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Por Verónica Abdala Cuando mañana a las 20 Buenos Aires no Duerme cierre sus puertas después de 240 horas, los organizadores anunciarán que pasaron por el lugar 1.300.000 personas. Eso significará más del doble de las de la primera edición, pero ante todo un éxito de la propuesta en cuyo centro está la decisión de que los ciudadanos puedan ejercer en libertad el derecho democrático a la cultura. "BAND es una propuesta que apostó sin titubeos ni exclusiones de ningún tipo a la integración y la participación, en un país cuyos habitantes están bastante más acostumbrados a que el poder regule, controle y hasta censure sus posibilidades de expresión, de acción y de resistencia política y cultural", puntualiza la responsable máxima, Cecilia Felgueras. "Y fue una jugada al todo o nada, que se tradujo en un ejercicio efectivo de tolerancia y amplitud". La "fábrica cultural" fue el espacio multidisciplinario en el que convergieron artistas plásticos, actores, músicos, poetas, fotógrafos, luthiers, murgueros, acróbatas, roqueros, escritores, punks, anarquistas, desocupados, padres, abuelos, niños y jóvenes sin que se produjese entre ellos incidentes. Lo que prueba, para los organizadores que, más allá de las diferencias que entre ellas pueda haber, hay centenares de miles de personas ávidas de producir y consumir cultura que en los 355 restantes días del año o están desperdigadas por la ciudad sin concretar actividades similares o, en buena medida, deben pagar por ellas. "Nosotros partimos de la convicción de que la liberación de consignas produce apropiación por parte de la gente. Y lo que queríamos era precisamente eso: que la gente tomara estos espacios, que los sintiera como propios, algo que en este país se da poco", puntualiza a Página/12 Darío Lopérfido, secretario de Cultura del Gobierno de la Ciudad. "En este país, habitualmente, los argentinos, pero sobre todo los jóvenes, sienten que se les restringen las posibilidades de trabajo y de estudio. Y que, encima, después eso se les recrimina. BAND se propuso, por segunda vez consecutiva, romper con esa lógica. Y hacerles sentir que todo lo que puedan hacer tiene valor. Esta experiencia confirma que los jóvenes no son nunca victimarios sino que, por el contrario, siempre son víctimas. Y que, si se les da la posibilidad de interactuar y producir, tienen vocación de inclusión, incluso entre las distintas tribus". Para los organizadores la evaluación final es desde todo punto de vista positiva, no sólo porque la cantidad de público que concurrió a la megamuestra se duplicó respecto del año pasado, sino porque además lograron cumplir exitosamente con algunos de los objetivos que se habían planteado para este año y que hacían a la mayor calidad. La ampliación del espacio disponible para utilización del público (los 3 mil metros que ocupó la versión '97 se convirtieron en 19 mil este año) y el aumento del nivel artístico de las distintas disciplinas fueron básicos. Además, se agregaron a la oferta las presentaciones de películas, obras de teatro, de danza y de bandas de rock. "En resumen, conseguimos acortar la distancia entre lo que queríamos hacer y lo que efectivamente se concretó en los últimos 10 días", sintetiza Lopérfido. Cecilia Felgueras, responsable de la muestra como subsecretaria de Acción Cultural, opina que "lo que más importante, sin embargo, es que, más allá de las cuestiones técnicas, aunque éstas son prioritarias a la hora de la planificación, la gente disfrute, participe y se integre. Y es en ese sentido que hemos tenido las mayores satisfacciones. Nuestro objetivo para el año que viene es profundizar esta línea de acción, porque hemos comprobado que arriesgamos mucho, pero que fue mucho más lo que hemos conquistado como ciudad en términos culturales". BAND se consolidó "como lugar de encuentro y de interacción entre los jóvenes que, más allá de concurrir a los recitales o participar de alguna de las actividades, se acercaron al predio porque les agradaba como espacio para estar", opina a su vez Alejandro Gómez, coordinador general, para quien los dos mejores momentos fueron las visitas a la radio de Charly García y Andrés Calamaro. Los organizadores deberán contemplar, para la tercera edición del evento, algunas de las cuestiones que este año no salieron como se esperaba. Uno de los items principales que demandan mayor control por parte de los organizadores es la seguridad del material expuesto, ya que se denunciaron robos y ruptura de cuadros, miniaturas y objetos expuestos. Además, el público consultado opina que sería conveniente que contemplaran la posibilidad de perfeccionar la construcción de las paredes y estructuras de madera --que en los momentos de mayor concurrencia demostraron ser endebles--, y que se mejoraran las subdivisiones internas permitiendo mayor aislamiento entre las zonas de la muestra, ya que la contaminación sonora entre los ámbitos en que se desarrollaban las actividades (por ejemplo, entre la radio y el escenario en que tocaban los grupos de rock) fue uno de los motivos de queja más recurrentes. Algunos cortes de luz, un desperfecto del sistema de calefacción y un cortocircuito en la cocina del restaurante controlado a tiempo fueron algunos de los escasos accidentes que se produjeron en el ámbito. La queja predominante de los jóvenes es que había poco lugar para dormir, lo que paradojalmente testimonia el éxito de la muestra: eso significa que querían estar dentro y no fuera.
HAY UN PROMEDIO DE 45 MIL PERSONAS CONECTADAS
POR DIA La clave de ingreso tiene una dirección: www.banoduerme.gov.ar y por ese trámite pasan no menos de 45.000 personas por día, según estadísticas de la organización. Una vez dentro del sitio, se puede acceder a una variada gama de opciones --programación, disciplinas, talleres, opinión, encuestas y chat--, a una agenda del día que se renueva constantemente bajo el título Buenos Aires no duerme al instante y a una serie de actividades mencionadas de manera privilegiada, con un pequeño texto que anticipa un desarrollo mayor. Sin embargo, la vedette de la página es Radio BAND, a cuya transmisión en directo durante las 24 horas se puede acceder con el programa Real audio (alguna de cuyas versiones se pueden bajar gratuitamente desde realaudio.com). Sin embargo, y más allá de estos atractivos para el ocasional navegante, la sección dedicada a las opiniones --mensajes vía e-mail-- es en su variedad y tenor de pareceres, un buen termómetro de lo que alguna gente tiene para decir sobre la muestra. Ejemplos sobran, a favor y en contra. Gastón (18) de Villa Urquiza prefiere utilizar la metáfora escatológica para dar a conocer su evaluación: dice que todo fue una "cagada" y enumera sus razones: "me cagaron con el especial de Nirvana, explotó un calefactor al lado nuestro y casi nos caga quemando, me cagaron con la ausencia de A.N.I.M.A.L. y por si fuera poco cuando me estaba comiendo un pancho noté algo duro y ¡era un diente!". Para Alejandro (9) de La Tablada, en cambio, el saldo es positivo. "Estuve hoy y me gustó", escribió el niño. Quién se hace llamar "El Sibarita" de Lanús opina que la muestra está buena pero que le molestan "los hippies y los seudo-duro-alternativos". Y así se suceden. Los que dicen que "está bueno que haya un espacio libre para que los jóvenes muestren lo suyo" y los que se quejan de la gente ("es un aguantadero", escribió alguien).
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