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Por Mariana Enriquez El lugar más concurrido de Buenos Aires no Duerme es el espacio de Internet: es imposible encontrar una silla vacía en el sector de las 90 computadoras y los jóvenes hacen cola pacientemente a la espera de sus turnos. Pero le sigue de cerca la biblioteca, en el primer piso. No es que los adolescentes porteños hayan caído presa de una euforia lectora: la mayoría se acomoda en los elegantes sillones de terciopelo y cuero para echarse una siesta. Otros prefieren acercarse a las gradas próximas al estudio de radio, una vedette de esta edición, donde ayer por la tarde Diego Angeli conducía su programa "Ciudad insomnio" y les firmaba autógrafos a las chicas. Anoche a las 20, al cumplirse las primeras 24 horas de las 240 de Buenos Aires No Duerme, ya habían pasado por el Centro Municipal de Exposiciones más de 60.000 personas. A partir de las 18, el público comienza a entrar en masa y por la noche se convierte en un torbellino. Y no se trata de un espacio exclusivamente joven. El elegante café literario del primer piso reclutó a los más grandes, que el jueves a la noche se agolparon en uno de los auditorios donde Alejandra Boero daba una clase magistral. Y ayer por la mañana, muchos chicos de menos de 12 años recorrieron el lugar aprovechando las vacaciones de invierno: el espacio que más les gustó fue el taller de historieta, justo al lado de la imprenta de fanzines que funciona casi en el corazón de la muestra, cerca de la pirámide central, que no paró nunca. Este año, el espacio de Buenos Aires no duerme es mucho más grande, pero además es más sencillo tener acceso a todo. Por ejemplo, si bien ya no existe un stand de historietas y revistas alternativas, se las puede encontrar en la biblioteca y leerlas ahí, junto a libros de Tolkien, Fuguet, Bradbury, Burroughs y Lovecraft. El espacio de historieta es de producción: muchos eligieron escribir el nombre de su banda favorita con la témpera negra que se ofrece sobre la mesa, pero otros se lo tomaron en serio y se pusieron a trabajar. Muchos, en cambio, decidieron pintarse la cara y los más arriesgados, el torso. La videoteca es mucho más amplia que el año pasado: además de los cortos seleccionados por el comité especial, están los elegidos del "programa de descentralización cultural", que incluye los proyectos de distintos centros culturales en barrios, como El Eternauta, La Casona o Villa Crespo. A eso se le suman los de las escuelas de cine, los de la revista Haciendo Cine, los de Greenpeace y muchas películas de cine nacional como La hora de los hornos de Fernando Solanas, Pizza, birra, faso, de Bruno Stagnaro y Adrián Caetano, o Dársena sur, de Pablo Reyero. Todo este material puede pedirse en el mostrador y verse en uno de los 7 televisores con auriculares. Los que prefieren la pantalla gigante, cruzan enfrente hasta la sala de cine, donde puede verse el mismo material. "Lo mejor", dice a Página/12 Pablo, estudiante de Comunicación que también concurrió el año pasado, "es quedarse a dormir, porque así no te perdés nada, o te perdés menos. Pasa que el año pasado era un bajón porque gastás en comida. Este año, si te hacés un buen itinerario, comés gratis". Pablo se refiere a los talleres de cocina: el viernes, el amasado de pan duró dos horas, y todos comieron. También se elaboran manjares más sofisticados, desde salmón a salsa de almendras. Nuevo también es el taller de indumentaria que presenta diseños y modelos, de clásicos hasta sofisticados, como el conjunto para cóctel-soirée "Siglo XXI", apropiado para "la última noche del siglo" que consiste en falda, sobrefalda y corset de papel y plástico, con dos decorativos relojes sobre el corpiño. Lo que más entusiasma a los concurrentes, primerizos y repetidores, es la posibilidad de acceder a todo, gratis. "Porque hasta para ver cortos, o conseguir las revistas y los fanzines tenés que pagar. Acá lo ves todo. Lo mejor es Internet: anoche me pasé dos horas, porque no tengo en casa y los cybercafés son re-caros", dice Eugenia de 21, que no estuvo el año pasado. "No sabía que en Buenos Aires se hacían tantas cosas: pasa que como está todo disperso, no te enterás si no buscás mucho. Esto sirve, además como información", insiste. "Lo que me gustaría es que la radio fuera libre, que cualquiera pueda entrar y agarrar el micrófono. Aunque los programas que escuché también están buenos." Mientras tanto, en el Bar 240, se daban clases de tango (y no había ningún mayor de 30) y la pirámide central (donde hasta hacía minutos dormía un chico, abrazado a su mochila), Patricio Contreras, María Rosa Gallo, Claudio Gallardou y Julio Baccaro hablaban de teatro. Desde Rosario llegaban tres micros con gente de la Universidad para asistir a la muestra. Todo se encamina hacia el gran festejo de la hora 100, de lunes para martes, cuando estén sobre el escenario Los Caballeros de la Quema.
ARTES PLASTICAS, FOTOS Y DISEÑOS El primer piso de la muestra Buenos Aires No Duerme es una gran exposición de artes plásticas, fotografía, diseño industrial, humor gráfico e historieta, de los seleccionados durante los últimos meses. Allí, a pesar del nivel desparejo, se pueden ver cosas interesantes. Como en toda la muestra hay material de la "descentralización cultural", es decir, de los centros culturales de barrios. En la parte de diseño de objetos, la mayoría se queda boquiabierta delante de la "Pecera TV" (que no es más que una televisión-pecera) o los juguetes de madera que parecen antiguos. La fotografía más impactante es el enorme pollo (muerto, de carnicería) de Gustavo Silvetti. Y entre cuadros y cerámicas pueden encontrarse uñas postizas decoradas con espectaculares miniaturas. También es bueno el arte digital en computadoras, sólo que cerca de la ultraconcurrida sección de Internet pocos le prestan atención. Durante todos los días, las bandas de rock seleccionadas tocan en uno de los escenarios. Y uno de los lugares extraños es el espacio de Levi's, donde decenas de enchastrados pintan jeans: al final de la muestra se seleccionará al mejor, que ganará un viaje a Europa. Cerca de ahí, se concentraban en la mañana de ayer dos durmientes, más un amigo que recién se despertaba, próximo a desayunar. Gonzalo, el despierto, tras rezongar por su espalda contracturada, explicaba que tanto esfuerzo se debía "al ciclo de cine bizarro", que va de 3.30 a 7. "Vi todo anoche, fue espectacular. Está bueno porque son las vacaciones de invierno, así que pienso ver todo el ciclo y no dormir hasta el 2 de agosto", se ufanaba.
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