Cambio de Saadi: en vez de Ramón, será Alicia en el Senado

El ministro del Interior, Carlos Corach, logró consenso entre los senadores del PJ para que Alicia Saadi ocupe la banca a la que aspiraba su hermano Ramón, por la minoría de Catamarca.

Alicia y Ramón Saadi, el dominio del PJ catamarqueño garantizaría el cambio de un hermano por otro

Por Raul Kollmann

  Las aspiraciones de Ramón Saadi al Senado fueron, según parece, definitivamente sepultadas en una operación que facilitaría el ascenso de su hermana Alicia Saadi. El ministro del Interior, Carlos Corach, fue el operador del canje: la hermana de Ramoncito ocupará la banca y tendrá el acuerdo --laboriosamente tejido por el ministro-- de Carlos Ruckauf y Antonio Cafiero, dos de los justicialistas que bloqueaban el ingreso de Saadi a la Cámara alta.

Hace casi un mes, Alicia llegó a la Capital Federal con el visto bueno de su hermano. El ex gobernador de Catamarca, imputado en doce causas por malversación, enriquecimiento ilícito, fraude a la provincia, fraude a la administración pública, peculado, abuso de autoridad y otros delitos, reconoció de hecho que su llegada al Senado era misión imposible y, casi como una herencia, resolvió entregarle la banca a Alicia.

Después de un diálogo de la hermana Alicia con Corach, el ministro puso manos a la obra. El PJ necesita rápidamente la banca en la Cámara alta, no sólo por la pelea con la Alianza, sino también por el choque con el duhaldismo. Corach consultó entonces a Ruckauf, el más firme opositor al ingreso de Ramoncito a la Cámara, y el vicepresidente aceptó el canje de hermanos. Más tarde, hubo una charla con Cafiero, que también dijo que no había problemas. Las últimas consultas fueron realizadas durante el congreso de Parque Norte, el 24 de julio pasado. Ahí mismo, Corach, junto a Jorge Yoma, le dijo a Alicia Saadi que la operación tiene el visto bueno de todas las partes. "Voy a hablar con Ramoncito", le dijo Alicia a Corach, aunque todos tenían en claro que el pacto estaba sellado.

La escena pasó entonces a Catamarca, donde los hermanos Saadi tienen que arreglar el canje dentro del justicialismo de la provincia. La banca en la Cámara alta es la que corresponde a la minoría de la Legislatura, es decir al PJ (la mayoría la tiene el Frente Cívico), de manera que el partido debe decidir a quién postula. Ramoncito, como es tradicional, consiguió el 90 por ciento de los votos dentro del justicialismo de Catamarca, por lo que no le será difícil ahora volcar ese porcentaje para convalidar la entrega de la banca a Alicia. Una vez cumplido ese trámite, se supone que la Legislatura catamarqueña también dará el visto bueno y la hermana del ex gobernador llegará al Senado.

Aunque tiene abiertas doce causas y está salpicado por el caso de María Soledad Morales, Ramoncito no piensa retirarse. Más bien todo lo contrario: Saadi prepara su lanzamiento para presentarse como candidato a gobernador en las elecciones del '99. Se supone que no tendrá problemas para ganar la interna del PJ catamarqueño, dominado por su familia desde hace varias décadas. Después, es muy improbable que le gane al candidato a gobernador de la Alianza. Por ahora, todas las encuestas le pronostican una derrota.

Haga lo que haga de aquí en adelante, lo cierto es que Ramón acaba de sufrir un golpe durísimo: intentó por todas las vías llegar al Senado y perdió por goleada. Cuando se iba a votar, el 17 de junio pasado, de los 37 senadores que supuestamente apoyarían a Saadi, sólo 15 estaban sentados en sus bancas. Además, Ruckauf ya había dicho que no le tomaría juramento y lo mismo señaló Cafiero. El único dispuesto a facilitar el ingreso de Ramoncito al Senado fue Eduardo Menem.

Para el justicialismo, a nivel nacional, el canje de hermanos es un alivio. Ruckauf, Bauzá, Reutemann, Cafiero o De la Sota pueden ser candidatos el año próximo y todos iban a pagar un alto costo político por facilitar el ingreso de Ramón a la cámara. Es que el ex gobernador de Catamarca fue echado en 1990 al calor de una masiva movilización por el caso María Soledad y desde entonces prácticamente se ha convertido en una mala palabra de la política argentina.

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