SEGUN DATOS DEL INDEC, AUMENTO LA CONCENTRACION DEL INGRESO ESTE AÑO La torta cada vez se reparte peor
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Por Maximiliano Montenegro Los últimos datos sobre la distribución del ingreso del INDEC, a los que accedió Página/12, confirman que la torta sigue concentrándose en cada vez menos manos. En 1991, una persona del 10 por ciento más rico de la población ganaba, en promedio, 15 veces más que uno del 10 por ciento más pobre. En octubre del '97 percibía 22 veces más. En mayo pasado, ese mismo individuo cobraba 24 veces más, un record nunca visto desde que el INDEC comenzó a elaborar este tipo de estadísticas a comienzos de los años setenta. El grupo más pudiente se apropia del 36,7 por ciento del ingreso de la sociedad, mientras el grupo de menores recursos apenas accede al 1,5 por ciento del total. El dato demuestra que no basta con reducir la desocupación para revertir la desigualdad. La precarización laboral y la caída salarial en los empleos peor pagos explican por qué el reparto en Argentina no deja de concentrarse y ya es hoy uno de los más injustos del mundo. Para el FMI, la mayor inequidad en el reparto de los ingresos se asocia con mayores niveles de corrupción. Según los datos oficiales, además, un quinto de las familias del Gran Buenos Aires (Capital y partidos del conurbano), 1,6 millón de personas, sobreviven hoy con menos de 400 pesos mensuales. Y el 50 por ciento de los hogares, casi 5 millones de personas, deben arreglárselas con menos de 900 pesos al mes. Según FIDE, 1035 pesos es lo que cuesta la canasta de consumo de una familia que deseara cubrir, sin contar gastos de esparcimiento, sus necesidades mínimas de alimentos, salud, transporte y alojamiento. La información oficial sobre los ingresos de mayo del '98, a la que accedió este diario, está contenida en un módulo especial de la Encuesta Permanente de Hogares que releva el INDEC desde 1974 dos veces año (mayo y octubre). Para medir la distribución, el organismo de estadísticas públicas ordena a la población en diez grupos de igual cantidad de personas, llamados "deciles" en la jerga técnica. En mayo pasado, el 10 por ciento más rico de la población se apropiaba del 36,7 por ciento de los ingresos totales, contra el 35,3 por ciento en octubre pasado, el 34,6 por ciento al inicio de la Convertibilidad y el 26,7 por ciento en la década del ochenta. En cambio, el decil más pobre de la población, en mayo, se quedaba con un mísero 1,5 por ciento del total del ingreso, contra 1,6 en octubre, bastante inferior al 2,4 por ciento de siete años atrás y menos de la mitad del 3,2 por ciento de 1980. Otra forma de medir la inequidad en la distribución surge de comparar los ingresos promedio entre el grupo que está en la cúspide de la pirámide y el que está en la base. Con esa metodología se desprende que, como se dijo más arriba, hoy una persona del 10 por ciento más rico gana 24 veces más que uno del segmento más bajo. Sea como fuere, Argentina ha dejado de ser un caso peculiar en América latina en términos de equidad. Y está consolidando un patrón distributivo de los más desigualdes, no sólo comparado con los países desarrollados, sino también con regiones como el Sudeste asiático, Medio Oriente o Africa del Norte. Durante buena parte de la Convertibilidad, en Argentina se produjo un fenómeno único en toda Latinoamérica: mientras el 10 por ciento más pobre de la población perdía participación en el ingreso total, el más rico la aumentaba. Esta tendencia volvió a repetirse en el último relevamiento, pero en este caso el grupo más acomodado también acaparó riqueza a costa de los sectores medios. De esta forma, los sectores medios bajos (con un ingreso personal inferior a los 600 pesos al mes) también alimentaron el proceso de concentración del segmento más alto. Los resultados de la encuesta de mayo del INDEC ratifican que la prosperidad para los sectores bajos y una distribución más igualitaria no viene asociada con la mera disminución de la desocupación que viene ocurriendo en el último año y medio. La reactivación económica posterior al tequilazo no sólo mejoró la situación relativa de los sectores bajos en comparación con el alto, sino que encima todavía no alcanza para revertir la pauperización de ingresos en términos absolutos. Entre octubre de 1997 y mayo de 1998, mientras los ingresos en promedio del 10 por ciento más pobre cayeron un 18,3 por ciento, los del grupo más acaudalado aumentaron un 5,7 por ciento año. Entre octubre del '97 y mayo último, el ingreso promedio del 10 por ciento más pobre se mantuvo prácticamente constante, mientras que el del grupo más alto creció un 9,6 por ciento. Para los expertos, que la distribución del ingreso siga empeorando se debe a que buena parte de las ocupaciones son típicas de un mercado laboral precarizado: ya sea en el sector informal, modalidades promovidas superflexibles en el formal o empleos públicos de 200 pesos para realizar tareas sencillas como los que ofrece el Ministerio de Trabajo a nivel nacional y Eduardo Duhalde en la provincia de Buenos Aires.
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