Kabila se la ve más oscura
|
Por A.G.B. Con las noticias de un avance de rebeldes de la minoría tutsi que desde el este tienen como objetivo conquistar la capital Kinshasa en el extremo occidental, la mayoría de los congoleños cree que está reviviendo una épica que ya ocurrió hace 15 meses, cuando el actual presidente Laurent Kabila derrocó a la dictadura de Mobutu Sese Seko. La rebelión de los soldados amotinados en el este de la República Democrática del Congo (RDC, ex Zaire, ex Congo Belga) proclamó ayer que el levantamiento alcanzó escala nacional, mientras que el régimen de Kabila afirmaba que en Kinshasa los tutsis insurrectos fueron sometidos. Pero los rebeldes ya encontraron su líder en Arthur Zahidi Ngoma y la credibilidad de Kabila se desmorona cuando su ministro de Relaciones Exteriores afirmó en Sudáfrica que se había convertido en un "dictador". Kabila amenazó con declarar la guerra a la vecina Ruanda, bastión tutsi, si la situación se sigue deteriorando. Los combates entre las tropas leales al presidente y los rebeldes arreciaron ayer en varios puntos del país. Goma --capital de la región del Kivu norte--, Bukavu, Uvira y Baraka estaban en manos de los rebeldes, quienes evitaron hábilmente librar una batalla frontal por Kisangani, la tercera ciudad del país, donde se combatía. Según algunas fuentes, también Kisangani habría caído en manos rebeldes. Los rebeldes consideran que la sublevación tiene un destino nacional, y que no pretende la secesión del Kivu, feudo tradicional de los tutsis (conocidos en el Congo como banyamulengues) en el este congoleño. Los que 15 meses atrás apoyaron a Kabila en los vecinos estados de Uganda y Ruanda habían creído que la campaña relámpago de siete meses que depuso a Mobutu era una guerra para acabar con todas las guerras. De la apresurada coalición de entonces salió como líder Kabila, como ayer Ngoma se proclamó líder de la nueva insurrección, también protagonizada por el descontento tutsi. Las fidelidades tribales demostraron ser estacionales, y la minoría tutsi que había llevado a Kabila a la victoria cuando subió al poder hoy es culpabilizada de complicidad antinacional con Ruanda. La misma complicidad que un año y medio atrás permitió el fin de la dictadura, también militar, de Mobutu. En sus primeras declaraciones radiales, Ngoma advirtió que "la gente del Congo no es estúpida. Tuvimos un dictador y no deberíamos tener nunca otro. Esta no es una lucha banyamulengue, ésta no es una lucha ruandesa, ésta es una lucha nacional". Según la cancillería de Kinshasa, 400 soldados ruandeses entraron al territorio congoleño por la ciudad de Goma, donde se apoderaron de un avión de Congo Airlines y aterrizaron en Kitona, en el sudeste de la RDC, donde se encuentra una importante base militar. El gobierno ruandés negó rotundamente cualquier implicación en la crisis de la República Democrática del Congo. "La crisis que actualmente afecta a Kinshasa y al este de la RDC es puramente interna y Ruanda no está involucrada de manera alguna en la misma", declaró el ministro ruandés de Relaciones Exteriores Anastase Gasana. El ministro de Relaciones Exteriores de la RDC, Bizima Karaha, un tutsi
exiliado en la República Sudafricana, se pasó abiertamente al bando rebelde en la tierra
segura de Pretoria, y prometió que Kabila sería derrocado en dos días. "Esta es
una revolución en todo el país para derrocar a Kabila. Los pueblos están cayendo en
manos de nuestras fuerzas sin resistencia porque la gente está desilusionada e indignada
con Kabila", dijo Karaha. La presidencia de la RDC anunció que Karaha, que había
huido de Kinshasa por su terror a un pogrom anti-tutsi, había sido destituido de su
investidura ministerial. Karaha es un médico que trabajaba como enfermero en Sudáfrica
antes de la caída de Mobutu, y que se había convertido en el principal estratega de
Kabila. |