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Dos policías murieron y varias personas resultaron heridas cuando un lunático armado con un revólver calibre 38 irrumpió ayer en el Capitolio y disparó en uno de los corredores de acceso y en la oficina de Tom DeLay, jefe de la bancada republicana. El hombre, que pasó a la carrera el detector de metales ubicado en la entrada del ala este del Congreso estadounidense, también fue gravemente herido, en ambas piernas y en el estómago, y fue trasladado a uno de los hospitales zonales. En la calurosa tarde veraniega de Washington, el Capitolio estaba lleno de turistas, quienes al sonido de las balas comenzaron a correr en todas direcciones refugiándose donde podían. "Fue una caos masivo", dijo una mujer. Otra pareja de visitantes comentó que "en un primer momento, el estruendo de las balas fue tan fuerte que creímos que se estaba cayendo una de las estatuas. Pero en seguida nos dimos cuenta de lo que ocurría y comenzamos a correr". En diálogo con la radio CBS, uno de los agentes de seguridad defendió la seguridad del Capitolio diciendo que "el sistema es realmente bueno. Sucede que por aquí circula mucha gente rara, decididamente extraña, acerca de quienes no se puede predecir sus reacciones". "La seguridad del Capitolio no ha sido comprometida, los miembros del Congreso no resultaron heridos y el edificio se abrirá normalmente mañana (por hoy) por la mañana, con la excepción de la escena del crimen", señaló el sargento Dan Nichols, portavoz de las fuerzas policiales del edificio. De todos modos, Nichols adoptó luego un tono más grave. "Este es un duro día para la policía del Capitolio de Estados Unidos, éste es un duro día para el Congreso de Estados Unidos, y no es un buen día para Estados Unidos", enumeró el sargento. Un piso más arriba del lugar de los disparos está el despacho del presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, del líder demócrata Richard Gephart y del jefe de la mayoría en el Senado, el republicano Trent Lott. "El presidente (de la Cámara) está en su oficina, que está asegurada. Estuvo a salvo todo el tiempo", señaló el portavoz de Gingrich, Andrew Weinstein. En realidad, en el momento del incidente, la Cámara baja se hallaba en sesión. Sin embargo, por ser viernes y verano, muchos legisladores, tanto diputados como senadores, no se encontraban en el edificio pues habían partido hacia sus residencias en los estados que representan. El diputado John Lewis de Atlanta dijo que se enteró de lo que ocurrió cuando un agente se acercó con expresión conmocionada y dijo que dos policías habían sido abatidos y que había un hombre armado en el edificio. "Me fui entonces a mi oficina y me quede allí mirando las noticias por televisión", relató. "Uno de los miembros de la policía del Capitolio vino y nos dijo que trancáramos nuestras puertas y nos quedáramos adentro", explicó un asistente del despacho de Gephart. "Escuchamos estos disparos y todo el mundo comenzó a dispersarse a la carrera", recordó Ronald Beamish, un turista inglés de 70 años, que estaba en el negocio de souvenires del primer piso. Beamish fue uno de los primeros en acercarse a uno de los policías heridos. "Vi que un agente caía al piso. Me aproximé y le tomé el pulso. Estaba muy malherido. Me quiso decir algo pero no pude oírlo bien, no pude entenderlo", dijo. Gareth, hijo de Beamish, dijo que él y otros familiares se habían refugiado en el baño y habían esperado allí unos diez minutos hasta que les pareció que la situación se hallaba bajo control. Los policías muertos fueron identificados como Jacob Chestnut, un veterano oficial con 18 años de servicio en la seguridad del Capitolio, y John Gibson. Los heridos, en tanto, fueron trasladados en ambulancia y en helicóptero. La policía cerró las puertas del Congreso y no permitió que nadie entrase ni saliese mientras investigaban con el propósito de cerciorarse de que no había más personas armadas en el establecimiento. En esta década y debido a los ataques terroristas en las Torres Gemelas de Nueva York y en el edificio público de Oklahoma, la seguridad de los edificios del gobierno ha sido marcadamente incrementada. El FBI, la policía del Congreso y de la ciudad son los responsables de investigar el caso: ya comenzaron a interrogar a testigos de la escena. El agresor fue identificado como Eugene Weston, de 45 años. Según informó CNN, el FBI conocía a Weston porque en varias ocasiones había mostrado un comportamiento público agresivo profiriendo amenazas contra Bill Clinton. El presidente, que se había trasladado a Camp David por el fin de semana, hizo llegar sus condolencias a las familias de los dos agentes. "El Capitolio es la casa del pueblo, un lugar donde los visitantes y los trabajadores no deberían temer a la violencia", dijo Clinton. El Ministerio de Justicia y la Casa Blanca estuvieron en contacto toda la tarde a raíz del episodio. El representante DeLay no se hallaba en su despacho cuando ocurrió el ataque. El staff se refugió en uno de los cuartos de la oficina del diputado, que queda cerca de la entrada del ala este. Esta entrada fue descripta como "muy popular; por allí suelen entrar los colegios y, sin duda, gran número de turistas". La turista herida, Angela Dickinson, de 24 años, se encontraba ayer en "estado grave" y fue operada por la noche.
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