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EL EX MINISTRO Y EX EMBAJADOR DE EE.UU. EN TRINCHERAS DIFERENTES

Cavallo y Cheek son enemigos íntimos

El pedido de medidas para frenar la importación de juguetes los tiene enfrentados. Cheek representa a los importadores y Cavallo, a los nacionales.

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Los importadores avaanzaron en los últimos años hasta acaparar el 85 por ciento del mercado laboral

Por Pablo Ferreira

t.gif (67 bytes)  Domingo Cavallo, el ex ministro de Economía que condujo la política oficial de alineamiento con los Estados Unidos, y James Cheek, el último embajador de ese país y lobbista de varias de sus empresas, están ahora en bandos opuestos. El escenario que los enfrenta es la industria del juguete, arrinconada por las importaciones de las multinacionales, hipermercados y cadenas comerciales, que ya detentan el 85 por ciento del mercado. Los fabricantes lograron que la Comisión Nacional de Comercio Exterior tratara en audiencia pública, a pocas jornadas del Día del Niño, un pedido de medidas de salvaguarda. Esto significa imponer barreras arancelarias a las masivas importaciones a precios de remate.

Cheek asumió la representación de los importadores, haciendo lobby por uno de los más grande, la firma Mattel, fabricante de las célebres muñecas Barbies. En tanto, el mentor de la apertura económica pidió, paradójicamente, la aplicación de medidas para evitarle mayores daños a lo poco que queda de la industria de juguetes nacional.

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James Cheek, ex embajador

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Domingo Cavallo, ex ministro

"La causa principal de nuestro problema es la competencia desleal de los productos importados que hace que el fabricante no tenga prácticamente posibilidades de existir", destacó a Página/12 el titular de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ), Miguel Faraoni. El empresario explicó que la participación de la industria nacional en este mercado, que ronda los 350 millones de pesos anuales, es en la actualidad de sólo un 15 por ciento. En 1990, en cambio, las empresas argentinas manejaban el 95 por ciento de las ventas.

En el insólito lugar de defensor de la producción nacional, Cavallo calificó ayer de "caso ejemplar" al de la industria del juguete. Argumentó que "hay sectores industriales que han hecho enormes esfuerzos para adaptarse al clima de competencia que implicó la apertura y que han demostrado ser capaces de producir con eficiencia". El ex ministro defendía también su propia gestión en Economía desde donde impulsó la adhesión a la Organización Mundial de Comercio (OMC). Así, desde fines de 1996 los productores afectados por la apertura externa pueden plantear pedidos de salvaguardas.

La actitud de Cavallo no dejó de ser cuestionada por el diputado Ricardo Vago, que habló en la audiencia de ayer en representación de la Comisión de Industria de la Cámara baja. El legislador recordó a este diario que "cuando Cavallo estaba en el gobierno, con la teoría de la lucha contra la inflación, privilegió la apertura indiscriminada en lugar de una reconversión que privilegiara a la producción local". El ex ministro exhortó, además, a la CNCE a que apruebe la medida de salvaguarda para los jugueteros. Su principal argumento fue que era preferible usar ese instrumento a que Argentina se vea obligada a devaluar su moneda para defenderse de la agresividad exportadora del sudeste asiático. La referencia a la crisis de Asia no es casual. La avalancha importadora que tiene en jaque al centenar de pymes sobrevivientes de la industria local, está compuesta en un 80 por ciento por productos que provienen de esos países.

En tanto, los sectores importadores, de los cuales el ex embajador Cheek es la cabeza más visible, objetaron esos planteos. El titular Mattel, la subsidiaria que tiene la licencia de las Barbies, Alan Smink, por ejemplo, llegó a afirmar que ya es tarde para proteger a esta industria y que sus dueños no están dispuestos a invertir. Pero los locales no sólo prometen inyectar fondos sino, además, bajar sus precios e incrementar sustancialmente el empleo. Según trascendió habrían estimado en 3000 los puestos adicionales que se podrían crear en dos años si se aplica la salvaguarda. Y ofrecieron una prueba contundente. Brasil ya aplicó la misma medida en 1996 y, de acuerdo con los representantes del vecino país que estuvieron anteayer ante la CNCE, aseguran que sumaron a sus plantas desde entonces 7000 nuevos operarios, al tiempo que los precios bajaron.

Según Faraoni, en 20 días se conocerá el resultado de esa audiencia y de la investigación sectorial que está haciendo la CNCE. Para ese entonces Ricardo Mermelstein, presidente de Juguetech, espera que se cumpla su sueño. "Quiero que mis nietos jueguen con los mejores juguetes del mundo pero también que el negocio del abuelo pueda sobrevivir".

 


Made in China


t.gif (862 bytes) En 1992 se producían juguetes en Argentina por valor de 55 millones de dólares y se importaban 23,1 millones de kilogramos. En 1996, según la Cámara de la Industria del Juguete, esas estadísticas pasaron a 32 millones de dólares y 30,4 millones de kilogramos, respectivamente. De 250 empresas que existían en el país a comienzo de los 90 quedaron 100, lo que provocó la pérdida de 2000 empleos. Entre las diez firmas líderes de aquel entonces, no menos de cinco desaparecieron: Edukit, Inducar, Joc, Juan Sulc y Plastictoys. El costo de la mano de obra en China, según los datos de la cámara del sector es de 0,32 dólares por hora, mientras que en Argentina varía entre 2,1 y 6 dólares según el tipo de juguete.


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Importadores vs. nacionales


"Sin volver al pasado"


* Alan Smink, gerente general de MATTEL Argentina.

"La industria juguetera americana no tiene ningún problema en Argentina. Es un mercado libre y muy bueno. Debido a que el negocio del juguete requiere de mucha tecnología e inversión es muy difícil que países como Argentina puedan tener una industria fuerte. La tuvo, pero no fuerte. La fabricación del juguete en el mundo está muy concentrada en Asia. Lo que estamos discutiendo ahora es que no queremos volver al pasado, cuando se viajaba a Miami y se traía una Barbie como si fuese una cosa de oro. Hoy la Barbie se compra acá a precios accesibles. La importación detenta el 80 por ciento del mercado argentino. Y no creo que pueda variar mucho. Para que aumente la participación de la producción nacional se necesita de una reconversión fabulosa. No se trata sólo de la producción del juguete. Si no se pone dinero, publicidad y promoción para generar el consumo no se vende. El total de la industria argentina invierte 0,5 por ciento de su facturación en marketing; nosotros el 16 por ciento."


"Así no se puede competir"


* Miguel Faraoni, presidente de la Cámara de la Industria del Juguete.

"Los fabricantes de juguetes del sudeste asiático pagan salarios de 30 dólares como máximo, algunos utilizan mano de obra infantil, reciben subsidios y la carga impositiva es casi cero. Así no se puede competir. Por eso reclamamos una medida de salvaguarda para la industria. No queremos una protección especial ni pedimos favores, sino operar en igualdad de condiciones bajo las normas internacionales. La importación de juguetes en los últimos tres años fue de tal magnitud que no dio oportunidad a las empresas nacionales de defenderse. La consecuencia fue el cierre de 150 fábricas y la pérdida de 3000 puestos de trabajo. En Brasil se venía dando el mismo fenómeno, pero en julio de 1996 se impuso una medida de salvaguarda. Desde ese momento se generaron 7000 nuevos empleos y la industria alcanzará un record de producción este año. La presencia de James Cheek es una prueba de la presión alevosa y descarada que debe soportar la industria nacional por parte de los importadores."



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