Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


CRONICA DEL INTEMPESTIVO CIERRE DEL DIARIO DE FONTEVECCHIA

Acostumbrado a la madrugada

La medianoche del jueves el director del extinto diario "Perfil" imprimía en la contratapa el anuncio del cierre del matutino. A la siguiente, debió dejar el edificio bajo custodia policial.

na18fo02.jpg (21810 bytes)

Tapa editada por los empleados

Por Miguel Bonasso

t.gif (67 bytes)  Jorge Fontevecchia le está tomando el gusto a la expresión "entre gallos y medianoche". El hombre que en la madrugada del jueves al viernes cerró de manera abrupta el diario que había fundado hace apenas tres meses, anteanoche tuvo que salir de su propia editorial por una puerta lateral y huir de los periodistas cesanteados en un celular de la Guardia de Infantería. Mientras el empresario se perdía en la noche, dentro del diario ocupado por los periodistas despedidos crecía la versión de que el fin del matutino era el comienzo de una operación oligopólica de Fontevecchia con el CEI para controlar el 90 por ciento del mercado de revistas de la Argentina.

Antes de su fuga Jorge Fontevecchia había permanecido cuatro horas adentro de una camioneta, en el garaje del edificio que ocupa Perfil en Chacabuco al 200, celosamente custodiado por personal de seguridad, para evitar que los trabajadores que ocupan el diario lo insultaran y le golpearan la carrocería como había ocurrido en la víspera. Luego, los ocupantes del diario fueron engañados por una maniobra de distracción de los vigilantes y Fontevecchia pudo escapar. A pocos metros, en la puerta principal, desde una gigantografía mural, los ojos de José Luis Cabezas observaban el despliegue policial que incluyó cuatro patrulleros, 10 agentes de calle y 12 infantes adornados con los clásicos garrotes. Fue una salida poco airosa pero acorde con la vocación de incomprendido de un empresario, que en la publicidad de lanzamiento del diario abortado, no trepidó en compararse con otros adelantados como Piazzolla, Orson Welles, Picasso o el propio Cristo, perseguidos "por pensar distinto". Que tres meses después, en una contratapa entregada subrepticiamente a diagramación en la madrugada del viernes, se quejó de la incomprensión del público argentino frente a un diario "europeo". La excusa que dio para cerrar, antes de cumplir tres meses, un periódico que había prometido mantener, a pura pérdida, durante dos años. En un portazo que dejó en la calle a, por lo menos 176 trabajadores de prensa que integraban la plantilla fija y unos 50 colaboradores que también tienen derechos sindicales. A quienes la empresa Perfil que edita el diario, formalmente separada de la empresa Perfil que edita las revistas, envió un telegrama oscuro, hablando de "discontinuidad" y no de cierre de la fuente de trabajo y aludiendo al artículo 98 de la Ley de Empleo, que se conoce como de "previsión de crisis". Que fuentes de los trabajadores de Perfil y de la UTPBA rechazaron por considerarlo una maniobra "ilegal e ilegítima", para no cumplir con el deber de otorgar "ocupación efectiva" a los empleados. Uno de los tantos datos oscuros de una historia que está lejos de haber cerrado. No sólo por las movidas clandestinas que pudieron haber producido a nivel empresario (ver recuadro), como por las protestas de diversos sectores sociales y políticos que pueden desplegarse en los próximos días. Y empezarán con un acto al que ha convocado la UTPBA el próximo lunes a las 11 de la mañana frente al edificio de Perfil en Chacabuco 271.

En cualquier caso, aunque no hubiera una operación dolosa, en la que el diario abortado resulte el pato de la boda de una "fusión" o "cooperación" entre Fontevecchia y Raúl Moneta, la vertiginosa parábola de Perfil ilustra como pocas, la irresponsabilidad de un vasto sector de empresarios argentinos, que trasladan el costo de sus errores a sus propios trabajadores. Jorge Fontevecchia concibió un proyecto faraónico, con costos monumentales de papel, negativos e impresión a todo color, que hasta se daba el lujo de vender a un peso los domingos y le atribuyó, en sus cálculos, una aceptación inicial de 50 mil ejemplares diarios, superior a la que el mercado editorial actual podía demandarle. Y para ese proyecto desmesurado, no sólo convocó a periodistas que ya trabajaban en las revistas de editorial Perfil, sino a profesionales de larga actuación en otros medios que creyeron en sus promesas de estabilidad y perdieron sus puestos.

Por eso, en los pasillos del edificio que perteneció al PAMI o en el Perfil de cuatro páginas que editan en fotocopia los trabajadores despedidos, la desilusión se tiñe de bronca hacia el hombrecillo de negro que tiene oficinas y jacuzzi en el piso 14º. El personaje de Molière que supo ser propagandista de la dictadura militar y luego se presentó como campeón de los derechos humanos. Que dice amar "los sagrados principios de la Revolución Francesa" y obligaba a los periodistas a no fumar y vestir corbata, en jornadas laborales que a veces se extendían a 14 horas. A quien los reporteros gráficos de Perfil impidieron que colocara en el hall de entrada el auto quemado de José Luis Cabezas, con tierra de la cava donde fue encontrado, porque les pareció una utilización obscena y marketinera del compañero asesinado. El hombre que redactó personalmente un Código de Etica, que bautizó Moralia. Y en el que se lee, textualmente: "Los falsos pastores generan sospechas. La distancia entre el discurso y los hechos indica que la moral no se la declama, se la demuestra".


El rol del CEI


Por M. B.

t.gif (862 bytes) Fuentes sindicales revelaron a Página/12 que el jueves 23 de julio, Jorge Fontevecchia almorzó en el piso 14º del edificio de Perfil con su socio Roberto Civita, titular de la poderosa Abril de Brasil, y con los hombres fuertes del Citicorp Equity Investments (CEI), Richard Handley y Raúl Moneta. Un holding que controla --entre otros medios-- a Telefé, Canal 9 y Editorial Atlántida. El almuerzo formó parte de una serie de encuentros a veces desmentidos, a veces confirmados a medias por Fontevecchia, en los que el CEI y Civita --que es virtualmente su socio en Editorial Atlántida-- le propusieron al dueño de casa que "coordinase" su grupo con ellos y condujera el antiguo emporio de los Vigil, en una operación que podría significar el control de un 90 por ciento del mercado de revistas de la Argentina. Y que entraría en vigencia en el próximo mes de octubre. En la comida se habría planteado, con una curiosa metáfora de Richard Handley, la necesidad de que Fontevecchia se deshiciera del diario antes de entrar en la ambiciosa jugada. "Los trenes comienzan a descarrilarse por el último vagón y el último vagón de Perfil es el diario", habría dicho uno de los hombres del CEI. El lunes siguiente un escalofrío recorrió la redacción de Perfil: estaban por echar al 30 por ciento del personal. Dos días más tarde circuló el rumor de las negociaciones entre Fontevecchia y "la gente de Atlántida". El jueves reinó una calma tensa que, según un redactor, "presagiaba tempestades". Pero nadie imaginó que esa misma noche Fontevecchia iba a sustituir la contratapa de Hugo Asch sobre los travestis, por ese editorial de humor negro que fue su "Hasta pronto".



Una campaña donde el perdedor fue el diario

Las campañas publicitarias de "Perfil" se convirtieron en un boomerang que despertaron irritación y alejaron a potenciales lectores.

Por Carlos Polimeni

t.gif (862 bytes) Un boomerang es un artefacto, originalmente ideado por aborígenes australianos para la caza, cuyo efecto sigue sorprendiendo al mundo: una vez lanzado al aire por quien conoce la técnica, describe una curva que lo hace volver a su lugar de origen. Golpee o no a su objetivo. Por estas características, debe ser utilizado por quienes conozcan el método. Mal lanzado, distraída o irresponsablemente lanzado, el boomerang puede golpear o herir de muerte al usuario. Las campañas publicitarias pueden ser un boomerang. Es decir, un arma destinada a impactar sobre algo y volver a su propietario que, al usarse sin sentido, ocasiona un efecto opuesto al deseado. El brevísimo aporte del diario Perfil a la historia del periodismo argentino bien puede definirse por los resultados de su campaña publicitaria.

La campaña de instalación del diario fue mucho más comentada y leída que los ejemplares posteriores. Puede afirmarse que su acierto comunicacional --la idea "donde dice tal cosa debió decir tal otra"-- resultó un boomerang porque originó un debate sobre el pasado de los medios del que salió ampliamente perdiendo el dueño de Perfil, Jorge Fontevecchia. El papel de fiscal de la historia reciente del periodismo en que se ubicaba el nuevo diario podía funcionar para instalar en el público la sensación de que estaba dispuesto a decir la verdad, pero un paseo por los archivos de las notas publicadas por la misma editorial durante la dictadura militar 1976-1983 demostraba que eso era una falacia. Es decir que Fontevecchia no tenía autoridad moral para afirmar que cuando los diarios decían durante la Guerra de Malvinas "Estamos ganando" debían haber dicho "Estamos perdiendo"..., porque ésa era la actitud de la revista La Semana, que dirigía.

En ese tenor de supuesto diario de verdades en un universo periodístico de mentiras, los avisos sobre Fidel Castro --"donde dice el líder revolucionario debe decir él último dictador latinoamericano"-- o sobre el primer gol de Maradona en el partido de cuartos de final de México 1986 --"donde dice la mano de Dios debió decir tiro libre para Inglaterra"-- lejos estuvieron de jugarle a favor al proyecto editorial. Más bien, lo hicieron distanciarse de una porción de lectores que, por razones discutibles o no, piensan que Castro y Maradona juegan en la historia papeles mucho más amplios e importantes que aquello que pueda reprocharles un diario que intenta definirse como liberal. Ni hablar de aquel donde con el mismo criterio se hablaba de los desaparecidos, incluyendo rostros de niños, bajo la suposición de que "merecían un juicio justo". Es decir, que todos los desaparecidos eran delincuentes.

La segunda campaña que encaró Fontevecchia, cuando las cifras indicaban que el diario no funcionaba, amerita, tal vez, un análisis psicológico profesional. Fue aquella en que empezó a identificar su producto con grandes figuras de la historia que su época no comprendió. Perfil, en esa delirante suposición, era al empezar a fracasar víctima de las mismas razones por las que Cristo fue crucificado, a Picasso le dijeron que hacía mamarrachos, a Freud no lo entendieron y a Piazzolla lo acusaron de no hacer tango. Es obvio que de algún modo el propio responsable del medio se ponía en el lugar de los grandes que debieron luchar contra molinos de viento. Claro que todos ellos fueron grandes porque pese a las críticas y a los problemas económicos siguieron trabajando. "Esta campaña fue contraproducente, y además estaba robada de varias extranjeras", puntualizó un publicitario argentino consultado anoche por Página/12. "Un medio no puede apuntar a que el público lo identifique con Einstein y después publicar notas cholulas o infografías berretas". Gustavo Guglianone, de la agencia Pragma, completó ese análisis al afirmar que entiende que esta campaña "hiperpretenciosa" no cerraba con la decisión de "poner en tapa a Panigazzi o a Huberto Roviralta".


POR QUE FRACASO (¿FRACASO?) EL DIARIO "PERFIL"

"Capricho de nene que salió mal"

Por Romina Calderaro

t.gif (862 bytes) ¿Por qué fracasó Perfil?, ¿fracasó Perfil?, ¿se le dio tiempo suficiente para madurar?, ¿es cierto, como escribió anteayer Jorge Fontevecchia, director del diario, que uno de los mayores problemas fue "haber construido un diario europeo, ideal para sociedades donde los sectores medios y altos de la población disponen de más tiempo personal y de mayor inclinación a la lectura"? Página/12 consultó dos comunicólogos, un semiólogo y un publicista.

"No es posible medir en tan poco tiempo si a un medio le va bien o mal", disparó Alicia Entel, comunicóloga. "Creo que hay dos formas de hacer periodismo: por impacto y por sedimentación. A Fontevecchia le gusta hacer lo primero, impactar cuando abre un medio e impactar cuando lo cierra. El problema es que en el ínterin quedan trabajadores de prensa en el aire, compromisos con el público y con la sociedad civil y promesas sin cumplir", siguió Entel, quien cree que durante el tiempo que salió a la venta, el diario no colmó las expectativas porque "aunque era una apuesta interesante buscaron unir La Nación con Página/12. Tuvo trabajos de investigación periodística llamativos, pero no de alto vuelo". Sobre la escasa "tendencia a la lectura" de los argentinos esgrimida por Fontevecchia, Entel habló de "un fondo de discriminación en los editores del diario".

"Nunca pude entender la cantidad de plata que invirtieron en publicidad para lanzar Perfil", dijo a este diario el publicista Gabriel Dreyfus, para quien el diario fue "un capricho de nene que salió mal". Dreyfus cree que quisieron hacer La Opinión copiando El País. "De El País les salió el formato, pero no la ideología. Quedó una revista cotidiana y la clave del fracaso es que buscaron una neutralidad informativa que a mi entender no existe".

"En principio creo que los números de venta difundidos, si son ciertos, no son tan catastróficos teniendo en cuenta la cantidad de diarios que hay en el país", afirmó el semiólogo Oscar Steimberg. "Por otro lado creo que está mal que se culpe al lector del fracaso. Es realmente gracioso esgrimir que los argentinos tienen poca inclinación a la lectura. Es una suerte de elitismo a posteriori. Deberían haber previsto antes que el lector argentino no tenía tendencia a la lectura. Esa costumbre de justificar con digresiones sociológico-antropológico-filosóficas un fracaso puede llevar a generalizaciones erróneas."

 

Jorge Berneti, profesor de Ciencias de la Comunicación en la UBA, periodista, y hasta ayer colaborador de Perfil, cree que el cierre del diario fue "descalificante". "Me resulta increíble que con el grado de preparación que tuvo, con tamaña convocatoria, se haya derrumbado a las ochenta ediciones". Berneti se preguntaba ayer por la "planificación" de la que hablaban los directores del proyecto. "Este cierre es muy improvisado. Tengo que pensar en la hiperconcentración mediática, la situación me obliga a desconfiar", agregó. Y finalizó: "Fue terrible que los lectores se enteraran antes que los trabajadores".



Nota escrita para un solo lector

Por Mario Wainfeld


t.gif (862 bytes) Un empresario riquísimo, dueño entre otras cosas de muchos diarios, quiere lanzar al estrellato a su mujer, una mediocre cantante de ópera. Le compra los mejores profesores, el mejor teatro, una puesta fastuosa y hay estreno. La mujer canta como puede: pésimo. La función es un fiasco. El empresario quiere publicar una crítica elogiosa en su diario. Pero se encuentra con el crítico de espectáculos, su amigo, que está escribiendo una crónica veraz e impiadosa. El jefe quiere imponer su decisión, el cronista no da el brazo a torcer. Borracho a más no poder, el crítico se duerme con el artículo sin terminar. El jefe lo completa respetando su contenido y su estilo, lo edita y lo publica. Después lo echará.

La escena pertenece a Citizen Kane de Orson Welles y es un canto al cine, a la amistad viril y al periodismo. La vida real, ¡ay¡ no siempre es así.

Pero hay algo ineludible en la escena: Kane podía haber impuesto una crítica complaciente pero no podía evitar otras, los silbidos del público, la autoconciencia de su esposa-soprano.

El viernes, un empresario periodístico argentino hizo algo que es casi el matemático opuesto que el ciudadano Kane. Cambió a hurtadillas la última página de su diario para informar que el lector argentino no estaba preparado para un diario a la europea y que muchos no soportaban su verdad. Escribió en abrumadora soledad, mayor que la de Kane cuando terminaba la crónica perdiendo a un amigo y haciendo sufrir a su mujer pero al menos haciendo una cosa bien.

Muchas razones dio Jorge Fontevecchia para explicar un fracaso, ninguna mira al espejo. Habla de un diario frío, de un diario largo, excesivamente cuidado. Puede ser. Tal vez podría pensarse si no fue el suyo un diario con una obsesiva tendencia a despolitizar la información. Es un dato que un diario incubado en la revista Noticias, con un formidable background informativo sobre Yabrán, no pudo capitalizar en público ni en ventas la muerte del empresario. No le faltó plata, papel ni recursos, ni noticias. Perfil fue el medio que más habló de Yabrán como un gángster de película y el que más lo despegó de sus relaciones con el poder político.

Uno de los aportes que insinuó Perfil fue proponer debates sobre medios, periodismo y ética. En un mercado cada vez más concentrado el cierre de un nuevo diario es una pésima noticia que amerita una discusión. Bien vale analizar la conducta de un empresario que fracasó (qué no se diría de un funcionario estatal que hubiera cometido la décima parte de los errores y causado la décima parte de los daños que produjo Fontevecchia) y trasladó parte de los costos de sus torpezas a los trabajadores. Un diario se hace con plata pero también con lectores, anunciantes, periodistas y una intrincada a y veces dolorosa relación con la información. No parece haberlo entendido así el director de Perfil, que terminó tecleando solo una nota escrita para sí mismo.


Los medios se resignaron a no dar la primicia

 

El cierre del diario "Perfil" fue cubierto ampliamente por los principales diarios nacionales. Solamente "Crónica" obvió toda referencia al fatuo intento fallido de Jorge Fontevecchia.

 

 


Las tapas de Clarín, La Nación y Página/12

 

na20fo01.jpg (19375 bytes)

Por M. W.

t.gif (862 bytes) Página/12 la puso como noticia central de tapa y tituló con el clásico "Paren las rotativas". Clarín y La Nación también las mencionaron en sus portadas pero no como la noticia central. La Nación le dedicó un recuadro en su extremo inferior y tituló "Sorpresivo cierre del diario Perfil". Clarín lo destacó en el extremo superior de su tapa y optó por "Abrupto final de un diario". Otros diarios, más distantes del target de Perfil, le prestaron menos atención y la edición matutina de Crónica ni lo mencionó. La primicia del cierre de Perfil la había tenido el propio diario, el día anterior, pero no la había mencionado en su tapa ni le había dado despliegue periodístico. Su director eligió analizarla él solo, en la contratapa del que sería el último ejemplar de uno de los más ambiciosos efímeros proyectos del periodismo gráfico desde la reinstalación democrática.

El día después al cierre de Perfil los diarios que eran competencia le dieron al hecho importancia y despliegue. Página/12 le destinó su tapa, ilustrada con una foto del director de Perfil, Jorge Fontevecchia, solo en su despacho y completó la edición con dos páginas conteniendo una nota central, un largo reportaje a Fontevecchia, y un artículo contando la última asamblea de los accionistas del diario y la notificación de la decisión del cierre a la Bolsa a las 2 de la mañana. Completaba la edición un comunicado de la organización Periodistas, firmado entre otros por el director del diario Ernesto Tiffenberg y por el columnista Horacio Verbitsky, que critica en durísimos términos a Fontevecchia diciendo que tuvo "el dudoso privilegio de editar más número cero que ediciones de venta al público".

Clarín mencionó cinco noticias en tapa. Por distribución y tamaño de titulares ésta fue considerada tercera. Para abordarla le destinó tres páginas, entre ellas las centrales del diario, reservadas siempre a una de las informaciones principales y también combinó una nota informativa central con un reportaje a Fontevecchia. Añadió una infografía sobre la evolución de las ventas de Perfil y un recuadro mencionando las relaciones entre Perfil y el grupo multimedios Citycorp Equity Investment (CEI).

La Nación cubrió el tema en una página impar conteniendo una nota central, otro artículo breve conteniendo declaraciones de Fontevecchia y un recuadro transcribiendo el telegrama que Perfil envió a los 171 trabajadores que despidió.

La noticia no mereció tanta atención en Crónica matutina, que no la mencionó, ni en Diario Popular, que sólo le dedicó media página, con título idéntico al de La Nación.

El último ejemplar de Perfil, el del 31 de julio, contenía la información pero sólo en su contratapa que, bien entrada la noche y de un modo casi clandestino, agregó su director. Nadie sabe cómo y cuánto será recordado Perfil, pero es evidente que ese ejemplar, en el que la principal noticia no fue abordada periodística ni siquiera colectivamente, sino injertada personalistamente por su director, estará entre las más evocadas.


PRINCIPAL