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LA DESGRACIA DE LOS MARRAPODI

Los Macocos centran su nuevo show en el retrato de la historia de una familia que se codea permanentemente con el infortunio.

 

El grupo combina en su obra hechos reales con hechos inventados.
Los Marrapodi visitan casi todos los géneros teatrales, sin suerte.

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LA FABULOSA HISTORIA DE LOS INOLVIDABLES


puntos

MARRAPODI

Por Los Macocos

Libro: Marcelo Xicarts, Javier Rama y Jorge Maronna
Intérpretes: Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts
Escenografía: Alberto Negrín
Iluminación: Jorge Pastorino
Vestuario: Mini Zuccheri
Coreografía: Daniela Fernández
Música original: Jorge Maronna
Maestro de canto: Brian Chambouleyran
Dirección y puesta: Javier Rama
Lugar: Sala Cunill Cabanellas del TGSM, Corrientes 1530, de miércoles (popular) a sábado a las 21,30 y domingo a las 20,30.


Por Hilda Cabrera

t.gif (67 bytes)  La dinastía de los inolvidables y al mismo tiempo anónimos Marrapodi nació de la compulsión de hacer teatro apenas desembarcaron en el puerto de Santa María de los Buenos Ayres en 1672. Esto es lo que cuentan Los Macocos, protagonistas de la fascinante tarea de seguirle el rastro a una familia artística, a la que --en trescientos años de historia-- el fracaso no pudo exterminar. Depositarios de ese tipo de infortunio en cadena que cuando se trata de tropiezos ajenos se convierte en material cómico, los indestructibles Marrapodi son rescatados en esta puesta de Javier Rama como verdaderos mojones del teatro nacional. Para atestiguarlo se ha dispuesto un Museo en el hall de la pequeña sala Cunill, espacio que, por otra parte, se agranda y multiplica con increíble plasticidad gracias a la imaginativa escenografía de Alberto Negrín.

Entre un montaje sintético y un guión que combina comicidad y sorpresa, las interpretaciones de Casablanca, Salazar, Wolf y Xicarts logran la ecuación perfecta entre lo que dicen y aquello adicional que la palabra permite visualizar, haciendo de cada escena un colorido cuadro. Los actores apuntan a personalidades simbólicas (un viudo, su hija y dos candidatos), componiendo la única obra que los Marrapodi, sobrevivientes de todos los fracasos, adaptaron a través del tiempo a diferentes estilos y según convenía a sus intereses. La familia nunca pudo concretar una función. Algo descomunal se lo impedía: un incendio, un viento huracanado... Sin embargo, como dicen los personajes-relatores, fueron pioneros y originales en todos los géneros teatrales, incluida la creación de dramas al estilo del Juan Moreira, estrenado por el célebre José Podestá el 10 de abril de 1886 en Chivilcoy (se dice que los Marrapodi, después que un vendaval arrasara con la carpa en la que pensaban representar su obra, contaron un drama parecido en una pulpería).

La gloria no era evidentemente el destino previsto para esta familia que atravesó trescientos años de historia teatral preparando versiones que nunca estrenaron: odas y loas, y comedias españolas para el lucimiento de una Mariquita del Pilar casta, soltera y devota. Zarzuelas y estampas nativas (que en esta puesta tienen en lo visual semejanza con los cuadros camperos de Florencio Molina Campos), sainetes, algún grotesco discepoliano, piezas de cuño realista y otras de la revista porteña.

Develando cómicamente lo ficcional de toda esta historia, los Macocos imponen su juego a la manera de un diálogo reidero y cálido con el teatro que ellos, con voz engolada, denominan nacional. El contacto con ese pasado (la historia se interrumpe en 1972) acontece a través de los personajes-relatores, encargados de hilvanar esta crónica hecha de sucesos imaginarios y reales. Entre éstos, los que aluden al incendio, en 1792, de La Ranchería (la casa de comedias ubicada entre las actuales Perú y Alsina) y al destino del teatro Politeama, que, inaugurado en 1879 sobre el viejo circo Arena, fue demolido en 1956 y convertido en playa de estacionamiento.

 



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