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Un boxeador veterano No le faltó presencia en los medios electrónicos ayer al presidente Carlos Menem, ni le faltará hoy. Preso de una hiperquinesis que es su marca de fábrica, se aseguró aparecer en el piso de "Hora Clave" y mojarle módicamente la oreja a Duhalde con la convocatoria a elecciones internas. Tanto movimiento revela que sigue conservando una voluntad de acero, que se resiste a dejar el centro de la escena y que cuenta con sobrados recursos para mantenerlo. Pero sus manos ya no lastiman como antes y recibe muchos golpes. Por caso, la reunión del Consejo Superior del PJ fue marcadamente débil desde el punto de vista escenográfico: apenas dos gobernadores, de los cuales uno (Rubén Marín) presidía el ámbito. Su producto, la interna de autoridades para el 4 de octubre, es una provocación a Duhalde y no mucho más. El Presidente recuperó el aval del peronismo de Santa Fe, que fue el que lo terminó de noquear en Parque Norte. Pero no es seguro que el peronismo de todas las provincias decida garantizar una fatigosa elección interna sin el aliciente de la discusión de candidaturas locales. Y, aun suponiendo que se hiciera, su efecto público será tenue: nadie dejará de advertir que una elección sin contendientes en el padrón del PJ no eclipsará el recuerdo del plebiscito bonanerense que Duhalde le arrojó a Menem como un guante que el Presidente, movedizo pero no zonzo, no recogió. La réplica de Duhalde, un acto el 17 de octubre, Día la Lealtad para el peronismo, revela que el gobernador sigue retando al Presidente a competir en la calle, sitio que a Menem le viene resultando cada día más inhóspito. Un eximio y movedizo boxeador de los '60, el campeón mundial mediano Ray "Sugar" Robinson, peleó hasta muy viejo y explicaba qué era la experiencia: "Ahora sé, como antes nunca supe, cuándo el otro va a tirar un golpe. El problema es que, aun sabiéndolo, no consigo evitarlos y cuando me embocan me duelen más que antes". Menem, un gladiador lleno de cicatrices, mantiene intactos sus recursos, su seducción y su voluntad. Pero los golpes le llegan, lo lastiman y su punch parece cosa del pasado. Nadie sabe si el remoto 4 de octubre habrá elecciones del PJ ni mucho menos cuántas personas irán a votar y cuántas preferirán pasear, asolearse o ver la oferta futbolera de ese domingo que incluye como platos fuertes a Independiente-San Lorenzo o Boca-Platense. Nadie sabe cuántas voluntades sumó Carlos Menem desde la (para él) hostil tribuna de Mariano Grondona. Pero a nadie le caben dudas de que ayer, como el viejo Ray Sugar, se movió con sapiencia en dos escenarios, sufrió algún golpe y --por decir poco-- no noqueó a nadie.
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