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Por Claudia Rahola desde Los Angeles Después de recorrer el mundo durante dos años con Moebius, un largometraje realizado junto a alumnos de la Universidad del Cine que dirige en Buenos Aires Manuel Antín, el cineasta argentino Gustavo Mosquera busca en Los Angeles hacer realidad su próximo proyecto, Los laberintos de Parque Chas. Basada en el comic de su compatriota Ricardo Barreiro, Parque Chas narrará la historia de un escritor extranjero que recala en un barrio de Buenos Aires. Ese barrio está construido en forma de círculo imperfecto y por allí pesa la leyenda de que la gente se pierde, alimentada por los taxistas que se niegan a adentrarse en él. "El barrio está construido de tal manera que le causa conflicto a la gente", explica Mosquera. "Si causa conflicto es porque hay algo allá dentro, y no es solamente que sea circular, puede ser algo más. Ese algo más empieza a ser la sal de la película." El recién llegado, Richard, alquila un departamento barato en ese "triángulo de las Bermudas" urbano, con una única condición: bajo ningún concepto podrá abrir una ventana, que ha sido clausurada. ¿Qué se esconde detrás de esa ventana? Gustavo Mosquera es uno de los pocos directores de cine argentinos que se ha atrevido a transitar el género de la ciencia ficción, una opción audaz que nunca le facilitó la tarea de encontrar financiación. "La Argentina es una caja de Pandora", explica. "Tiene una literatura fantástica impresionante y, sin embargo, no tiene un cine acorde con esa literatura". Tras su primer largometraje, Lo que vendrá (1988), presentado con éxito en el circuito de festivales, Mosquera cosechó una negativa detrás de otra cuando intentó vender sus siguientes ideas, primero Parque Chas, que tuvo que aplazar temporalmente, y luego Moebius. Pese a no poder realizarse de manera independiente, este último film se materializó finalmente en julio de 1996 gracias a la perseverancia del cineasta y de los que creyeron en él. Moebius fue innovadora por ser fruto del esfuerzo colectivo de otra profesora y 45 estudiantes de un taller de la Universidad del Cine de Buenos Aires, la entidad donde Mosquera impartía clases y que proporcionó los 250.000 dólares necesarios para su producción. Técnicamente más ambiciosa, Los laberintos de Parque Chas ya no puede llevarse a cabo en el marco universitario, ni con el ajustado presupuesto de Moebius, que obligó a reescribir ocho veces el guión. "Hecha en Hollywood, ningún estudio la va a presupuestar en menos de 25 millones de dólares, por la cantidad de efectos especiales", dice Mosquera, que ha fijado temporalmente su residencia en California. "Y es una película que se puede hacer por cuatro." El director prevé rodar en Buenos Aires y con un equipo mayoritariamente argentino. Moebius, que toma el nombre de una figura geométrica descubierta por un matemático alemán, narra la historia de la misteriosa desaparición de un tren con una treintena de pasajeros a bordo en la laberíntica red del subte de Buenos Aires. Para realizar esta metáfora de los desaparecidos durante la dictadura militar argentina, Mosquera se ciñó a un efecto al principio y otro durante la revelación final, filmando íntegramente con una cámara de anticuario. En cambio, Parque Chas es "un malabarismo de ingeniería para tratar de hacer efectos en un sentido distinto de como se hacen en Hollywood, para conseguir una textura distinta y un realismo que no tenga que ver con los efectos de la computadora", explica. Mientras busca los medios financieros para realizar su proyecto, que parece en buen camino gracias al apoyo que le ofreció la productora del director danés Lars Von Trier (Contra viento y marea), Mosquera teme tener que sacrificar su originalidad. "Lo que más me reconfortaría es tener una bola de cristal para poder mirar hacia adelante e imaginar que atravesé muchos problemas, pero que el concepto de la película lo pude mantener intacto", concluye el cineasta, quien posteriormente espera poder adaptar otro clásico del comic argentino, El Eternauta, de Héctor Oesterheld.
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