PARAÍSO Por Leonardo Moledo
Y el Angel Mayor, que lo escuchaba con dulzura, se quedó un momento en silencio y luego preguntó: ¿Eso has hecho hoy? Y el Alma dijo: Eso he hecho hoy. Y ayer fue lo mismo, y anteayer igual, como lo será mañana. Y así ha de ser, día tras día, hasta el fin de los tiempos. El Angel pensó un momento y al fin dijo: "Es verdad". Y el Alma dijo: Para venir acá, pasé toda una vida sin pecado. Cuando todos los demás se entregaban al goce, yo me retiraba a orar al Señor. Desprecié el placer y evité la alegría. Desdeñé a las hermosas mujeres que pasaban delante mío para mi perdición y aparté la copa de vino que se acercaba a mis labios. Delaté al fugitivo cuando pude, y ayudé a que la justicia cumpliera su obra evangélica. Hice penitencia por mis afectos y sofoqué las pasiones que corrompen. Y di mis diezmos a la iglesia, y me reduje para darlos, y asistí, sin perder uno, a los autos de fe donde ardían los infieles. No me permití una emoción, ni un sentimiento, ni un placer y dediqué todo mi ocio a alabar al Altísimo. Y preguntó el Angel Mayor, mientras sus grandes alas resplandecían como los tesoros de Golconda y los diamantes de Zahir: ¿Eso has hecho? Y el Alma dijo: Eso he hecho. Y dijo el Angel Mayor: Bueno, ¿y ahora qué pretendes? Y el Alma dijo: Nunca ahorré un sufrimiento ni un dolor, ni una penitencia, ni un cilicio, sabiendo que en la Vida Eterna me sería recompensado. No me importaron ni el tiempo ni las cosas del mundo, sabiendo que había otro mundo donde cada sufrimiento me sería devuelto con goce, y cada lágrima me habría de ser pagada con alegría. --¿Y entonces? --preguntó el Angel Mayor. Y suplicó el Alma: Pasé toda mi vida en el temor del infierno, pero la miel de la salvación no me satisface. La he probado y no me gusta. ¡Me paso el día cantando! Me cansa y me aburre. --¿Pero qué quieres? --dijo el Angel Mayor. --Quiero que me envíes al infierno. --¿El infierno? --dijo el Angel asombrado--. ¡Pero si el infierno es precisamente esto! Y se rió. |