Vélez tomó el último subte
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Por Daniel Lagares No son ni Cindy Crawford ni Naomi Campbell pero con cualquier cosa que se pongan están bellas. Son elegantes, atraen las miradas, las codician aunque estén en zapatillas, jeans y la cara lavada. River y Vélez, aunque jueguen un partido de medio pelo como el de anoche seducen por presencia. No es casualidad que entre ambos se repartieran los últimos seis campeonatos. Por lo tanto, aunque recién se levanten de la cama, merecen recibir una mirada y algún piropo. Después de todo eso no se le niega a nadie. Como aquellos cronistas presocráticos hay que decir que "hubo un partido hasta la expulsión de Cardozo y otro desde que Vélez tuvo uno menos". En todo caso, no por vieja, la fórmula está desacreditada. En ese primer tiempo de once contra once Vélez fue levemente superior a River porque el oficio de su manual táctico superó a las individualidades de River. Los apuntes no engañan: River tuvo dos muy claras, un toquecito de Pizzi que contuvo Chilavert después que la bajara Angel y un remate franco de Gallardo desde el punto de penal que reventó en la cola de un defensor. Vélez tuvo una: cabezazo de Camps al ángulo que descolgó Bonano. Sin embargo, la factura de esas tres jugadas marcan las diferencias y aquí no entra la cantidad (River dos-uno) sino la calidad. Las dos de River fueron por centros obligados una vez que sus volantes llegaban al área y el ordenado dispositivo de Vélez le cerraba el acceso. La de Vélez fue después de una buena jugada colectiva que arrancó por izquierda, pasó por el medio, se abrió a la derecha y encontró el espacio justo para meter el centro entre los dos centrales del local. Hasta ahí, esos 45 minutos iniciales del clásico de los "equipos de la década" dejaban sensaciones muy claras. Hace tiempo que River llegó a su techo táctico pero siempre tiene individualidades de categoría para disimular los puntos débiles. Vélez, en cambio, todavía le saca jugo al sistema que implantó Bianchi, siguió Bianchi y modificó Bielsa. Vélez no se confundió, sumó conceptos y a despecho de la ausencia de estrellas, se vale de la vieja receta de siempre. Entonces, mano a mano, si a River no le funcionan Gallardo y compañía, si Berti deja la cancha lesionado y Aimar no repite actuaciones anteriores, la cosa se equilibra y no se sacan ventajas nítidas. Pero el revoleo de piernas entre Sarabia y cardozo cambió el curso del partido. Desde la platea pareció un exceso la roja al de Vélez pero Castrilli "estaba ahí", a escasos metros del encontronazo. El sabrá. Entonces apareció el peor Vélez y un River mejorado por el empujón anímico que le significó saberse con uno de más y casi un tiempo delante. Fue el peor Vélez porque ese oficio lo empleó para aguantar y responder muy de vez en cuando, como si el punto fuera, en verdad, lo que fue a buscar a Núñez. Como si confirmara que cada vez que tiene a River delante toma más recaudos que de costumbre. Sensación alimentada desde el banco: Solari sacó a Darío Husaín que solito, como extrañando a Posse, había paseado a Sarabia y Hernán Díaz en todo el primer tiempo. Cualquier otro jugador que le hubiera dejado el lugar a Domínguez parecía más sensato. El River con el hombre de más en los números fue un River igual al Vélez con diez porque no lo supo aprovechar ni en el campo ni desde el banco. Angel había hecho méritos suficientes para salir desde la media hora del primer tiempo y sin embargo recién fue sacado cuando faltaban 20 minutos. Ya sin Darío Husaín, al fondo de River le sobraba gente atrás y salvó Sorín, que hizo un gran partido, ninguno de los otros tres aportó mucho. Ni siquiera en lo defensivo porque Sarabia y Berizzo jugaron de lo peor que se les vio en el último tiempo. Así puesto el partido, Chilavert fue figura --le sacó dos a Aimar, increíbles-- hasta que Pizzi lo quebró cuando pescó una pelota tirada al área de compromiso por Hernán Díaz. Pero River defiende --y retrocede tan mal-- que se expuso al nocaut en un contraataque que no pudo definir Pandolfi y terminó pagando con el empate agónico de Camps. En fin, que River y Vélez son como esas mujeres bellas que a veces pueden permitirse el lujo de andar vestidas de entrecasa. Con lo que tienen, con lo que mostraron anoche, les alcanza para seguir siendo interesantes. CARDOZO SE QUEJA DE CASTRILLI "Me tiene de hijo"
Raúl Cardozo se fue echando chispas. El único expulsado del encuentro disparó toda su bronca contra el árbitro Javier Castrilli. "Este tipo me tiene de hijo, siempre me caga la vida. No entiendo por qué se la agarra conmigo, él busca ser el protagonista del partido", remarcó Cardozo. A los 5 minutos del segundo tiempo Castrilli le mostró la tarjeta roja por una falta en la mitad de la cancha. Según el marcador, "Sarabia se cae arriba mío y después me pisa con intención. En ningún momento quise pegarle una patada, fue todo al revés, realmente no puedo creer lo que hizo Castrilli". Antes de retirarse de la cancha, Cardozo intentó conversar con el árbitro, pero no obtuvo ninguna respuesta: "Fui a pedirle explicaciones, pero parece que a este muchacho no le gusta que le digan las cosas en la cara. No me contestó porque es un soberbio. A nosotros nos sancionan por cualquier cosa, me parece que hay que hacer todo lo posible para que los árbitros también sean sancionados cuando hacen estas cosas". Curiosamente, el defensor de Vélez siempre consideró a Castrilli como uno de los mejores árbitros del fútbol argentino. "Yo tenía una buena imagen de Castrilli, lamentablemente, estas actitudes son las que hacen que sea un mediocre. No sé quién se cree que es, nos condicionó para el resto del partido y tuvo que ver en el resultado, no podemos seguir soportando más injusticias como esta", agregó Cardozo. El futbolista no quiere tomar esto como un problema personal y aclaró que "quiero creer que él no tiene mala leche conmigo". Por otra parte, lo que mostró ayer el equipo de Solari, dejó conforme al jugador de Vélez, "jugamos mejor que contra Boca, hay que tener en cuenta que llegó un técnico nuevo y nos estamos conociendo de a poco. Pero creo que Vélez tiene que seguir defendiendo su prestigio, más allá de quién sea el entrenador. Nuestros objetivos son claros, queremos ganar el Apertura y también la Copa Mercosur, acá no hay tiempo para relajarse". Fue el primero en "retirarse" de la cancha y no se guardó nada a la hora de las explicaciones.
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