La luz de alarma no se prende por los judíos
Por Daniel Goldman * |
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Esta
mañana la pantalla de mi computadora se vio colmada por mensajes de Internet --esta forma
posmoderna de comunicarse-- con una pregunta que me hacían amigos de diversos lugares del
mundo. Estados Unidos, Brasil, Perú y Francia lanzaban la pregunta que en definitiva
siempre me hacen cada vez que viajo al exterior: ¿Es real lo que Raúl Kollmann cuenta en
Página/12 de ayer? ¿Hay un alerta roja en relación con la comunidad judía? De
inmediato leí en la nota de Kollmann una aclaración esclarecedora: "Un 15 por
ciento de la población con características discriminatorias". Mis ojos no se
pudieron desprender de las reproducciones de las llamadas telefónicas recibidas en el
programa "Zoo", aunque no me llamaron la atención. A esta altura, tras años de
groseros epítetos que más de una vez recibí en la calle, amenazas telefónicas y hasta
sofisticadas observaciones intelectuales imbuidas de un aire prejuicioso, una sola cosa me
subleva: la llamada de una tal Alejandra que dice que le gustaría ver a los judíos en
las calles defendiendo otras causas en nuestro país. Este tipo de expresión intolerante
que utiliza un argumento falaz nos pide a los judíos mayores actos de argentinidad que al
resto de la ciudadanía. Pareciera indicar que lo judío asusta porque resulta extranjero
y por lo tanto se le debe demandar una obligación "plus" para no transgredir el
mandato nacional.
La exigencia de esta obligación adicional no es otra cosa que la
resultante de la misma mentalidad autoritaria, que se manifestó en la Semana Trágica, en
el ejército pseudoprusiano del general Uriburu, en las filas de Tacuara y en los años
del Proceso en los que al secuestrado judío se le aplicaba una tortura "plus"
por su propia y riesgosa condición.
Expresiones como las de Alejandra permiten comprender mejor que la
ideología remanente del gobierno militar del '76 es parte del caldo de cultivo que
permitió que en el '94 muriesen 86 seres humanos.
Por lo tanto, ¡cuidado! La luz de alarma no se prende por los judíos.
Va más allá. Es la esencia de la propia democracia que, avejentada en sus vicios de
siempre a pesar de sus pocos años, se pone en peligro. Y esto a diferencia de Internet no
es para nada virtual.
* Rabino.
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