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Por Esteban Pintos El largo parate del Mundial de Fútbol y las vacaciones de invierno ya son recuerdo, y la temporada de espectáculos internacionales de música en Buenos Aires comenzará a activarse este mes, aunque difícilmente su balance resulte promisorio. En los próximos cinco meses hasta fin de año, una importante serie de artistas de diversos estilos, estéticas y poder de convocatoria llegará a Buenos Aires, algunos de ellos por primera vez (con toda la expectativa que ello puede provocar), contratados por empresarios que sueñan con tener algo que festejar para Navidad. Kraftwerk, Backstreet Boys, Bee Gees, Megadeth, Jeff Beck, Milton Nascimento, Creedence Clearwater Revival --o lo que queda de ellos, sin la inconfundible voz de John Fogerty-- y Beastie Boys, entre otros, tocarán en Buenos Aires en el transcurso de los últimos meses del año, en teatros y estadios. La crisis de espectáculos de este año tiene que ver tanto con las posibilidades de programación como con el precio de las entradas, coinciden los empresarios. Sin embargo, y más allá del contexto económico --que salvo en 1992 cuando al calor de la primavera de la convertibilidad cavallista, no incidió para frenar una avalancha de visitas--, existe en Buenos Aires la posibilidad de presenciar números internacionales de calidad y convocatoria (aunque no siempre ambos conceptos vayan de la mano). "Este fue un año particularmente malo, sobre todo por el Mundial de Fútbol y no lo digo sólo por la eliminación de la selección nacional", reflexiona Daniel Grinbank, el empresario símbolo de la producción de espectáculos internacionales en el país. Lanzado de lleno a un ambicioso proyecto teatral junto a un flamante socio mexicano y con la bendición de derechos de la empresa Disney para producir comedias musicales de Broadway (ver aparte), Grinbank no renuncia a la concreción de recitales, en su mayoría de rock o cercanos a esta denominación genérica --después de todo, la radio de su propiedad, Rock & Pop, puso todos sus cañones orientados en esa dirección y mal no le va en términos de audiencia--, aunque acepta que "es verdad que en todo el mundo el fenómeno de los recitales, y estoy hablando de concurrencias y recaudaciones y no de calidad de los artistas, está en descenso. Es una tendencia". Claro que el responsable de megashows del tipo Rolling Stones, U2, Paul Mc Cartney y Madonna ya no está tan solo en el mercado. De hecho, en la última década, han surgido otras productoras con intenciones de ingresar en el mercado de los recitales. Ake Music, liderada por Edgardo Moré (ex manager de Ratones Paranoicos y Spinetta, entre otros) y Aquiles Sojo (gerente), produjo la histórica llegada de James Brown y ahora programa recitales de Milton Nascimento, Creedence Clearwater Revival, Roger Hogdson (ex líder de Supertramp) y América, todos en el teatro Gran Rex. "Tratamos de no apuntar a los artistas que sean del perfil Rock & Pop y que por eso sean promocionales por más de una vía, con un target más amplio", apunta Sojo. Sin embargo, el caso más notorio en cuanto a variedad y competencia, tal vez por tratarse de un desprendimiento de la empresa que manejaba Grinbank, antes conocida como Rock & Pop Internacional (hoy DG Producciones), es el de Pop Art. Esta productora, cuya cabeza visible es Roberto Costa, programó los shows de Backstreet Boys y Bee Gees en un atípico escenario: la Bombonera y, como podía suponerse en el caso de los ídolos prefabricados para adolescentes, ya es un éxito de venta de entradas (40.000 entradas vendidas para una capacidad total de 42.000 espectadores por función). El remodelado estadio de Boca Juniors ha sido, salvo excepciones contadas, un lugar tabú para los shows, ya sea por la precariedad de sus instalaciones o simplemente por la zona en que está enclavado. Sin embargo, para Costa, esto ha cambiado e incluso algunas mejores lo han convertido en uno de los mejores escenarios porteños. "Es de los más cómodos y funcionales: por capacidad, porque se mejoró la iluminación de las calles aledañas, por los estacionamientos y por un motivo fundamental. Al colocar el escenario delante de los nuevos palcos y mirando hacia las plateas, se forma un anfiteatro natural con la posibilidad única en una cancha de fútbol de tener al artista a menos de 40 metros de la gente." La clave de la elección, sin embargo, pasa por otro lado. Los dos clubes con estadios de gran capacidad y comodidad de acceso en la Capital Federal, River y Vélez, tienen contrato de exclusividad con DG hasta el 2000. Por eso también es que Pop Art acaba de suscribir un acuerdo de similares características con Boca hasta diciembre de 1999. En cuanto a estadios cubiertos --aquello que Estados Unidos se conoce como arenas, con una capacidad promedio de entre 15 y 20 mil espectadores--, el panorama es bastante desalentador. Hay nada más tres lugares posibles (Obras, Parque Sarmiento, Luna Park) y ninguno de ellos ofrece grandes garantías, lo que tiene uno le falta al otro y así sucesivamente. Acústica, comodidad, accesos, distancia. El Luna Park recién se reabrió al rock con Oasis y tendrá una segunda instancia con Björk. Obras, con una concesionaria a cargo (la empresa Up-Stage), mejoró la cuestión del ruido que molestaba a los vecinos y que llevó a su cierre, pero ahora enfrenta la cuestión del encierro y el calor (así pasó con Los Fabulosos Cadillacs y James Brown, por ejemplo). Y Parque Sarmiento, según Grinbank, está "atado con alambre", además de lejos del Centro. Todo juega en contra y de ahí la intención de Grinbank, desde hace años, de construir un estadio. "Estamos buscando las tierras para la construcción de un estadio, porque es una necesidad para la ciudad", anuncia.
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