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"Yupanqui es como nuestro Gardel bis"
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Por Fernando D'Addario
Además del espectáculo con tonada cordobesa, dos proyectos artísticos consumen básicamente su tiempo: la preparación de la operita María de Buenos Aires (ver recuadro) y Diario del regreso. En lo que respecta a la obra de Piazzolla, requerirá una puesta en escena con formato clásico. Y en cuanto a Diario del regreso, se trata de un homenaje al Che Guevara escrito por Hamlet Lima Quintana y Oscar Cardozo Ocampo. Si a esto se le suma que su último disco de estudio, Estampitas, recrea canciones religiosas, asoma nuevamente el aroma a cambalache. --¿Hay coherencia ideológica en su carrera o cuando decide cantar a un autor prioriza lo estrictamente artístico? --Creo que pasa por las dos cosas. No hay incoherencia ideológica en mis trabajos. En mi disco de canciones religiosas están el Ave María de Schubert y también el credo de Carlos García Godoy, que además está dedicado al padre Farinello. Y el Che Guevara es uno de los personajes más venerados en mi casa. Cuando Cardozo Ocampo me llamó para contarme el proyecto, sabía que yo me iba a morir por hacerlo. Y me compenetré muchísimo con el personaje. Canto la poesía de Hamlet e imagino esas palabras en la boca del Che. Mi coherencia pasa por tratar de hacer cosas de calidad, pero sin traicionar mis principios. --¿Usted sería algo así como un cristiano de centro-izquierda? --Sí, lo de cristiano de centro-izquierda me define con precisión. --En la década del 80 se reivindicó como alfonsinista, luego se sintió decepcionado y ahora está encolumnado tras la Alianza. ¿Cómo influyen en su carrera estos posicionamientos políticos? --Primero tengo que aclarar que en ningún momento me sentí decepcionado con el radicalismo. Muchas de las asperezas que surgieron en su momento, como la obediencia debida y el punto final, que nunca me van a terminar de cerrar, se han ido limando con el tiempo. Y mucho más ahora, viendo lo que vino después. El año pasado me llamó Graciela Fernández Meijide para ver si podía colaborar en algo y acepté. Canté la canción que usaron para la campaña. No me arrepiento, porque no me gusta especular. Trabajo en función de mis convicciones y nunca tuve miedo a represalias, ni a eventuales listas negras, porque ésas son cosas del pasado.
Cuando sus actividades musicales se lo permiten, Jairo dedica buena parte de su tiempo a la pintura. En el living de su casa se destaca nítidamente un cuadro que muestra a Jorge Luis Borges observando (es una manera de decir) a un Carlos Gardel encerrado en una jaula. Y más allá del simbolismo estético, expresa la admiración de Jairo por dos personajes a los que pudo abordar artísticamente. "Hace veinte años hice el disco Jairo canta a Borges, en el que también trabajaron compositores como el Cuchi Leguizamón, Eladia Blázquez, Piazzolla, etc. Para mí, Borges siempre fue un ídolo total, y por suerte pudo conocerlo gracias a ese disco. Tenía un miedo bárbaro de que él me rechazara, pero se portó bárbaro, inclusive me acompañó a la televisión y cantó conmigo 'Milonga de los morenos', que había musicalizado Julián Plaza. Después dijo que muchos de sus poemas no le gustaban y que le empezaron a gustar cuando les pusieron música." Jairo cuenta también una anécdota que refiere la censura a la que el mismo Borges se vio condenado durante la dictadura. "El disco fue censurado en muchas ciudades por los militares. Es increíble, pero ni Borges se salvó. El poema 'Dónde se habrán ido' reivindicaba a los viejos ejércitos, y los nuevos quedaban evidentemente muy mal parados..." --Usted hizo un homenaje a Gardel, y posteriormente otro a Yupanqui. ¿Quién representa más, según su criterio, la identidad argentina? --Son complementarios. Yupanqui es un Gardel bis. Representan a dos
países distintos. Uno, --Aún con el curriculum que está en condiciones de mostrar, da la impresión de que en la Argentina no termina de ser reconocido. ¿Le pesa esta situación? ¿Cree que tiene que ver con su pasado como baladista? --No sé con qué tiene que ver, y tampoco me corresponde a mí decir que debería ser más reconocido. Me siento querido en la Argentina. Y hasta en Cosquín canté mis canciones, digamos, "comerciales", y a la gente le gustaron. Mis hijos, mis allegados me dicen que merecería mayor valoración. Hace poco me condecoró el gobierno de Francia, con el título de Caballero de las artes y las letras. Y no se enteró casi nadie. Mis hijos dicen que si le hubieran dado el título a otro, se hubiese armado un revuelo bárbaro. Pero no me quejo, sigo pensando en el futuro. Para el año que viene tengo el proyecto de hacer un disco con canciones de amor de Schuman, y también pienso hacer un comic, con guión de mi hijo Iván. Y está lo del Che, y lo de Piazzolla, así que voy a andar bastante ocupado como para pensar en esas cosas.
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