Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Etica universal y ética política
Por Daniel Goldman*

A todos nos enseñaron que los símbolos patrios son importantísimos. Casi hacen a la esencia de la Nación. A todos nos enseñaron que López y Planes había dado lo mejor de su poesía para que las generaciones posteriores "juren con gloria morir". A todos nos enseñaron que una mañana de un 20 de junio, después de la lectura de un texto inentendible, aturdido por palabras rimbombantes, debíamos responder "Sí, prometo". A todos nos enseñaron que prometíamos algo que no entendíamos. Nos pedían entregar la vida para defender un símbolo patrio, o algo así.

A la distancia, nos damos cuenta que de chicos fuimos inducidos a responder a formalidades imposibles de entender para nuestra edad. La vida continúa, y más de una vez percibís que no solamente de chico nos pasaba esto. De adulto también te comprometés con cosas incomprensibles o que con el paso de los años dejaste de creer. Evidentemente, este tipo de contradicciones son inherentes a la condición humana.

A todos nos enseñaron que la ética universal indica que debemos responder con los compromisos que hemos asumido.

Al seguir el hilo lógico de esta reflexión me encuentro frente a una encrucijada: ¿Todos los seres humanos deben responder a los compromisos asumidos, o puede llegar a existir una ética diferenciada, acorde con las circunstancias que a cada uno le toca vivir?

Por ejemplo: si amé y dejé de amar, ¿puedo previamente comprometerme a querer eternamente?

O de repente un ejemplo más contundente: ¿Puede un político que prometió algo antes de las elecciones no cumplir aquello que prometió?

Esta angustiante cuestión parece que ya es tan vieja como la Biblia. En una oportunidad Moisés reunió a los jefes de las tribus de Israel y les dijo: "Si alguien se comprometiere con un juramento, no violará su palabra, obrará conforme a todo lo que haya dicho su boca", dicho de otra manera, si un gobernante promete algo, debe cumplirlo.

Obviamente el texto bíblico no hace referencia en este párrafo a los votos formulados por el hombre común. Entonces, ¿existe una ética diferenciada entre la del ciudadano y la del gobernante? ¿Solamente los líderes son los que deben cumplir con su promesa? Naimánides, un intérprete del medioevo, respondió diciendo que "este párrafo bíblico no fue impartido a todo el pueblo sino solamente a los gobernantes, porque la mayoría de las veces el hombre común actúa en virtud de un impulso emocional en el que se apura en sacar de su boca una promesa", de lo que podemos entender que el líder no puede actuar de manera impulsiva. Otro exegeta completa esta idea aduciendo que el gobernante no puede prometer aquello que no va a cumplir porque juega con los deseos de toda una sociedad. Y por lo tanto "cuando el gobernante promete sin cumplir es un mentiroso, y no un arrepentido de corazón" (M. Sofer). Porque la promesa es el instrumento para que él pueda acceder al poder conferido por el propio pueblo, al que debe responder. A todos nos enseñaron que en los países civilizados si no es así, Dios y la patria realmente se lo demanden. ¿Será otra de las formalidades que de chicos escuchamos y que de grandes también nos resulta imposible de entender?

* Rabino Comunidad Bet-El.

PRINCIPAL