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Una aduana para cada uno de los grandes

t.gif (862 bytes) Carlos Silvani decidió facilitarles la vida a las grandes empresas de activa presencia en el comercio exterior, como las automotrices o algunas alimentarias. El nuevo régimen les permite realizar en sus propias sedes todo el trámite exigido para retirar las mercaderías de la Aduana, aunque el procedimiento quede sujeto a la fiscalización oficial. Es este punto, precisamente, el que está generando más críticas, desde el interior mismo de la Administración Federal de Ingresos Públicos.

Aunque Silvani destacó que sistemas similares vienen aplicándose con éxito en otros países, como Estados Unidos, Canadá, España u Holanda, entre otros, los opositores indican que la Aduana argentina, que es el organismo de contralor, no tiene infraestructura --material, humana y técnica-- para garantizar su tarea. Dicen además que la cuestión es especialmente compleja en la Argentina porque a una misma posición arancelaria pueden corresponderle diferentes derechos aduaneros.

La decisión es cuestionada por atender exclusivamente a los grandes operadores y por privilegiar la agilidad en detrimento del control y, por consiguiente, de la recaudación fiscal. Sin embargo, otras fuentes dudan de que las grandes empresas estén tan interesadas en asumir la responsabilidad del despacho aduanero, porque tradicionalmente, y aunque esa facultad existe desde hace décadas, prefirieron operar a través de despachantes de aduana independientes, que son solidariamente responsables frente al organismo de contralor, al menos en teoría. "Si quisieran tener despachantes cautivos, les resultaría muy fácil: sólo pagar un sueldo de 500 pesos", aseguró un entendido.

 

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