"El Presidente se debe comprometer"
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Por Pedro Lipcovich La epidemia de sida está controlada. Esta noticia, que para la mayoría de los países resultaría una broma de mal gusto, es real, sin embargo, para un puñado de naciones, y no todas son del Primer Mundo. Los especialistas de Onusida (agencia de Naciones Unidas contra la epidemia) estudiaron qué les permitió a esos países lograr éxito en la prevención. Y el antropólogo Peter Aggleton, coordinador de programas de investigación social de esa entidad, explicó: "Lo principal es el compromiso político del presidente de la Nación: este tema supera el nivel de los ministerios de Salud". A partir de ese compromiso, reiterado en distintos países, se desarrollan programas que van desde la promoción de tests voluntarios de VIH entre la población hasta la obligatoriedad de usar preservativos para los clientes de prostíbulos. "Tres países europeos tuvieron gran éxito en el control de la epidemia --dice Aggleton quien, bajo los auspicios de la embajada británica, está en la Argentina para participar en el IV Simposio Internacional de Sida, que organiza la Fundación Huésped--: Holanda, Noruega y Suiza. En Asia, Australia y Tailandia tuvieron buenos resultados como, en Africa, Uganda. En cambio, en Estados Unidos, el Centro de Control de Enfermedades informó hace dos semanas que la epidemia está fuera de control." Los especialistas disciernen "cuatro elementos cruciales" para aquellos éxitos. "El más importante es el compromiso político: en cada uno de esos países, el presidente de la Nación o el jefe de gobierno hizo del sida una prioridad; el nivel de los ministerios de Salud Pública no es suficiente. A partir de la voluntad del más alto nivel, todos los ministerios deben asumir la responsabilidad." Segundo principio: "Esos países promovieron una gama de opciones para reducir el riesgo: para muchas personas el camino será usar preservativos, para otras, la fidelidad, la monogamia o la abstinencia: no hay que promover una sola conducta, sino todas". Además, y éste es el tercer principio, esos países tienen campañas generalizadas, para toda la población, y específicas para cada sector. Y, cuarto principio, "en ninguno de ellos se discrimina a la gente con VIH, con lo cual lograron que ellos sean parte de la solución, no del problema". A la inversa, "las cosas andarán mal en países donde falte compromiso político; donde se admita una sola solución, como la abstinencia; donde se culpe del problema a la gente que tiene el VIH y donde la prevención se limite a mensajes masivos que causan pánico". Ese compromiso en el más alto nivel incide en los actos más privados: "Fui responsable de un estudio de Onusida sobre preservativos femeninos, en Costa Rica: todos nos decían que tal vez les interesaría a las trabajadoras del sexo pero no a las señoras de su casa: nos sorprendimos cuando esos preservativos se hicieron populares también entre las esposas, que se justificaban ante los maridos con que, bueno, si el programa nacional de sida lo indicaba, había que usarlo". ¿Y la prostitución? "Algunos países lograron que, en los prostíbulos, el ciento por ciento de las prestaciones sean con preservativo." La clave está en hacer responsable "al administrador, no a la trabajadora del sexo. En Tailandia, Vietnam, Camboya, se recurre a la policía para penalizar al administrador del establecimiento, y entonces los administradores prohíben la entrada a los clientes que se nieguen a usar protección". Otro buen recurso es alentar a la gente a que se haga tests para saber si está infectada con VIH: "En Europa y Estados Unidos se comprobó que esto reduce la incidencia de la enfermedad: cualquiera sea el resultado del análisis, la persona que se lo hizo tiende a afirmarse en comportamientos más seguros". Cierto que esto funciona "a condición de que vaya acompañado de ayuda, contención y asesoramiento profesional: no es sólo tener el resultado sino entender qué significa y qué viene después". Además, el análisis sólo tiene esa eficacia preventiva si es voluntario: "Una media docena de países, como en su momento la Unión Soviética y Bulgaria, intentaron el análisis obligatorio de toda la población, pero ¿para qué sirve?: habría que hacerlo otra vez la semana siguiente, y la otra...". Los avances terapéuticos plantean nuevas oportunidades pero también nuevos problemas a la prevención: "Se ensayó la aplicación de los cocteles antivirales el día después: especialmente en trabajadores de la salud que se inyectaron accidentalmente el VIH, el suministro inmediato de antivirales consiguió evitar la infección, aunque sólo en algunos casos. A partir de esto en algunos países, como Francia, los médicos están autorizados para administrar estos antivirales a una persona que lo solicite y haya tenido una exposición sexual al virus". El problema es que "alguna gente piense que pueda tener sexo sin protección porque al día siguiente tomará una pastillita y todo estará bien, y realmente no es así".
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