Cavallo y Cheek son enemigos íntimos
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Por Pablo Ferreira Domingo Cavallo, el ex ministro de Economía que condujo la política oficial de alineamiento con los Estados Unidos, y James Cheek, el último embajador de ese país y lobbista de varias de sus empresas, están ahora en bandos opuestos. El escenario que los enfrenta es la industria del juguete, arrinconada por las importaciones de las multinacionales, hipermercados y cadenas comerciales, que ya detentan el 85 por ciento del mercado. Los fabricantes lograron que la Comisión Nacional de Comercio Exterior tratara en audiencia pública, a pocas jornadas del Día del Niño, un pedido de medidas de salvaguarda. Esto significa imponer barreras arancelarias a las masivas importaciones a precios de remate. Cheek asumió la representación de los importadores, haciendo lobby por uno de los más grande, la firma Mattel, fabricante de las célebres muñecas Barbies. En tanto, el mentor de la apertura económica pidió, paradójicamente, la aplicación de medidas para evitarle mayores daños a lo poco que queda de la industria de juguetes nacional.
"La causa principal de nuestro problema es la competencia desleal de los productos importados que hace que el fabricante no tenga prácticamente posibilidades de existir", destacó a Página/12 el titular de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ), Miguel Faraoni. El empresario explicó que la participación de la industria nacional en este mercado, que ronda los 350 millones de pesos anuales, es en la actualidad de sólo un 15 por ciento. En 1990, en cambio, las empresas argentinas manejaban el 95 por ciento de las ventas. En el insólito lugar de defensor de la producción nacional, Cavallo calificó ayer de "caso ejemplar" al de la industria del juguete. Argumentó que "hay sectores industriales que han hecho enormes esfuerzos para adaptarse al clima de competencia que implicó la apertura y que han demostrado ser capaces de producir con eficiencia". El ex ministro defendía también su propia gestión en Economía desde donde impulsó la adhesión a la Organización Mundial de Comercio (OMC). Así, desde fines de 1996 los productores afectados por la apertura externa pueden plantear pedidos de salvaguardas. La actitud de Cavallo no dejó de ser cuestionada por el diputado Ricardo Vago, que habló en la audiencia de ayer en representación de la Comisión de Industria de la Cámara baja. El legislador recordó a este diario que "cuando Cavallo estaba en el gobierno, con la teoría de la lucha contra la inflación, privilegió la apertura indiscriminada en lugar de una reconversión que privilegiara a la producción local". El ex ministro exhortó, además, a la CNCE a que apruebe la medida de salvaguarda para los jugueteros. Su principal argumento fue que era preferible usar ese instrumento a que Argentina se vea obligada a devaluar su moneda para defenderse de la agresividad exportadora del sudeste asiático. La referencia a la crisis de Asia no es casual. La avalancha importadora que tiene en jaque al centenar de pymes sobrevivientes de la industria local, está compuesta en un 80 por ciento por productos que provienen de esos países. En tanto, los sectores importadores, de los cuales el ex embajador Cheek es la cabeza más visible, objetaron esos planteos. El titular Mattel, la subsidiaria que tiene la licencia de las Barbies, Alan Smink, por ejemplo, llegó a afirmar que ya es tarde para proteger a esta industria y que sus dueños no están dispuestos a invertir. Pero los locales no sólo prometen inyectar fondos sino, además, bajar sus precios e incrementar sustancialmente el empleo. Según trascendió habrían estimado en 3000 los puestos adicionales que se podrían crear en dos años si se aplica la salvaguarda. Y ofrecieron una prueba contundente. Brasil ya aplicó la misma medida en 1996 y, de acuerdo con los representantes del vecino país que estuvieron anteayer ante la CNCE, aseguran que sumaron a sus plantas desde entonces 7000 nuevos operarios, al tiempo que los precios bajaron. Según Faraoni, en 20 días se conocerá el resultado de esa audiencia y de la investigación sectorial que está haciendo la CNCE. Para ese entonces Ricardo Mermelstein, presidente de Juguetech, espera que se cumpla su sueño. "Quiero que mis nietos jueguen con los mejores juguetes del mundo pero también que el negocio del abuelo pueda sobrevivir".
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