Un kamikaze de los decibeles
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Por Eduardo Fabregat Teniendo en cuenta la cantidad de factores que confluyen en un hecho artístico, nunca es tarea fácil arribar a una "calificación" que lo conjugue todo. Por supuesto, hay casos en los que el consenso y la definición surgen con cierta claridad, y no hay mayor discusión posible más allá del gusto. Que, en tanto subjetivo, siempre debe quedar afuera de la apreciación periodística. La consideración, aun con su aspecto de obviedad, viene a cuento del experimento que Spinetta y los Socios del Desierto realizaron el martes por la noche, en una función dedicada exclusivamente a la prensa e invitados, preludiando al ciclo que comienza esta noche en La Plaza. Que sirvió para presentar y calentar el show que le dará forma al disco en vivo San Cristóforo, pero que en rigor no permitió extraer conclusiones que fueran más allá de la anécdota. Fue, precisamente, un experimento en esa suerte de atmósfera cero que conformó el auditorio, y que sólo sirve de referencia a la hora de afrontar el show real. Hace tiempo que el gremio periodístico es acusado de cierta amargura a la hora de vivir un show de rock, y el debut del trío en la sala Pablo Picasso no hizo más que reforzar esa impresión. En el cuarto tema de la lista, nada menos que "Como el viento voy a ver", la suerte de la noche pareció sellada: la soberbia versión, que viajó de la calma a la furia y nuevamente a la calma, cosechó apenas unos tímidos aplausos, y el "gracias, chicos, gracias", de Spinetta sonó más a ironía que a otra cosa. Los Socios venían de abrir con un potente estreno sin título aún, los indestructibles riffs del también inédito "Piluso y Coquito" y el funk pesadísimo de "Las olas", pero la tibia recepción a "Como el viento..." y "Me gusta ese tajo" --dos títulos que producen fervor aún en el público de Spinetta, que no se distingue por prender bengalas o aullar enfervorizadamente de punta a punta del show-- terminó condicionando el resto. En algún momento pareció que el Flaco se daba por vencido y se dedicaba a darle salida al show. Y la impresión quedó confirmada cuando, una hora y nueve minutos después del inicio, el grupo liquidó "Rutas argentinas" y se despidió, cinco temas antes de lo que marcaba la lista. La mitad del público simplemente se levantó y se fue, mientras un grupito intentaba hacer prosperar un pedido de bises sin éxito. La responsabilidad en ese experimento algo fallido, de cualquier modo, fue compartida. Buscando un marcado contraste con "Estrelicia", el unplugged realizado para MTV Latino, Spinetta propone ahora un regreso al primer ideario de los Socios, pura adrenalina y choque eléctrico. Tal como advirtió en la conferencia de prensa que presentó estos shows, hay una decisión consciente de no dejar espacio a su costado relajado, aun cuando eso lleve las cosas a la peligrosa frontera de la ausencia de matices. Y si a ese único postulado de potencia y más potencia (¿cuánto se puede subir el volumen sin empezar a agotar?) se le suma el juego de leve indiferencia que terminó estableciéndose en La Plaza --yo te escucho y aplaudo un poquito, yo hago mi parte y toco--, queda claro que ese tubo de ensayo sirve de poco más que para cumplir con la avant première y solucionar pedidos de entradas de favor. Aunque quizá no hubiera estado mal que Spinetta pateara un poco el tablero, y así como a veces sube el tono frente a una pregunta que considera inadecuada, preguntara en algún momento "Che, están muertos o qué?". Simples suposiciones. Después, claro, está la música. Parece indudable que el show va a tener un efectivo funcionamiento cuando los asientos estén ocupados por quienes abonan por ese derecho. No es novedad que Spinetta no es un virtuoso de su instrumento --y el clima del martes conspiró para que hubiera algún manazo de más--, pero su solución pasa por un conocimiento armónico y melódico que le permite sorprender. Marcelo Torres (quien puso su firma en el instrumental "San Cristóforo") y el Tuerto Wirzt, por otra parte, son una combinación capaz de sostener un edificio. Y, junto a estrenos y material del disco doble de indudable potencia, la lista ofrece clásicos como "Rutas argentinas", "Ana no duerme" y "Despiértate nena" que sabrán elevar la temperatura. De eso, en todo caso, se trata: el trío anuncia "lava eléctrico", y se propone hacer generoso uso de sus músculos. Esta noche podrán empezarse a medir los verdaderos resultados. LA OPINION DE ANDRES CALAMARO "Fue entre tenso e intenso"
En la
función del martes, familiares de Luis Alberto Spinetta --entre ellos sus padres, que
salieron ensordecidos, su novia Carolina Peleritti y su hijo Kuryaki, Dante-- y músicos
conocidos --como Alejandro Lerner y Manuel Wirtz-- se mezclaban con los cronistas,
fotógrafos, movileros, camarógrafos y afines convocados por la producción. Su colega
Andrés Calamaro llegó y se fue temprano de este curioso preestreno al estilo
cinematográfico, en parte para evitar el acoso de los medios, pero anoche delineó sus
impresiones a Página/12. "No fue un show muy distinto a los anteriores de Los
Socios del Desierto, no fue más metálico que los otros que yo les vi, pero me gustó.
Spinetta siempre fue un artista entre tenso e intenso, y sigue despertando en nosotros la
sensación de que vale la pena aquello que vaya a hacer. Spinetta es acorde, armonía y
electricidad desde la cuna, y como sigo considerándome su fan, y su amigo, no podía
estar ausente en este recital, estando, como estoy, en Buenos Aires". |