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SEGUNDA AUDIENCIA EN EL
JUICIO DE RIO CUARTO Por Carlos Rodríguez desde Río Cuarto Rubén Fausto, uno de los dos ciudadanos comunes convertidos en jueces por única vez, sufrió ayer su primera "chicana" en pleno juicio oral por el homicidio de Javier Cabral. El ex senador liberal Armando Carbonetti, uno de los abogados querellantes designado por la familia de la víctima, logró amilanarlo por un momento cuando le recriminó haber realizado una pregunta fuera de contexto, introduciendo "una novedad" que supuestamente estaba fuera del expediente. Sin embargo, el presidente del tribunal, Oscar Boni, terminó por calificar de "absolutamente válido" el interrogante planteado por Fausto y lo reiteró, aunque levemente reformulado. Carbonetti, que cuando era legislador fue el único que se opuso a la designación de jueces legos para los procesos orales y públicos, objetó una pregunta dirigida por Fausto al testigo Héctor Bigo. El joven Fausto quiso saber si Bigo conocía algunos hechos de violencia que se adjudican a la víctima, entre ellos, un supuesto entrevero con cuchillo y heridos durante una noche en la que el vino había corrido a mares. Antes de que Bigo abriera la boca, Carbonetti, un hombre de larga experiencia en juicios penales, hizo una dura reprimenda dirigida a Fausto y le pidió que retire la pregunta porque se trataba de "una novedad que no es objeto de este proceso". Boni, sin embargo, le recordó a Carbonetti que Fausto sólo había querido ampliar información sobre sucesos que Bigo "conocía por referencias", como ya había dicho el testigo en su primera declaración. De manera que tampoco se trataba de "una novedad". La respuesta de Bigo agregó poco y nada, pero el entredicho sirvió para que el presidente del tribunal le recordara a Carbonetti que tanto Fausto como Mauricio Angonova, el otro jurado "popular" incorporado al proceso, pueden actuar "en un pie de igualdad" con los tres jueces titulares. El resto de la jornada transcurrió, literalmente, de boliche en boliche. Los cuatro testigos citados eran propietarios de los despachos de bebidas que recorrieron Cabral y el acusado Juan Carlos Ceballos la trágica tarde del 2 de agosto de 1997. Todos dijeron que los dos estaban "muy borrachos". Bigo aseguró que el "más ebrio" era Ceballos, mientras que Laura Vasallo sostuvo que "Cabral estaba peor". Todos los testigos, incluidos Julio Torres y Arturo Busto, admitieron que Cabral era el que tenía fama de peleador, aunque fue él quien murió asesinado a golpes. Fuera del recinto, Carbonetti elogió a los dos "jueces populares" pero cuestionó el sistema: "Estos chicos son universitarios pero ¿qué pasaría si nos toca un juez que resulta ser un ebrio?", comentó, aludiendo a uno de los testigos.
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