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Luego del éxito de la privatización de Telebrás, la empresa nacional de comunicaciones, el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso recibió ayer otra buena noticia en su carrera hacia la reelección: según una encuesta del Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadísticas (Ibope), tiene un 40 por ciento de las intenciones de voto para los comicios de octubre próximo. El candidato izquierdista Luiz Inácio "Lula" Da Silva, que hace dos meses lo había alcanzado en los sondeos, alcanzó el 22 por ciento de la muestra. El resto de los candidatos llegaría en conjunto al 9 por ciento, lo cual significa que Cardoso ganaría sin necesidad de una segunda vuelta electoral. El estudio de Ibope fue realizado antes de la privatización de Telebrás, celebrada como un triunfo por el gobierno brasileño: los compradores, de los cuales el principal es Telefónica de España, pagaron casi un 64 por ciento más que el precio global mínimo establecido. Con una red de 12 compañías, Telebrás es la mayor empresa privatizada de Latinoamérica en los últimos 15 años. En su euforia, Cardoso fue un poco más allá. "Nunca hubo una privatización de tamaña envergadura en la historia del capitalismo", señaló el presidente. En el último tiempo, Telebrás también fue un punto central de la disputa electoral entre Cardoso y Lula. Frente a la inminencia de la presentación de las bases para la venta, Lula acusó al gobierno de intentar multiplicar los fondos de campaña, y su coalición, Unión para el Pueblo Brasileño, presentó varios recursos judiciales contra la venta. La última de estas presentaciones fue desechada un día antes de la licitación. Ciro Gomes, ex ministro de Finanzas de Cardoso y actual candidato a presidente por el Partido Popular Socialista (PPS), estimó que Telebrás no debería privatizarse en este momento. Apenas conocida la noticia, Lula señaló que la empresa brasileña de comunicaciones fue vendida por el mismo monto de su facturación total durante el año pasado. "¿Ustedes se imaginen cómo fue la fiesta del gobierno después de la licitación?", dijo Lula. "Yo la imagino igual a la que Judas hizo después de vender a Jesús". El gobierno se muestra confiado en que la privatización de Telebrás sume más votos para Cardoso de los que le asigna la encuesta del Ibope. De esta manera, las proyecciones para los comicios de octubre estarían adquiriendo las proporciones que la mayoría de los analistas estimaban antes de junio. En ese mes, Lula había sorprendido igualando a Cardoso en una encuesta del Instituto Datafolha, y amenazaba con pasar al frente si sumaba las intenciones de voto de Gomes, que tenía el 8 por ciento y desarrolla un perfil muy crítico de la gestión del presidente. Pero rápidamente la tendencia volvió a favorecer a Cardoso: llegó a llevarle 12 puntos de ventaja a Lula hace tres semanas y ahora la diferencia se ensanchó hasta un 18 por ciento. Para el entorno de Lula es una cuestión de dinero. "Me gustaría ver a Fernando Henrique con el 5 por ciento de los recursos que tiene. El saca votos porque cuenta con la máquina gubernamental", dice Clara Ant, secretaria de finanzas de la campaña de Lula. Hasta el momento, lo recaudado por la coalición izquierdista alcanza para apenas 15 días de campaña. Para aumentar sus fondos, el Partido de los Trabajadores (PT) --la organización de Lula-- creó una línea telefónica donde la gente que llama aporta cerca de tres dólares a la coalición. Además, le pidió a la Justicia electoral que hiciera una campaña televisiva para explicar cómo pueden hacer los empresarios para hacer donaciones a los candidatos. De acuerdo con la ley electoral brasileña, el candidato más votado debe obtener más sufragios que todos sus adversarios en conjunto. De lo contrario, debería realizarse una segunda vuelta entre los dos primeros. Según Ibope, Lula, Gomes y el candidato derechista Enéas Carneiro --resta conocer cuál será el futuro de Fernando Collor de Mello, que luego de ser destituido de la presidencia por un escándalo de corrupción quiere volver a presentarse-- reúnen un 9 por ciento menos de los votos de Cardoso. Aunque el presidente haya bajado dos puntos en las intenciones de voto respecto del último sondeo, su futuro parece asegurado.
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