(The Magic Sword) Estados Unidos, 1998
Dirección: Frederick Du Chau
Guión: Kirk De Micco, William Schifrin, Jacqeline Feather y David Seidler
Edición: Stanford Allen
Basado en la novela "The King's Damosel", de Vera Chapman
Música: Patrick Doyle
Canciones: David Foster y Carole Bayer Sager
Voces (en la versión con subtítulos): Gary Oldman, Eric Idle, Don Rickles, Celine Dion, Pierce Brosnan, Gabriel Byrne y Sir John Gielgud.

Los caballeros están reunidos en Camelot. Un inmenso grifo aparece de pronto sobre la mesa redonda. Le arrebata Excalibur de las manos al Rey Arturo, y sale volando. Un halcón de alas plateadas es enviado por Merlín a interceptarlo. La espada se escapa de las garras del Grifo, y cae en el Bosque Encantado. Los árboles le cierran el camino al Grifo, que aúlla al cielo y parte en busca de su maléfico amo. Esta es la anécdota principal de La espada mágica, el film con que la empresa Warner pretende seguir conquistando terreno en la abierta lucha desatada por el mercado internacional de la animación, durante muchos años monopolizado por Disney. Después del éxito de Space Jam, fue el turno de dedicarse a animar una leyenda muy recorrida: la del Rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda. Claro que el film de Frederick Du Chau no se queda en Arturos, Grifos o Merlines. A tono con los tiempos, La espada mágica presenta una pareja protagónica adolescente y menospreciada: una joven con ánimos de guerrera, y un joven ciego y desterrado. Ambos irán en busca de Excalibur, internándose en el Bosque Encantado. No les será tan fácil: Ruber, el malvado amo del Grifo, tiene la misma idea. Sabe que con Excalibur de su lado, Arturo está perdido.

Si Mulan presenta como protagonista a una jovencita que se disfraza de hombre para pelear contra los hunos, La espada mágica no puede ser menos. Du Chau presenta a Kayley, una adolescente que sueña con llegar a ser Caballero de la Mesa Redonda. Pero existe una diferencia: Mulan va a la guerra para salvar a su padre y al honor de su familia. Kayley quiere pelear porque quiere ser famosa, porque se aburre en su granja. Semejantes similitudes y diferencias recorren todo el film de Warner, transformando cada buena intención en caricatura. Imitando efectos pero no razones. Fines pero no medios. De esta manera, por ejemplo, La espada mágica cuenta con un monstruito divertido y simpático, un dragón con dos cabezas. Pero sus frases sofisticadas --con referencias cinéfilas varias-- por lo general confunden en vez de divertir, son un obstáculo en la historia en vez de ayudar a recorrerla irónicamente.

Y además está la música. Los temas románticos, compuestos por el hacedor de hits FM David Foster, están hechos a medida para el caudal vocal de Celine "Titanic" Dion. Claro que el doblaje no deja Celine alguna, y entonces las canciones se desarrollan --nunca mejor utilizado el término-- a grito pelado. El mejor protagónico, sin lugar a dudas, es el más ambiguo de todos, el Bosque Encantado. Un sitio que encarna fantasías y pesadillas del retorno a la naturaleza, con dragones, árboles tramposos y flores mironas. En él vive Garrett, el joven ciego con alma de guerrero, al que el águila de alas plateadas le sirve de ojos en el bosque. El malo, Ruper, está al nivel del rey Huno de Mulan. En particular por su arranque casi terrorista al tomar por asalto Camelot y encerrarse con Arturo en el castillo. Pero quien marca el estilo acomodaticio del film es un gallito que se pasa de bando según como venga la trama. Será mascota de Kayley en un comienzo, la delatará al ser reclutado a lo "Transformer" por Ruper, y hacia el final sabrá darse cuenta (gallo pero no tonto) de qué lado están los ganadores. Del lado de La espada mágica, por supuesto. ¿Cuál otro si no?

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