Una multitud pidió justicia
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Por Carlos Rodríguez Desde Cipolletti "Sin duda, esto se tiene que aclarar, pero no porque lo quieran los políticos, los policías o los jueces. Se tiene que aclarar porque nosotros presionamos para que se aclare." Sandra, de 15 años, vecina de las tres chicas asesinadas aquí hace nueve meses, fue una de las más de mil personas que participaron anoche de una nueva marcha para reclamar justicia por las muertes de Verónica Villar, Paula Micaela y María Emilia González, al cumplirse nueve meses del hecho. El momento culminante fue la parada de unos 20 minutos que los manifestantes realizaron frente a la sede de la comisaría 4ª, ubicada sobre la calle Roca al 500. Mientras se cantaba el ya clásico "lo sabía, lo sabía/a las chicas, las mató la Policía", los más jóvenes fueron los que parecieron interpretar el sentimiento de la mayoría: taparon la puerta de entrada con un enorme cartón donde habían pintado gruesos barrotes negros que convirtieron a la seccional en una cárcel simbólica. Como de la marcha participa gente de todos los sectores y edades, los mayores dejaron también su mensaje acompañando a los barrotes imaginarios: "las madres queremos buscar la transparencia del bien común de la sociedad, y que en el terreno del error y la mentira, donde no se distingue el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto, que el esplendor de la luz de Cristo nos diga`yo soy el camino, la verdad y la vida'". Cientos de velas encendidas acompañaron el deseo. La manifestación fue encabezada por Ulises González y Susana Guareschi, padres de Paula Micaela y María Emilia, y por Juan Villar, el papá de Verónica. Eran acompañados por el sacerdote Jorge Fernández Pazos, de la Iglesia de la Sagrada Familia, y por Alicia y Juan Carlos Aravena, dos de los hijos de Carlos Aravena, el testigo que fue asesinado y mutilado la semana pasada. Los hijos de Aravena estuvieron "porque todos somos víctimas de lo mismo", dijeron. Los habitantes de Cipolletti han quedado marcados por el triple crimen. Eso se advierte en las vidrieras de los negocios, en las pintadas frente a la comisaría y el juzgado, en los adhesivos que se pegan en los automóviles. En todos lados están presentes los rostros y los nombres de las tres víctimas. Sin embargo, producto del desaliento por la falta de novedades en materia judicial, hubo en las últimas marchas una merma en la concurrencia. Pero ayer, domingo 9 --las chicas desaparecieron justo el domingo 9 de noviembre--, la manifestación volvió a llenar las calles. Mucha gente camina en silencio, pero también hay cánticos: "A los asesinos la cárcel ya/a nueve meses de impunidad" o "Queremos tener justicia/esclarecimiento ya/nunca más, nunca más/basta ya de impunidad". Y los carteles también hablan: "Estamos cansados de lentitud, silencio, soberbia" o "En un pueblo sin justicia la dignidad está ausente". En la puerta de la comisaría cuarta, "clausurada" por barrotes ficticios, se deja pegado otro mensaje: "Cuando la policía tropieza, cae porque el pueblo sale a defender el derecho a la vida". Los nombres de las tres chicas y el del testigo Aravena son gritados al viento, subrayados cada uno con un "presente" y el grito de "justicia". María Rosa, de 59 años, asistió al acto porque "con éste crimen nos mancharon la vida, nos quitaron la paz y si el hecho no se aclara, nos habrán marcado para siempre". De nuevo en la plaza San Martín, rebautizada "Plaza de la Justicia", donde comienza y finaliza la marcha de los domingos, Ulises González dice que la denuncia incorporada al expediente (ver aparte) incluye "los nombres de algunas personas que ya han sido nombradas y otras que hasta ahora nunca habían aparecido". Dijo que se trata de "una gran banda en la que hay policías, hombres con poder y lamentablemente algunos profesionales" del medio.
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