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LA ESTRATEGIA DE DUHALDE PARA DIFERENCIARSE DEL PRESIDENTE
Gobernador Jekyll y compañero Hyde

El gobernador quiere demostrar que no mezcla la interna con las cuestiones institucionales. Pero sigue dispuesto a impugnar el congreso de Parque Norte porque se truchó el número de congresales.

El gobernador Eduardo Duhalde y el presidente Menem sobreactuaron sus movimientos durante todo el acto.
Pero cuando Menem se retiró y se dieron un beso los dos fueron muy poco entusiastas y nada convincentes.

Opositores: Duhalde estaba a la derecha de Menem y el radical Rozas a su izquierda. "El jefe estaba flanqueado por dos opositores", bromeaba, apenas, un operador menemista.

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t.gif (67 bytes)  El gobernador Eduardo Duhalde fue ayer a la Rosada a firmar el Pacto Federal del Trabajo y se abrazó con el Presidente. El compañero Duhalde desconfía del compañero Menem y espera que los hombres del Presidente vayan a La Plata a negociar la interna. No son Dr. Jekyll y Mister Hyde, ni dos homónimos. Es la descripción de la estrategia que pretende llevar el duhaldismo desde ahora hasta el 11 de abril de 1999, cuando se celebren las internas para elegir a los candidatos justicialistas a Presidente y vice. Una estrategia que pretende separar la interna partidaria, que se sigue disputando con labios apretados, de las cuestiones institucionales, que tratará de cumplir sin interferencias.

Duhalde estuvo ayer con el presidente Menem y, aunque le costó disimular su malhumor y su incomodidad, permaneció a su lado durante toda la ceremonia (ver página 2). El estaba a la derecha de Menem y el gobernador radical Angel Rozas a su izquierda. "El jefe estaba flanqueado por dos opositores", bromeaba, apenas, un operador menemista.

Después del acto, el gobernador, acompañado por el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, dialogó por media hora con el ministro del Interior, Carlos Corach, y con el gobernador pampeano, Rubén Marín. Voceros de ambos sectores emitieron versiones similares: explicaron que buscan la forma de destrabar la situación interna y firmar una tregua. El martes Menem anunció su intención de adelantar las internas de autoridades partidarias, en un claro desafío a Duhalde. Ayer, Corach le habría ofrecido dos variantes al gobernador: cancelar la realización de las internas o postergarlas a cambio de que Duhalde acepte integrar a la cúpula del PJ a Ramón 'Palito' Ortega. Una propuesta difícil de digerir, pero al mismo tiempo una prenda de negociación.

El gobernador quedó en contestar y propuso seguir charlando. Los duhaldistas más duros piden más: "Gestos. Que nos vengan a ver a La Plata para charlar, que bajen la interna".

El ministro de Gobierno bonaerense, José María Díaz Bancalari, que representa al sector más intransigente del duhaldismo, criticó (sin nombrarlos) a Corach, Marín y Eduardo Bauzá, organizadores del congreso del 17 de julio, al manifestar que "el proceso democrático del justicialismo, del cual nos enorgullecemos todos, se profundiza con más democracia, no con un anacrónico autoritarismo personalista".

Duhalde guarda bajo la manga la impugnación al congreso celebrado en Parque Norte. La presentará la semana próxima, cuando termine la feria de Tribunales, en su carácter de presidente del Congreso Nacional Justicialista. Fuentes del duhaldismo explicaron a Página/12 los fundamentos de la presentación: "La convocatoria se hizo sin cumplir con las formas y los plazos de la Carta Orgánica, ni lo convocó la autoridad establecida". No sólo critican el incumplimiento de formalidades legales, también les imputan a los compañeros menemistas algunas triquiñuelas: aseguran tener pruebas de que se truchó el número de congresales presentes. El oficialismo, según esa versión, no contaba con los congresales necesarios ni aún después de haber manipulado su número.

El gobernador hará la presentación en nombre de "todos los congresales excluidos indebidamente". Los duhaldistas aseguran que en el despacho de la jueza federal con competencia en lo electoral María Servini de Cubría se encuentran los informes de los jueces electorales de cada distrito que acreditan que el número de congresales rondaba los 1070 y no 788, como argumentó el menemismo.

Aunque el acto del sábado en Neuquén no colmó sus expectativas, Duhalde continuará con su campaña. A partir de setiembre u octubre se extendería a las provincias gobernadas por peronistas. En La Plata calculan que, a esa altura de las circunstancias, varios de los gobernadores ya se habrán definido políticamente.

Sin la intención de obligar a los gobernadores peronistas a caminar por la cuerda floja, Duhalde empezará a seducir a aquellos mandatarios que, en sus provincias y en privado, critican a Menem aunque luego, cuando viajan a Buenos Aires, se cuidan mucho de hacerlo y, al menos para la foto, se alinean detrás del Presidente.

Duhalde quiere ganar puntos con los otros gobernadores, con la opinión pública y el establishment diferenciándose de Menem, separando la política partidaria de los asuntos que hacen a la gestión pública. En una parada que realizó con su inconfundible Trafic en el Congreso, Duhalde conversó con el titular de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, y el senador Antonio Cafiero, admitió que su relación con el Presidente "sufrió algún tipo de deterioro, pero en lo que a mí respecta las cosas van a ir mejorando. No en lo personal", pero agregó que "seguiré ayudando en todo lo que pueda a que nuestro gobierno haga la mejor gestión posible".

Duhalde también buscó la forma de terminar con el revuelo que se produjo cuando el sábado pasado cuestionó el modelo económico. "Es absurdo pensar en cambios, aquí no se trata de volver a prácticas pasadas", dijo ayer el gobernador, aunque resaltó que el plan actual "cumplió con su objetivo, lograr un equilibrio macroeconómico, que era el problema que teníamos desde 1989". "En setiembre voy a presentar un nuevo modelo económico, o un modelo de cambio", agregó seguramente con la intención de tranquilizar a los economistas del establishment que pusieron el grito en el cielo cuando conocieron lo que dijo en Neuquén la semana pasada.

 

Claves

* Duhalde volvió a encontrarse con Menem por primera vez después del "renunciamiento" presidencial.

* Hacía 308 días que no pisaba la Casa Rosada.

* El gobernador piensa diferenciarse del Presidente desvinculando su gestión de la interna partidaria, por eso ayer asistió a un acto institucional.

* Ayer consiguió que Corach le ofreciera postergar la interna para elegir autoridades partidarias a cambio de sumar a Palito Ortega a la conducción del PJ. Duhalde pidió tiempo para responder.

* Por ahora no desistió de impugnar el congreso de Parque Norte ante la Justicia. Lo hará la semana que viene, cuando termine la feria judicial.

* Además, piensa seguir haciendo campaña, recorriendo entre setiembre y octubre las provincias gobernadas por peronistas.

* Está convencido de que muchos gobernadores están en desacuerdo con Menem aunque por ahora no se atreven a enfrentarlo o contradecirlo en público.

 


 

QUE ES EL PACTO QUE FIRMARON AYER EN LA ROSADA
Sancionando al capital infractor

t.gif (862 bytes) El Pacto Federal de Trabajo que los gobernadores y las autoridades nacionales firmaron ayer en la Casa Rosada tiene la finalidad de que las legislaciones laborales provinciales mantengan la misma línea del paquete de leyes que el Poder Ejecutivo nacional enviará al Congreso para su tratamiento y aprobación. En sus puntos más salientes, el Pacto Federal propone profundizar el régimen de sanciones por infracciones laborales con multas de hasta 5000 pesos y poner en marcha un programa de regularización de aquellas personas que estén en "negro". Además prevé, entre otros puntos, que:

* Se consideran infracciones leves, sancionadas con multas de 80 a 250 pesos, el pago de remuneraciones fuera del plazo legal y la violación de leyes de higiene y seguridad.

* Las infracciones graves, cuya multa va desde los 250 a los 1000 pesos, serán aplicadas a las empresas que tengan trabajadores en negro, no les entreguen el recibo de sueldo o no cumplan con disposiciones sobre vacaciones, licencias o duración del trabajo.

* Las infracciones muy graves, con multas de 1000 a 5000 pesos, serán aplicadas en casos de discriminación, violación de normas sobre trabajo infantil o no cumplimiento de las resoluciones sobre conciliación obligatoria y arbitraje en conflictos colectivos.

* Plan Nacional de Mejoramiento de la Calidad del Empleo: en este marco se instrumentará un programa de regularización de trabajo no registrado. La meta es que este año sean censados 500.000 trabajadores.


 

Un reencuentro para aprender el arte de guardar las formas

Después de dos meses de distancia, Menem y Duhalde mantuvieron en la posguerra sólo diálogos acartonados por lo bajo.

La primera etapa del saludo mecánico entre el Presidente y el gobernador bonaerense.
En la ceremonia faltaron el vice Carlos Ruckauf y Ortega, el gran competidor.

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Por Irina Hauser

t.gif (862 bytes) Las luces reflectoras se encendieron. La pareja entró caminando codo a codo, cortejada por los gobernadores provinciales. Carlos Menem, de corbata roja, sostenía su sonrisa blanca, blanca. Eduardo Duhalde, de corbata con rombos en azul y dorado, esbozaba una mueca semiparalizada, y la mirada perdida. El Presidente cultiva rencores efímeros. Sus peleas guardan razones estratégicas. Para el gobernador bonaerense las riñas pueden no tener retorno. Un disgusto es capaz de enquistarse y doler para siempre. Se reencontraron ayer, después de dos meses de distancia cavada por las discrepancias en torno a la re re presidencial.

Como diestros protagonistas cuidaron cada uno de sus movimientos y de tanto en tanto mantuvieron diálogos acartonados por lo bajo. La excusa para esta re-reunión fue la firma del Pacto Federal del Trabajo, un acuerdo para asegurar que las políticas laborales provinciales entonen con la línea flexibilizadora impulsada a nivel nacional. Al abrir su discurso, Menem arriesgó una frase en latín: "Pacta sunt servanda" (los acuerdos se hacen para ser cumplidos). Un besito amarrete y un par de palmadas distraídas cerraron el show de la-pareja-no-tan-feliz-pero-obligada-a-mantener-apariencias.

En las puertas espejadas del salón blanco y dorado de la Casa de Gobierno --por las que entraría el dúo-- se reflejaban el rostro amable y la firme cabellera plateada de Amalia Lacroze de Fortabat, sentada en primera fila en virtud de su puesto de embajadora itinerante y titular del Fondo Nacional de las Artes. A su lado, Claudio Sebastiani, de la Unión Industrial Argentina, le daba conversación. Sindicalistas, empresarios y funcionarios de tercera línea se agolpaban para ocupar el mejor lugar. Mujeres de tintura rubia y pelirroja se enviaban, risita mediante, mensajes de señas. "El que está parado debajo del busto de San Martín es Ferreira, el que era decano de Medicina que ahora está en la oficina de Etica", susurraba un hombre de cachetes inflados que quedó parado entre las últimas butacas. Su compañero, de pelada incipiente, le jugaba un duelo de información: "Ahí está Barrionuevo, con esos anteojos Ray Ban de vidrio amarronado del año del jopo. Los gobernadores se van a parar detrás de Menem".

Minutos antes de que empezara la función, el gobernador radical cordobés Ramón Mestre, alevosamente bronceado, se mezcló con el público y distribuyó saludos cordiales entre sindicalistas y empresarios: Gerardo Martínez, Hugo Moyano, Armando Cavalieri, Juan Manuel Palacios, Rodolfo Daer, Saúl Ubaldini y Franco Macri, entre otros. A pocos metros, firme contra una columna labrada, el secretario de planeamiento estratégico, Jorge Castro, escrutaba a los presentes. "El Tula", legendario bombista de la Presidencia, se paseaba enfundado en una camisa azul eléctrico y verde loro a la pesca de charla mientras barría su transpiración con un movimiento entorpecido por dos enormes anillos con iniciales grabadas.

A las seis de la tarde, la voz impostada del locutor Arnaldo Colombo anunció la entrada a escena de la pareja seguida por los gobernadores. De ellos, el único ausente, fue Antonio Bussi, que estaba enfermo y envió al vicegobernador Raúl Topa. Menem y Duhalde se esquivaban la mirada. El nombre del vicepresidente Carlos Ruckauf, se entremezcló en la lista de los funcionarios que el locutor presentaba uno a uno. Una risa murmurada colmó la sala: Ruckauf no estaba. Carlos Menem obvió mencionarlo al inaugurar su discurso y se limitó a saludar su hermano Eduardo Menem, presidente provisional del Senado. Palito Ortega tampoco cantó el presente: a la misma hora del acto se reunió con el comité de campaña para analizar cómo sería hoy su desembarco en territorio bonaerense, aprovechando la entrega de computadoras a una escuela en La Matanza.

Menem y Duhalde se ubicaron justo para la foto. El primer contacto en el reencuentro había sido entre bambalinas, fugaz como para esquivar un diálogo sostenido. En la ceremonia, el Presidente quedó pegado a un "contrincante", el gobernador radical chaqueño Angel Rozas, pero algo distanciado de Mestre para evitar suspicacias. Duhalde quedó acompañado a su derecha por el gobernador sanjuanino menemista Jorge Escobar. A la derecha, Carlos Alfonso Ferraro, gobernador de Jujuy quedó parado entre Jorge Domínguez y el gobernador mendocino Arturo Lafalla, que le llevaban más de una cabeza de estatura cada uno. Después de firmar el pacto Ferraro miró, cómplice, al auditorio tentado.

"Ya no puede haber excusas para un 40 por ciento de trabajo no registrado, que es lo mismo que decir trabajo degradado para casi tres millones y medio de personas". Las palabras del Ministro de Trabajo, Erman González, se filtraban entre el murmullo de Susana Decibe y Alberto Kohan. Quedaron sepultadas al primer cruce de palabras secreteadas entre la pareja, que atrajo flashes y risas aliviadas. Más atrás, María Eva Gatica, ex interventora del Consejo del Menor y la Familia, lucía una camisa con solapa marinera y no se despegó ni un segundo del titular del PAMI Víctor Alderete. Alberto Pierri, lanzaba guiñadas de ojo. Enrique Olivera, por el Gobierno de la Ciudad, descollaba a la izquierda. Cuando le tocó hablar a Menem, mencionó con altura la frase griega y aludió dos veces a la revolución: "la revolución productiva está en marcha" y "el Pacto Federal del Trabajo es revolucionario". Después de la firma cada todos los gobernadores (excepto Néstor Kirchner, a quien le apretó los brazos) recibieron un besito y un par de palmadas. El dúo más esperado de la tarde repitió ése ritual. El Presidente, fiel a su sonrisa embalsamada. El gobernador contenía una mirada dura, angustiosa.

 


 

Acertijos bastante simples
Por Eduardo Aliverti

Se dibuja, con mayor claridad todavía que antes del obligado "renunciamiento", la diferencia entre los dos escenarios centrales: el político-institucional y el económico.

En el primero puede percibirse una guerra sin cuartel hacia adentro del PJ, con el Presidente contra Duhalde ubicando a Ortega como su delfín para dividir el voto peronista y reducir las probabilidades electorales del oficialismo. Está claro que una victoria de la Alianza le permitirá a Menem cargar contra quienes sindicará como "los mariscales de la derrota", para de ahí en más emerger como el salvador del peronismo (que no es precisamente el peor lugar para enfrentar citaciones judiciales, y que decididamente es el mejor para allanar el terreno hacia el 2003). Puede que Menem no tenga tanto trabajo en esa estrategia. Duhalde está fortalecido, pero haberle torcido a su rival el brazo de la candidatura no quiere decir que tiene detrás la totalidad del favor peronista. Ni en los votos ni, mucho menos, en la dirigencia. Tampoco lo posee Ortega, ni el resto de los candidateables. En una palabra, las figuras oficialistas disponen entre sí de poder de destrucción pero no de aglutinamiento masivo. O sea: la mejor perspectiva que Menem podía imaginar al caerse su quimera.

La Alianza, mientras tanto, afronta dos pasos consecutivos que no son moco de pavo. Elegir cuanto antes entre De la Rúa y Fernández Meijide, con todos los riesgos de una interna que deberá demostrar tener algún sentido ideológico en lugar de meros intereses personales. Y luego exhibir un programa de gobierno atractivo, capaz de no parecerse a la fotocopia atildada del menemismo. Nada de eso se aprecia en el horizonte.

En el escenario económico las cosas son al revés. Saben que no hay ninguna amenaza para la fantástica concentración de riqueza acumulada por el club de los ganadores. Este diario fue el único que registró, entre otras, las declaraciones de Javier Tizado, del Grupo Techint: "Ahora se calmarán las aguas políticas, lo que permitirá que muchos esfuerzos del gobierno se vuelquen a reformas que venían a pasos muy lentos (...) Y si bien Menem no será candidato, aparece con una fortísima influencia en la definición de los actores del futuro". Asimismo, mientras la mayoría de la prensa y de los analistas se recluía en la sinceridad renunciativa del Presidente, la city se mostró segura de que el cambio de gobierno en el '99 inaugurará un proceso a la Chile sin Pinochet. Es decir, la continuidad del modelo pero con una prolijidad más cuidada en asuntos de corrupción, derechos civiles, participación vecinal y propuestas culturales.

Esa seguridad podría verse cercada por dos únicos factores: la presión popular organizada y el apunte consecuente de la oposición.

Por ahora no están a la vista, pero tampoco se trata de deprimirse. Cuando se quiere cambiar la realidad, lo peor que puede hacerse es dejar de interpretarla.

 

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