"Si uno trabaja en cosas de inteligencia o clandestinas, cuando ve que la culpa o el peso de la información está por perjudicar a alguien, desvía esa información hacia una persona que no pueda ser perjudicada." Curiosamente, la frase no pertenece ni a Gustavo Prellezo ni a Gregorio Ríos. Fue la explicación de Luis Posada Carriles, al decir por qué había mentido al New York Times atribuyendo a Jorge Mas Canosa, el cubano anticastrista ya fallecido, la orden de cometer atentados en Cuba.
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