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PAGINA/12 EN COLOMBIA Por Carlos Noriega enviado especial a Bogotá Hoy a las tres de la tarde (17.00 horas en Argentina) llegarán a su fin los cuatro años del gobierno de Ernesto Samper, marcados por los narcoescándalos y la crisis política y económica, y comenzará el cuatrienio del conservador Andrés Pastrana. Cuando el liberal Samper abandone la Casa de Nariño, sede del gobierno colombiano, dejará tras de sí la peor crisis de la historia reciente de Colombia, una pesada herencia para su sucesor. Los últimos días de Samper en la presidencia no pudieron ser más dramáticos y trágicos. Más de 100 muertos, entre civiles y militares --a los que habría que agregar unos 100 guerrilleros muertos según la versión oficial que los insurgentes desmienten--, más de 130 soldados y policías secuestrados y más de 150 heridos es el saldo de desastre de las tres últimas jornadas, como resultado de los ataques de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en 17 de los 32 departamentos del país. La ofensiva guerrillera, que comenzó en la noche del lunes, es considerada como la mayor de los últimos años. Ayer ya se habían apagado los combates y los militares se dedicaban a contar las bajas y recoger a sus heridos. Sin embargo, los atentados continuaron, y durante la mañana un camión bomba estalló cerca de una de las pistas de aterrizaje del aeropuerto El Dorado de Bogotá, al que unas horas después comenzaron a arribar los 10 presidentes y otras autoridades que asistirán al cambio de mando presidencial. El atentado no dejó víctimas. Una despedida como para reafirmar el desastre de estos últimos cuatro años, en los que el presidente Samper concentró sus fuerzas en mantenerse a toda costa en el poder en medio de los duros golpes que le propinó el escándalo de la financiación de su campaña con dineros del Cartel de Cali, mientras la violencia política, cuya magnitud quedó claramente reflejada esta semana, crecía imparable; la economía se deterioraba gravemente, el ambiente político se polarizaba peligrosamente y el país quedaba internacionalmente aislado y marcado como una "narcorrepública", especialmente por el gobierno de Estados Unidos. Tres desafíos Ese es el país que desde esta tarde deberá gobernar Andrés Pastrana. Son tres los principales retos del nuevo presidente colombiano: llevar adelante el proceso de paz que ha anunciado con la guerrilla, enfrentar la crisis económica y restituir las relaciones con EE.UU. y la credibilidad internacional del gobierno colombiano. El proceso de paz se presenta complicado y, sin duda, será un camino largo y lleno de obstáculos. Pastrana ha condenado la ofensiva guerrillera de esta semana, pero ha sido claro en decir que ésta no cambia sus planes de dialogar con la insurgencia armada para buscar un acuerdo de paz. El nuevo presidente colombiano ha dicho que los ataques de la guerrilla fueron la despedida a Samper, pero ese análisis refleja sólo una parte de la realidad. La otra es que con esta impresionante ofensiva militar y su contundente triunfo sobre las fuerzas armadas y policiales, la guerrilla ha dejado claramente establecido su poderío y esto le permitirá llegar a las futuras negociaciones "pisando fuerte", especialmente en el caso de las FARC, la principal de las fuerzas guerrilleras y la que realizó los mayores ataques de esta sangrienta semana. El politólogo Alfredo Rangel opina que con esta ofensiva los grupos insurgentes "buscan una mejor posición político-militar frente al inicio de las próximas negociaciones de paz". Rangel señala que con la toma de prisioneros en los recientes combates, la guerrilla "busca utilizarlos como una carta de negociación para imponer condiciones en los diálogos con el Estado". Con más de 130 militares y policías capturados en estos días, ya son más de 200 los "prisioneros de guerra" en poder de la guerrilla. Pastrana tendrá el reto de llevar adelante las negociaciones de paz en medio de la guerra y mucho de su futuro político dependerá, precisamente, del curso que tomen las negociaciones con la guerrilla. Un posible fracaso del proceso de paz sería un golpe muy duro para la credibilidad y popularidad con la que ingresa al gobierno. Un hombre clave en estas negociaciones será el ex embajador en la Argentina, Víctor Ricardo, quien actuará como una especie de "superministro" para la paz. El problema de los paramilitares será un grave obstáculo de difícil solución en ese proceso. Por lo pronto, su inclusión en las negociaciones de paz motivó que este lunes el ELN suspenda su diálogo con el Consejo Nacional de Paz. Los paramilitares exigen que se les dé status político y están dispuestos a conseguirlo presionando con ataques a la población civil. La guerrilla se niega a que se les otorgue ese reconocimiento y, por el contrario, exige que los integrantes de esas fuerzas sean juzgados por las matanzas que han cometido. En el terreno económico la situación también se le presenta difícil al nuevo gobierno colombiano. La herencia de Samper es muy pesada. El mayor desempleo de la historia de Colombia: 15,8 por ciento; un déficit fiscal creciente y que se encuentra por encima del 3 por ciento, aunque algunos analistas pronostican que el actual ritmo a fin de año podría llegar a cerca del 5 por ciento: indicadores también crecientemente negativos en la balanza comercial y de pagos; una inflación del 20 por ciento; un crecimiento económico en declive y que este año será de 2,7 por ciento (el promedio de crecimiento entre 1990 y 1995 fue de 4.6 por ciento) y altas tasas de interés bancario que hacen inaccesible el crédito para la mayoría de los colombianos son parte del legado samperista a Pastrana. Esto obligará al futuro presidente a reducir el gasto público y poner en marcha un programa de ajuste económico que, según los analistas, incrementaría aún más las altas tasas de desempleo y reduciría el poder adquisitivo de la población, algo que puede tener graves efectos sociales en un país en el que más del 50 por ciento de sus habitantes viven en la pobreza y más del 20 por ciento en la extrema pobreza. El encargado de poner en marcha este ajuste económico será el futuro ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo, hombre identificado con las posiciones económicas neoliberales, lo que adelanta el signo que tendrá la futura política económica del pastranismo. El terreno de la economía se le presenta lleno de dificultades al nuevo gobierno y la puesta en marcha de un severo ajuste podría encender la mecha del descontento social. Finalmente está el tema de las relaciones internacionales --fundamentalmente con EE.UU.--, como el tercer gran reto de Pastrana. En este campo las cosas se le presentan mejores al futuro presidente colombiano. Su primer encuentro con el presidente norteamericano Bill Clinton, el pasado lunes, dejó satisfecho y lleno de optimismo al equipo de Pastrana, quien a la salida de la Casa Blanca anunció que comenzaba "una nueva era" en las relaciones entre los dos países. A diferencia de Samper, que fuera tratado como un "narcopresidente" por Washington, Pastrana tiene buena llegada en la administración norteamericana y, también, entre los congresistas republicanos. Pastrana ha asegurado que la futura relación entre ambos países no estará limitada al tema del narcotráfico y ha solicitado al gobierno norteamericano apoyo para poner en marcha un programa de sustitución de cultivos en la zonas cocaleras. Para este programa, que Pastrana ha bautizado como una especie de "Plan Marshall", ya consiguió 100 millones de dólares del BID. Pastrana quiere acabar con las fumigaciones de los cultivos de coca y amapola que impulsa Washington y que han causado serios problemas sociales entre los campesinos --que han perdido sus cultivos de coca sin tener alternativa-- y también serios daños ecológicos según diversas denuncias. Este podría ser un tema de conflicto entre ambos países, pero en el futuro gobierno colombiano están seguros de lograr el apoyo de Estados Unidos para la política de sustitución de cultivos que pretende llevar adelante Pastrana, quien en su encuentro con Clinton le aseguró al mandatario norteamericano que el problema del narcotráfico sólo podría ser vencido si se llega a un acuerdo de paz con las guerrillas. La tesis que Pastrana expuso en la Casa Blanca es que el acuerdo de paz es prerrequisito para terminar con el narcotráfico. Como muestra del cambio en las relaciones entre Colombia y Estados Unidos están la invitación que Clinton le hizo a Pastrana para que ya como presidente en ejercicio haga una visita oficial a Washington antes de fin de año; el viaje que en 1999 Bill Clinton debe hacer a Colombia; y la próxima certificación plena en la lucha contra el narcotráfico que recibiría el nuevo gobierno colombiano. Tres hechos impensables en la era Samper.
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