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LA GUERRILLA COLOMBIANA MUESTRA SU FUERZA

ADIÓS Y HOLA A TIRO LIMPIO

55 muertos, ataques a la infraestructura petrolera y acciones urbanas y rurales marcaron la despedida de la guerrilla colombiana al gobierno de Ernesto Samper, y una advertencia al que vendrá.

Miembros del Departamento Administrativo de Seguridad ante un coche bomba en Cúcuta.
Entre el lunes y el martes hubo ataques en todos los frentes de acción guerrillera.

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t.gif (67 bytes)  La guerrilla colombiana despidió ayer al presidente saliente Ernesto Samper con un gran despliegue de fuegos, pero no fueron artificiales: al menos 55 personas murieron entre civiles, militares y rebeldes, en una serie de ataques que afectaron a por lo menos 16 de los 32 departamentos del país, incluyendo la infraestructura energética y el principal puerto del país sobre el Pacífico. Los insurgentes también sembraron pánico con las explosiones de coches bomba en grandes ciudades, la ocupación de pequeñas poblaciones y ataques a bases militares en medio de la selva, en acciones que dejaron 39 miembros de las fuerzas de seguridad, nueve civiles y siete rebeldes muertos. Los ataques corrieron por cuenta tanto de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que recientemente han iniciado por distintas vías sendos diálogos de paz.

"Creo que es una despedida para el actual gobierno, no creo que sea la bienvenida (para el nuevo), porque no la hubieran dado de otra manera en las selvas de Colombia", dijo el presidente electo Andrés Pastrana, quien el viernes asumirá el poder en reemplazo de Samper. Pastrana, quien se reunió en julio con los máximos jefes de las FARC, el principal grupo rebelde, admitió que lo sucedido era "triste" aunque confió en que las dos guerrillas empiecen a dar signos de buena voluntad una vez que asuma el poder el viernes. Pero la verdad parecía diferir un poco de la lectura que Pastrana dio a los hechos, ya que las acciones guerrilleras constituyeron también una impresionante demostración de fuerzas destinada a subrayar el poder de fuego que sus fuerzas retienen, en caso de que fallen las negociaciones. Eso fue lo destacado por el ministro de Defensa saliente Gilberto Echeverri (cuya interpretación, desde luego, tampoco puede ser considerada como neutral), al afirmar que "hay ataques en todos los frentes y en todos los lados. Con el cambio cíclico de gobierno (la guerrilla) lanza estas despedidas clásicas y muestras de poder. En este caso es una muestra de poder para estar mejor posicionados para negociar".

Y fue una advertencia en gran escala. La infraestructura para la producción de petróleo de la empresa estadounidense Argosy, en el sur de Colombia, fue destruida en el marco de la ofensiva, extendida al segundo mayor oleoducto del país, dinamitado el lunes por la noche por tercera vez en menos de tres días. La situación obligó a una reducción de más del 47 por ciento en la producción de la estadounidense Occidental Petroleum en los campos orientales de Caño León, cuyo oleoducto, que lleva el crudo hasta el caribeño puerto de Coveñas, sigue paralizado. Portavoces de la industria, que pidieron el anonimato, informaron que baterías y tanques de almacenamiento de Argosy Energy International, en los departamentos de Cauca y Putumayo, fueron blanco de fuertes ataques con artillería pesada de la guerrilla anteayer. Un vocero dijo que "hay destrucción total de la batería Mari, Linda y Toroyaco de Argosy. Ahí fueron dañados los tanques de almacenamiento, y fue destruido un ferry a través del cual se transportan por río los trabajadores entre Putumayo y Cauca. Está afectada la producción de 3500 barriles diarios", añadió.

En el plano urbano, la ofensiva sacudió la ciudad de Cúcuta, en la frontera con Venezuela, donde comandos del ELN detonaron tres autobombas y realizaron otros nueve ataques contra instalaciones del ejército y la policía. En Medellín, 220 kilómetros al noroeste de Bogotá, un auto cargado con 150 kilos de explosivos estalló junto a la IV Brigada militar y causó la muerte a un soldado, heridas a ocho personas y semidestruyó a unos 60 edificios. La ofensiva rebelde, una de las más fuertes en los últimos meses, se extendió al puerto de Buenaventura, sobre el Océano Pacífico, donde las FARC mataron a tres policías y un civil durante ataques a cuarteles de las fuerzas armadas, aunque no hubo informes inmediatos sobre parálisis de la actividad portuaria.

En un acto militar, Samper dijo que ninguno de los acercamientos bastó para que la guerrilla dejara de causar "más muertos, más huérfanos, más viudas, más cuarteles incendiados y más inocentes perseguidos". En unos días, Pastrana empezará a probar si esto puede cambiar y a qué costo.

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