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EL REALIZADOR IRANI ABBAS KIAROSTAMI REFLEXIONA SOBRE SU FILM "EL SABOR DE LA CEREZA"

"En el suicidio desafiamos a Dios"

El cineasta se explaya sobre los ejes de su film, que se estrenará el jueves: el suicidio y la responsabilidad de vivir.

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Abbas Kiarostami es considerado un maestro por cineastas de la talla de Akira Kurosawa y Jean-Luc Godard

Por Serge Toubiana

t.gif (67 bytes)  --¿Cómo repercutió en Irán la Palma de Oro que ganó el año pasado en el Festival de Cannes El sabor de la cereza?

--Más bien silenciosamente.

 

--¿Nada de orgullo nacional?

--No. Porque los premios de Cannes coincidieron con los tres días de duelo religioso anual. Además, para la misma fecha tuvieron lugar las elecciones presidenciales. Por lo tanto, entre estos dos hechos importantes, los medios no hablaron. Sólo el semanario de lengua persa Cine en Teherán relató el hecho.

 

--¿Y en la televisión?

--Nada.

 

--¿Qué piensa usted de esta situación, es mejor para usted?

--Sí, es mucho mejor así. Estaba evidentemente muy contento de recibir ese premio, pero la idea de llevarlo a Irán me dificultaba la situación. Por cierto, en Irán los cineastas y los artistas estaban muy felices con este premio. Parece que Buda, sin embargo, decía: "El sabio es aquel que no brilla jamás", es decir, ¡el que queda oculto!

 

--¿En su película, la violencia está simbolizada por un deseo de suicidio?

--Sí, hay una cierta violencia en mi película, pero quizás haya que separar dos cosas: la violencia en sí misma y la expresión de esta violencia. Porque la violencia escondida y silenciosa existe por todos lados.

 

--Lo fascinante en su película es la idea de un hombre que quiere decidir su muerte y elegir él mismo las condiciones.

--Existe, en la decisión de suicidarse, una forma de libertad: es el único momento en que podemos hacerle frente a Dios o a la Naturaleza. La vida es una suma de obligaciones, salvo este acto que es una elección. Nosotros no elegimos nuestra fecha ni lugar de nacimiento, ni nuestra nacionalidad, ni nuestros padres, ni nuestra religión, ni nuestro color, ni nuestra raza. El único momento en que podemos hacer un acto de resistencia ante la Naturaleza o ante Dios, es cuando podemos decir: "¿Debo continuar viviendo o no?" Hay violencia, pero está acompañada por una rebelión, un desafío.

 

--¿Un desafío?

--También podría ser una amenaza...

--Y al mismo tiempo, lo que es magnífico, es que su personaje busca al Otro en sus encuentros: el soldado, el religioso; casi se diría que él busca los argumentos que podrían convencerlo para permanecer con vida.

--Un espectador me preguntó por qué el protagonista elige esta forma de suicidarse: podría haber tragado píldoras en su casa y morir tranquilamente. Yo le contesté: "Si, es una pena". Pero mi personaje no me habló jamás. Si él lo hubiera hecho, yo hubiera comprendido sus motivos. Ahora, hay que adivinarlos. Una de las posibilidades, es que él buscara comunicar, tener un contacto. Podía ser un loco. La elección del lugar, por ejemplo, muestra que él le da importancia todavía a la vida. Según las estadísticas que yo pude consultar, sobre ochenta intentos de suicidio, uno solo lo logra: lo que demuestra que el deseo de vivir es mucho más fuerte que las ganas de morir. En su desafío, en su amenaza, entre quienes eligen suicidarse hay a pesar de todo ganas de vivir. Así, la noche en que mi personaje vuelve a la casa, la víspera de su suicidio, se toma la temperatura, para saber si tiene fiebre, si está bien de salud. Cuando lo invitan a comer un huevo al plato, él dice que tiene una tasa alta de colesterol y que es muy graso para él. Esta ruptura con la vida que representa el suicidio, esta rebelión debe tener fuentes afectivas o sociales.

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--Lo que me impactó es que la experiencia descripta en la película puede vivirse en cualquier civilización, occidental, oriental... La libre elección de su propia vida y por lo tanto de su propia muerte, es una experiencia violenta...

--Estoy de acuerdo, eso no está ligado a la cultura. Esa debe ser una de las más antiguas preocupaciones del hombre. Las estadísticas mundiales muestran que sobre cien mil personas, una sola se suicida. Es muy poco, casi cero.

 

--Lo que muestra hasta que punto lo prohibido es fuerte...

--Si, es por eso que se puede perfectamente no hablar para nada del suicidio. Pero por otra parte, se sabe que más del setenta por ciento de la gente lo pensó seriamente en el curso de su vida. Hay que considerar el suicidio como una verdadera hipótesis. En ese setenta por ciento, los motivos son variables. En Suecia, por ejemplo, la tasa de suicidios es más elevada. En Irán y en India, el suicidio tienta en primer lugar a los jóvenes. Pero en Japón, la mayor cantidad de intentos sucede entre las personas de edad, hacia los cincuenta. Sin duda porque ellas piensan no haber asumido sus responsabilidades. Y es, según mi opinión, el más noble de los suicidios...

 

--Es porque pertenece a un código de honor...

--Es eso y es una de las razones que me llevó a hacer mi película. Mi personaje se dice: "La vida es una elección y no una obligación". Mientras la decisión de suicidarse es una posibilidad, sigue siendo una elección. Uno debe sentirse responsable de su propia vida. Y es ese sentido de responsabilidad lo que caracteriza a los japoneses. En Cannes, un realizador norteamericano me dijo: "Felizmente el festival se termina. Ya tengo bastante, querría irme." Ese realizador tenía la elección. Si nos hubieran invitado a Cannes prohibiéndonos partir, nunca hubiéramos ido. Por lo tanto, la posibilidad de un suicidio hace que la vida sea un viaje con el boleto de regreso abierto. Así, en mi película, hay algo de existencialista: "Mientras estemos con vida, tenemos la responsabilidad de nuestra vida". Es lo que Cioran había escrito: "Sin la posibilidad del suicidio, yo me hubiera suicidado hace algunos años." Es seguir siendo responsable de su vida. Sentir la posibilidad de suicidio, es experimentar su propia libertad.

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--En la película, el protagonista convoca a personajes que casi lo convencen de que no se suicide: el soldado, el seminarista o el taxidermista. Se tiene la impresión que el protagonista, que quiere suicidarse, no es tan libre como para hacerlo. Si el lo quisiera, lo haría. O tiene la necesidad de la palabra del Otro.

--Ignoro la razón por la cual el personaje se comporta así. Si esta personalidad, compleja y un poco charlatana, no habló, es que no deseaba hacerlo. Ella no nos lo informó: nos toca a nosotros adivinarlo, según nuestra propia reflexión.

 

--¿La razón no será que de todas maneras el hombre, sea quién sea, debe implorar algo al Otro, debe implorar el sentido de la vida?

--Yo tengo mi propia idea sobre lo que pasó, y usted tiene la suya. Los espectadores me preguntan: "¿Por qué en la película, no dice usted lo que le ocurre al personaje?" A mi vez yo devuelvo la pregunta: "¿Qué piensa usted personalmente del personaje?" Para algunos, se trata de un problema de amor. Pienso que esas especulaciones llevan en sí mismas el dolor que proyectan sobre el personaje de la película. Para el centenario del cine, hace dos años, yo le envié un texto que usted publicó y en el que yo decía que los realizadores debían dejar las películas inconclusas, de manera que los espectadores las pudieran terminar y aportar su propio imaginario. Cioran, en su libro de recuerdos, habla de las personas que lo iban a ver porque ellas querían terminar con la vida. Llegaban apuradas para anunciar su decisión. Cioran les respondía que lo podían hacer, que el momento elegido era bueno, y que era una buena idea. Ahí, la persona respondía: "Pero hoy tengo un impedimento". Y daban como excusa una media rota o los pies sucios. Por miedo a que su cadáver fuera descubierto con una media rota o los pies sucios. Uno se puede preguntar por qué una persona tan apurada viene a hablar con Cioran, para luego renunciar con la misma rapidez. Esa es la razón por la cual sobre dieciocho personas que se quieren matar, sólo una lo consigue. Las otras diecisiete sólo quieren llamar la atención sobre ellas. Por lo tanto, aparte de los móviles que usted citó, hay otro que es importante: llamar la atención.

 

--Pienso que el suicidio tiene un sentido más fuerte, más filosófico. En cierto modo, es el límite a la libertad. Es bueno tener conciencia de su libertad, en un momento dado uno espera la frase, la palabra de una persona que puede de golpe volver a darle confianza en la vida.

--Su interpretación es justa pero yo digo: "uno de los móviles". Y si cité a Cioran, es para decir que en ese momento preciso, el sujeto tenía necesidad de la atención del otro.

 

--El hombre siempre a bordo del automóvil, ¿corresponde a una tradición cultural o religiosa de la búsqueda, la idea de un hombre que busca algo?

--Tenemos una religión a dos velocidades: una hacia atrás en la que no existe una búsqueda y la otra, más desarrollada, donde la búsqueda existe. En toda la poesía mística de Irán, hay una idea de un viaje iniciático que va hacia la realización. Esta es la ventaja de la cultura iraní que, en toda su riqueza, es una cultura religiosa que muestra esta preocupación. La religión no hizo más que retomar el pensamiento iraní. Aparte de eso, el automóvil es simplemente una buena idea. No es solamente un medio de locomoción para ir de un lugar a otro, sino que representa además una pequeña casa, un habitáculo muy íntimo con una gran ventana desde donde la vista cambia todo el tiempo. Usted no encontrará jamás una casa así en la realidad, porque la vista que se tiene desde las ventanas no cambia. Está condenada a mostrar eternamente la misma vista. Mientras que la ventana del automóvil es de una gran dimensión y además, como una pantalla panorámica, refleja todo el movimiento.

 

--Tuve un sentimiento al ver la película: están los hombres y la montaña, que es un cantero permanente. Como si fuera Irán, el país mismo que trata de llenar el agujero en el que quiere morir el protagonista.

--Yo no quisiera limitar la película a Irán o a un lugar geográfico preciso. Pienso que el mundo entero en este momento está tratando de llenar un vacío. Cuando yo volví a ver mi película en Cannes, constaté que mi personaje buscaba solamente una pala y alguien para enterrarlo. Y no encuentra a esa persona. Pero cuando su automóvil patina y él se encuentra en el foso, una multitud de personas llega para socorrerlo. Y esta imagen es cierta, muestra que la gente, para salvar la vida, hace esfuerzos que no está lista para hacer frente a la muerte. Es algo que nunca había pensado antes, pero que constaté al rever mi película. Una vez más, un cineasta no hace su película entera, es como espectador que la termina finalmente. Algunas de mis ideas no se destacan en la película mientras que otras, en las que no había pensado, surgen después. Por ejemplo, hay un pasaje donde las personas están con las palas, como una orquesta sinfónica, Pero en lugar de tocar algo fúnebre y negativo, tocan algo alegre y positivo.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

 


Entre la religión y el arte

 

t.gif (862 bytes) --En Irán, donde el cine tiene una virtud pedagógica, ¿no se arriesga a que le digan que su película es una apología del suicidio?

--Mi película no es una apología del suicidio. Pienso que la religión y el arte pueden tener un punto en común: el arte justifica, comenta, interroga, mientras que la religión impone alguna cosa. Pero la religión no tiene influencia sobre todo el mundo. El hecho de hacer una pregunta justa puede provocar una respuesta exacta. El suicidio de Arthur Koestler, en 1983, fue percibido por algunos como un mensaje negativo. Para mí era otra cosa: años antes, Koestler dijo que si él dejaba de ser positivo, se mataría. Entonces, hasta su muerte, se sintió positivo. En 1944, el laureado al Premio Literario norteamericano Joseph Pullitzer había escrito también: "Como no puedo ser más positivo, prefiero partir. Y aprovechando mi derecho natural, les digo adiós." El mensaje de estos suicidios es que aquellos que quedan y que viven deben tomar conciencia de su responsabilidad, es decir, saber si su vida es positiva o negativa; aquellos que se suicidan dirigen un mensaje positivo a los que quedan. Pienso que la religión y el arte pueden tener un fin común, a pesar de los medios completamente antagónicos.



Enseñanzas de Don Juan


t.gif (862 bytes) --¿Eligió los personajes --un soldado, un seminarista, un laico-- por su ideología o eso no tuvo nada que ver?

--Si, el soldado es el eje principal. Durante toda la película representa la energía de la juventud. Yo estaba obligado a hacer hablar a un religioso: lo que se hubiera dicho de esta historia a la salida de la película, del punto de vista de la religión, lo dijimos nosotros mismos en la película. El viejo, en fin, es para mí un analfabeto que vivió y que tiene mucha experiencia. No es ni joven, ni religioso ni intelectual.

 

--Lo que dice es fundamental: la vida, la puesta del sol, el amanecer....

--Tiene la experiencia de la vida. Y a veces el viejo y el religioso tienen los mismos propósitos. El religioso dice que él no vivió esas cosas, pero que se las han contado, mientras que el viejo, por su experiencia, llega a las mismas conclusiones. Y al mismo tiempo tiene similitudes con Don Juan, el personaje de Carlos Castaneda, que es a la vez joven de espíritu, religioso e intelectual. Dice en un momento del personaje principal: "Tu sólo puedes tomar una decisión, tu sólo puedes saber si puedes cometer ese acto. Y si lo quieres, yo te puedo ayudar". Para mí, es el apogeo del espíritu libre: es uno quien decide su propio destino.

 

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