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El nuevo primer ministro japonés, Keizo Obuchi --que asumirá el jueves próximo--, viajó ayer a Manila para asistir a la reunión anual del foro regional de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y prometer ayuda para levantar a la economía de la región. Obuchi también le manifestó a la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, que "haremos lo que haga falta" para sacar al país de su peor crisis económica en mucho tiempo. Pero es posible que no tenga el respaldo necesario para realizar sus planes: los partidos opositores japoneses están evaluando la posibilidad de votar en bloque contra su propio nombramiento para forzar la convocatoria a elecciones generales, ya que consideran que Obuchi es una nulidad que continúa la gestión anterior. "Muchos países de Asia y de otras regiones de mundo tienen grandes expectativas en Japón y no los defraudaremos", dijo Obuchi en Manila. A la reunión del ASEAN, además de representantes del sudeste asiático, también asistieron los cancilleres ruso, Evgueni Primakov, y chino, Tang Jiaxuan; lo que expresa el grado de preocupación que existe sobre la persistente crisis económica y política de la región y que se vuelca sobre el resto del mundo. Una de las naciones del sudeste asiático, Camboya, al menos entregó ayer algunas noticias buenas. Durante las elecciones legislativas de ayer, contra algunos pronósticos, no hubo mayores incidentes, salvo un ataque de lo que queda de los Khmers Rojos --luego de la muerte de su líder, Pol Pot-- en el que murieron siete soldados y dos civiles. A pesar de la persecución política instaurada desde el golpe de Estado que derrocó hace un año al príncipe Norodam Ranariddh, los principales dirigentes se mostraron confiados en el retorno a la democracia. Un indicador favorable del día fue la asistencia de más del 80 por ciento del padrón electoral. Los resultados a boca de urna se darán a conocer en la madrugada de hoy pero de allí a la formación de un gobierno puede mediar un largo proceso: ninguno de los tres principales partidos podrá formar mayoría, y mucho menos tejer alianzas entre ellos, según consideran los analistas. Pero donde más se espera un rápido consenso político es en Japón, cuya economía descendente es un lastre que se agrega peligrosamente a la del sudeste asiático. Las elecciones en el Partido Demócrata Liberal (PDL) tuvieron, para la prensa, los dirigentes opositores y para algunos del propio partido gobernante, el peor de los resultados posibles. Obuchi representa al mismo sector del primer ministro saliente, Ryutaro Hashimoto, algo que irrita a la oposición y debilita al partido de cara a las elecciones del 2000. En este "nada ha cambiado", el principal rival del PDL, el Partido Democrático de Japón (PDJ), está tratando de unir a la oposición para que se nombre como primer ministro a su jefe, Naoto Kan. "Todos los que pertenecemos a partidos de oposición estamos perfectamente de acuerdo en una rápida disolución de la Cámara baja", dijo Tsutomu Hata, secretario general del PDJ. La oposición también está pensando otras medidas de carácter simbólico, como votar en el Senado a Kan como premier.
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