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"CADAVERES", BASADO EN LA OBRA DE NESTOR PERLONGHER
Las más terribles palabras

El grupo La Pista 4 elabora un complejo show teatral, con espíritu radial, partiendo de un poema de un maldito de la literatura argentina.

Una escena del espectáculo, que a su vez representa un homenaje.
Perlongher escribió "Cadáveres" en 1981: abundaban, más que nunca.

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CADAVERES 8 PUNTOS
Sobre poemas de Néstor Perlongher.
Intérpretes: Luis Ziembroski, Gabriel Correa, Luis Herrera y María Inés Aldaburu.
Dirección general: La Pista 4.
Lugar: Babilonia, Guardia Vieja 3765, los domingos a las 20.

Por Cecilia Hopkins

t.gif (862 bytes) "Bajo las matas / en los pajonales / Sobre los puentes / en los canales / hay cadáveres / En su divina presencia / Comandante, en su raya / Hay cadáveres... " Con desprecio y humor insuperables, Néstor Perlongher escribió su poema "Cadáveres" en 1981, justo cuando dejaba Buenos Aires para radicarse en Brasil, tras sufrir varios episodios de maltrato y discriminación. Muerto de sida hace seis años, el poeta y ensayista nacido en Avellaneda en 1949 dejó una obra de intrincada estructura que él definió "neobarrosa", en alusión al neobarroco, corriente poética a la que adhería y admiraba muy particularmente en la obra del cubano José Lezama Lima. A casi diez años de la publicación de su libro Alambres, el largo poema "Cadáveres" del que formó parte reactualiza su espíritu revulsivo junto a otros textos más breves de Perlongher, en el espectáculo que el grupo La Pista 4 está presentando en Babilonia, junto a la actriz María Inés Aldaburu.

Una desflecada versión de la marcha peronista, compuesta para bombo, trombón y clarinete, preludia en vivo los textos que interpreta Aldaburu. Mientras ella recita "La Murga Los Polacos", la luz dibuja en sus facciones claroscuros tenebrosos y los instrumentos aportan sonidos desarticulados. En "Canción de amor para los nazis de Baviera", la actriz matiza con pequeños gestos una voz expresiva que a sabiendas se va tornando casi inaudible. Alrededor de una mesa y debajo de una gran tela pintada por la artista Adrianne Gallinari, los actores Gabriel Correa, Luis Herrera y Luis Ziembroski se reúnen para decir, cada uno a su modo, fragmentos del largo poema que da título al espectáculo.

A la manera de una pieza radiofónica, "de esas que nunca escucharemos en una FM", como aclaran en el programa de mano, los actores buscan imprimirle un ritmo cambiante al discurso, transforman las palabras en murmullos o sacan sonidos de sus instrumentos. En el curso de la interpretación, todo está permitido, hasta deformar la propia voz, cubriendo la boca con un vaso. Una cinta grabada desgrana las mismas palabras, en otro tiempo. El grupo trabaja el texto labrando en vivo una superficie sonora continua, una urdimbre de texturas variadas que integra los sonidos incidentales con el modo particular que cada uno elige para decir los versos. Ahí se enlazan ecos de pregones con el ritmo enloquecido de las transmisiones deportivas, el fraseo de una canción romántica con el acento de un tango reo y distorsionado. En uno de los mejores momentos, la letanía cruel del poema encuentra su cadencia en el remedo de una murga disonante.

"Por qué seremos tan hermosas" es el último de los textos del espectáculo, y es interpretado en conjunto. Para esa última escena, en la que sólo se ven las piernas de los cuatro actores bajo la mesa, el grupo parece haberse inspirado --y tal vez haya sido así-- en una vieja foto que muestra a los artistas del futurismo italiano en una performance de 1915, mientras ponían en escena una obra de su "teatro sintético". Como en aquella experiencia, los actores se ven de la cintura hacia abajo, mientras sus piernas se mueven en una secuencia breve. Sólo que aquí, dos pares de piernas masculinas aparecen cubiertas por medias de red y acompañan sus descoordinados movimientos con una lluvia lánguida de papel picado, en un burlón fin de fiesta.

 

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