comercio mundial está amenazado por una caída dramática del precio de muchos productos provocada por la crisis asiática, cuyos países no encuentran salida a la depresión, ni la encontrarán este año ni posiblemente en el '99", expresó el especialista. Según Lipp, la economía de Estados Unidos "muestra signos de debilidad, las perspectivas son muy negativas para sus exportaciones y para las ganancias en algunos sectores: hay que empezar a preguntarse si no es un giro de su economía por lo que está ocurriendo en Asia". Inmediatamente apuntó que esta situación "tendrá efecto sobre América latina en el próximo año y medio", e indicó que mientras que México, Chile y Venezuela ya sienten el impacto sobre el precio de sus productos exportables, "otros países no podrán evitar ser parte de las dificultades generadas en los mercados globales". Diagnosticó que las "devaluaciones competitivas" en Asia podrían continuar. "Japón seguirá en recesión y la caída del yen continuará y, de seguir este cuadro, China no podrá resistirse", opinó. La crisis de los mercados de productos que ello provocará, por la caída en las compras asiáticas y la invasión de sus ofertas, genera un conflicto muy distinto al planteado por la cuestión de la volatilidad de los capitales financieros, explicó. "América latina tiene hoy un sistema financiero más robusto, con presencia de capitales extranjeros y mayor transparencia; no hay sobreendeudamiento privado; las economías están mejor posicionadas para soportar una crisis, pero eso es cierto sólo si hablamos de volatilidad, un problema del cual deberíamos dejar de hablar", advirtió Lipp. Roque Fernández y Pedro Malán compartieron el panel con el economista alemán sin responder una palabra al diagnóstico que escucharon. En cambio, Steve Hanke, el ex asesor de Domingo Cavallo que recorre el mundo propagandizando la convertibilidad, se prendió al discurso de Lipp. "Yo veo la situación tan mal como él, más grave de lo que muchos creen", dijo. Pero en una intervención posterior prodigó loas a los regímenes de convertibilidad. "Cada vez más, los países deberán decidir a qué moneda fuerte atan su propio signo: elegirán entre el dólar y el euro". Para su desgracia, su intervención mereció la inmediata réplica del alemán. "La convertibilidad fue una buena idea en su momento --dijo Lipp--, pero dada la situación de los mercados mundiales que describí, habría que ver qué pasa con el dólar. Lo mejor para América latina sería que el dólar se debilite cada vez más porque, si no se devalúa, la región pagará las consecuencias de la crisis comercial" por su atadura a la moneda norteamericana, remató.
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