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Por Aldo Garzón Con catorce plantas cerradas y el resto trabajando a media máquina, 8000 obreros despedidos y la caída de las exportaciones, la industria frigorífica pedirá esta tarde al ministro de Economía, Roque Fernández, un plan de salvataje para el sector. Las principales cámaras de la industria, junto con la Federación del Personal de la Carne, acordaron solicitar una rebaja del 10,5 por ciento en la alícuota del IVA para toda la cadena, incluyendo la venta al consumidor, el aumento del nivel de reintegros por exportación, la devolución automática del impuesto al valor agregado y una reducción del 70 por ciento en los aportes previsionales. La situación del sector cárnico determinó que la Asociación de Industrias Argentinas de Carnes, la Cámara de la Industria Frigorífica, la Unión de la Industria Cárnica y otras entidades, con el apoyo de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, conformaran un comité de crisis. Víctor Tonelli, director ejecutivo de la AIAC, señaló a Página/12 que "el 35 por ciento de la producción frigorífica está desactivada". Las claves del problema son el bajo stock ganadero (no más de 50 millones de cabezas), que eleva los precios de la hacienda en la plaza local. Y la sobreoferta de carnes en el mercado internacional, que produce el efecto contrario: una caída de las cotizaciones que afecta a las exportaciones. La mayoría de los conocedores de este negocio coincide en que el problema estructural del sector es su alto índice de evasión impositiva y la existencia de mataderos y plantas clandestinos. "La industria frigorífica está entre dos fuegos", sintetizó a Página/12 el ingeniero Alberto de las Carreras, de la Cámara de Exportadores de la República Argentina. La reducción del stock se debe a que la Argentina se encuentra en una etapa negativa de su ciclo ganadero, que dura entre cinco y seis años. "El ciclo actual --explicó De las Carreras-- comenzó en julio de 1996 y terminará recién hacia la primavera del año próximo o a principios del 2000." Cuando ese proceso se inicia, los ganaderos retienen vientres y animales jóvenes para aumentar el stock. Pero en este caso se agregaron otros dos factores para la merma de hacienda disponible para faena: la sequía de 1995 redujo los nacimientos de bovinos, y la baja en los precios internacionales. "En el último trimestre, la oferta de los animales tuvo una brutal reducción del 18 por ciento con respecto a igual período del año pasado", dijo De las Carreras. Como consecuencia, el precio del kilo vivo, que en junio de 1996 estaba a 85 centavos, hoy se ubica en 1,25 peso en promedio para el novillo. El efecto sobre las exportaciones es significativo: Brasil y Chile están importando menos carne desde la Argentina. En el primero, el kilo vivo está a 90 centavos de dólar. También las ventas a Europa sufren una fuerte retracción, principalmente porque, después de la aparición del denominado "mal de la vaca loca" en 1996, se redujo en un 10 por ciento (800 mil toneladas) el consumo de carne en esta región. Desde hace más de tres años, las exportaciones argentinas no paran de descender: 520 mil toneladas en 1995, 467 mil el año siguiente y 430 mil en 1997. De las Carreras concluye que "aquí la solución pasa por afirmar el mercado interno, que sirva de plataforma para exportar, pero el mayor problema es la evasión impositiva y la competencia desleal que genera", opinó.
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