Por Carlos Polimeni |
El inicio de un nuevo campeonato oficial de la AFA y la decisión de un grupo de empresarios, que intentan salvar una temporada mala, originará que en los últimos cinco meses de este año haya una sobreoferta de espectáculos de nivel internacional destinados al público joven, el que menos poder adquisitivo tiene, pero al tiempo el que más se moviliza y consume en la Argentina del fin de siglo. La temporada anual de espectáculos dura usualmente poco más de ocho meses: va de abril a mediados de diciembre, con un paréntesis en las vacaciones de invierno, donde buena parte de las propuestas apunta al público infantil. El Mundial de Fútbol, con el sabor a frustración que tuvo para la Argentina, le quitó a ese panorama un mes más, por lo cual lo que técnicamente sería "el primer semestre" se condensó a abril, mayo y un pedacito de junio. Esa realidad del mercado depara que en distintos rubros haya muchos interesados en salvar su año de aquí a principios de diciembre, por lo cual el fin del invierno y la primavera originarán una superposición por momentos caótica de ofertas. Salvo que se verificase un sorpresivo crecimiento cuantitativo del público, la realidad de las cifras indica que no habrá gente para todas las propuestas, por lo cual muchos responsables de puestas y shows saldrán perdiendo. Todos saben que eso ocurrirá, pero confían en balances individuales positivos. Es decir, que pierdan los otros. La mención del fútbol
no es ociosa: ya casi nadie se anima a competirle. No hay espectáculos importantes los
domingos a la hora de "Fútbol de Primera". Nadie organiza un recital de música
popular cuando juegan Boca Juniors, River Plate o Racing Club. El éxito de Buenos
Aires No Duerme se hizo durante el receso del campeonato de la AFA. Durante el Mundial
hubo un parate fortísimo de asistencia de público a cualquier tipo de evento, en un
efecto dominó que afectó incluso al cine --se estrenaron una retahíla de films
apuntando al público femenino, ninguno de los cuales fue un éxito-- y el teatro, que en
una sociedad con otra lógica no tendrían por qué soportar la competencia del deporte.
Los que tengan dinero para pagar las entradas podrán darse entonces ahora banquetes de
cardenales. Por citar dos rubros, en cine, se vienen las nuevas películas de Quentin
Tarantino, Abbas Kiarostami, Spike Lee, y los seguros éxitos Armagedon y X
Files, entre otros. En música popular desfilarán Beastie Boys, Bee Gees, Backstreet
Boys, Creedence, Bjork, Prodigy, Milton Nascimento, Jeff Beck, The Smashing Pumpkins,
Kraftwerk, Mötley Crue, Megadeth, Kool & The Gang. Los que no mirarán televisión,
elegirán cuidadosamente si alguna vez concurren a algún sitio y tal vez entonces apoyen
a los artistas nacionales, los huérfanos de un statu quo en que suelen triunfar antes los
que comienzan por ofrecer sus chequeras que los que ofrecen, desinteresados, su corazón. |