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El día del perdón para la tele
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Por Mariana Carabajal
Ramos se encontró con Abalos el domingo por la mañana en un bar ubicado frente el Parque Rivadavia. "Escuché su versión y me di cuenta de que no es ni un nazi ni un skinhead. Y percibí en él un arrepentimiento. Por eso le sugerí que le pidiera perdón a Elías", contó a Página/12 el funcionario. Luego de reunirse con el chofer, Ramos visitó la familia del adolescente de 15 años y les comunicó la novedad. Daniel, el padre de Elías, consultó a un rabino y por la noche le avisó que aceptarían las disculpas. El incidente ocurrió el miércoles, cuando Elías intentó subir fuera de la parada al interno 20 de la línea 64 que conducía Abalos. Ante la negativa del chofer, el joven corrió hasta la parada, en Perón a metros de la avenida Pueyrredón, en pleno barrio de Once. Cuando Abalos lo vio, le anunció: "Los judíos de mierda acá no suben", intentó pegarle y le quitó la kipá. El hecho no pasó a mayores gracias a la intervención de los pasajeros, que obligaron al colectivero a sentarse. "Estoy arrepentido de lo que pasó el día miércoles. Fue un momento de calentura pero nada más. No soy antisemita como se dijo, ni nazi", insistió el chofer frente al chico, en las oficinas del INADI y con los periodistas como testigos. Según le explicó Abalos a Ramos, reaccionó así porque Elías lo había insultado cuando no le abrió la puerta del micro fuera de la parada. "No lo puteé porque era judío. Si fuera católico lo puteaba igual porque me había provocado", le aseguró el colectivero. De espaldas a las cámaras, para preservar su identidad, Elías aceptó las disculpas. "Yo no tengo nada contra vos ni contra tu familia", le respondió y también le pidió perdón porque había intentado colarse al subir al colectivo. Tras el acto, Ramos dio marcha atrás en su denuncia del viernes y declaró ante la división de la Policía Federal que instruye la causa que para el INADI no se trató de un hecho de discriminación religiosa y que el caso debería cerrarse en el fuero federal. Para el abogado de la DAIA, Rogelio Cichowolski, en cambio, la investigación judicial debe continuar hasta llegar a una absolución o condena. "Hay una denuncia por infracción a la Ley Antidiscriminatoria. Se trata de un delito de acción pública y debe continuar la causa hasta su clarificación", consideró Cichowolski ante Página/12. Ayer el juez Urso tomó declaración a Elías, a su padre y a un testigo del incidente. Abalos trabaja en la línea 64 hace 5 años, es padre de un niño y su esposa está embarazada. Luego de la denuncia judicial, la semana pasada fue suspendido en su trabajo y la Comisión Nacional de Regulación del Transporte le inició un sumario administrativo. En los próximos días, además, deberá someterse a un nuevo examen psicofísico para determinar su aptitud para conducir, tal como ordenó el viernes el secretario de Transporte, Armando Canosa. "Más allá de su pedido de perdón, el sumario administrativo sigue hasta las últimas consecuencias", dijo anoche a este diario Canosa, y ratificó que si se comprueba la discriminación se le quitará la licencia. Como todas las semanas, Elías ayer volvió a tomar el colectivo 64 para ir al dentista.
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