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"India y Pakistán están más próximas a una guerra de lo que la Unión Soviética y Estados Unidos estuvieron nunca." Estas palabras fueron atribuidas ayer por el diario Indian Express al embajador norteamericano Richard Celeste y, sea verídica o no la afirmación sobre su autoría, lo es absolutamente en términos militares y políticos. Precisamente porque ya la Unión Soviética no existe, y por lo tanto los Estados nucleares o protonucleares que mantenía bajo su paraguas tienen piedra libre para hacer más lo que quieran con el fuego nuclear que ya han demostrado que pueden usar. El último (pero recurrente) motivo de enfrentamiento es la disputa por la provincia de Kashmir, donde ya habrían muerto 70 personas esta semana, pero detrás de India y Pakistán están otras potencias nucleares como Rusia y China respectivamente, y nadie puede predecir qué pasará si estalla un intercambio nuclear, precisamente porque nunca estalló ninguno y no hay modelos previsibles de desarrollo. India y Pakistán reclaman la jurisdicción de Kashmir, que está habitada mayoritariamente por musulmanes. Dos tercios de la región pertenecen a India, mientras que el tercio restante está bajo dominio paquistaní. Los dos países se han enzarzado dos veces en conflictos bélicos por Kashmir. India acusa a Pakistán de apoyar a la guerrilla musulmana en el sector indio de la provincia. Pakistán acusó ayer a la India de intensificar los tiroteos en las zonas disputadas, pero insistió en que no consideraba la escalada como "el preludio de una guerra". Después las declaraciones se volvieron más pesadas: una fuente militar paquistaní dijo que cuatro aviones del ejército indio habían violado ayer el espacio aéreo de Pakistán, después de haber atravesado la frontera en Kashmir. La respuesta india no se hizo esperar: desde Srinagar, capital de la Kashmir india, el oficial aéreo indio P. V. Naik dijo que "no es verdad, no hemos violado (el espacio aéreo) y no creemos en violaciones". Pero Pakistán notificó oficialmente del incidente a los observadores de la ONU presentes en la región, señalando que las violaciones de su cielo tuvieron lugar en cuatro regiones diferentes de la zona paquistaní de Kashmir. Fuentes oficiales indias acusan a Pakistán de provocar los enfrentamientos fronterizos, coincidiendo con las conversaciones de paz entre el primer ministro indio Atal Behari Vajpayee y su homólogo paquistaní Nawaz Sharif en Colombo, Sri Lanka. Esa cumbre regional, destinada a aflojar la tensión en las relaciones entre los dos países, fue el primer encuentro desde las pruebas nucleares que ambos realizaron en mayo. El fracaso de esas negociaciones obedeció a que Pakistán sostuvo que la tensión no bajará hasta que no se encuentre una solución a la cuestión de Kashmir. Shamir, el paquistaní, fue particularmente contundente al salir de la reunión, afirmando en una entrevista publicada en The Island, un diario de Sri Lanka, que los resultados de su reunión con Vajpayee habían sido "cero". India asegura que desea poner punto final al enfrentamiento por Kashmir y acusa a Pakistán de apoyar a los separatistas musulmanes en su territorio, en cuyas acciones murieron más de 20.000 personas desde 1989. Islamabad, desde luego, niega esta acusación. Pero este ciclo inacabable de acusaciones, desmentidas y escaramuzas nunca hubiera alcanzado este grado de candencia si no hubieran llegado al poder en la India los nacionalistas hindúes de Vajpayee, precisamente con la promesa de hacer del país una gran potencia nuclear. Porque, entonces, un gobierno fundamentalista indio quedó enfrentado a un gobierno fundamentalista musulmán en Pakistán. Los disparos de artillería a lo largo de los 1300 kilómetros de la
frontera indopaquistaní son frecuentes y se intensificaron estos últimos dos meses tras
los ensayos nucleares. Y testigos de las zonas afectadas dijeron ayer que nunca habían
presenciado una devastación tan completa. |