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Por Julio Nudler |
De algún modo, el régimen cambiario-monetario que implantó Domingo Cavallo admitía tempranamente una idea hoy bastante difundida en el pensamiento económico estadounidense: que la Argentina --como otros-- es un país demasiado chico para tener moneda propia. Sin embargo, Gerchunoff-Llach advierten que "la viabilidad de una coexistencia pacífica entre el tipo de cambio real que resultó del Plan de Convertibilidad y la balanza comercial argentina no está garantizada". La pregunta es si el déficit puede curarse con otro remedio que no sea un derrumbe en el nivel de actividad y una explosión del desempleo. Y otra vuelta de tuerca: en la lógica de la convertibilidad está inscripto el ingreso del capital extranjero y la desnacionalización de la banca. Lo que Gerchunoff-Llach no callan es su duda: para ellos, "sigue sin quedar claro si acaso el fuerte influjo de inversiones cada vez que las condiciones lo permiten no es un signo de debilidad de la clase empresaria local, y no solamente una manifestación de la insuficiencia de ahorro nacional". Por tanto, ¿los empresarios argentinos son los desaparecidos del menemismo, o en realidad no existían? Uno puede sospechar que a Gerchunoff, uno de los cerebros económicos clave de la
Alianza, el futuro le quita algunas noches el sueño. Conducir una economía sin
empresarios y con convertibilidad (es decir, sin política monetaria ni devaluaciones) es
como volar sin instrumentos. |