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Keiko, alias Willy, será liberada, ahora de verdad

Se hizo famosa como protagonista de "Liberen a Willy". Pero su cautiverio era tan malo como el de la ficción. Presión de los chicos y negocio mediante, ahora la ballena verá la libertad.

Keiko protagonizó a Willy, una ballena que era liberada para salvarla del parque de diversiones.
Ahora ella repetirá la historia de la película: el 9 de septiembre será liberada en Islandia.

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t.gif (67 bytes)  "Faltan 28 días, 10 horas, 23 minutos, 30 segundos para que le digas adiós a tu amada." Muy melancólica y con cuenta regresiva al estilo lanzamiento de Challenger, el Oregon Coast Aquarium presenta en Internet su página "oficial" sobre Keiko, la orca más conocida como Willy, protagonista principal de la película Free Willy (Liberen a Willy). Como suele ocurrir con las estrellas hollywoodenses, Keiko repitió en la vida real lo que Willy protagonizaba en los guiones, pero sin saberlo, porque es una ballena. Expuesta durante años en una pileta diminuta con agua cálida, y lanzada al estrés del estrellato, la orca fue recuperada por el clamor de su público infantil y será, finalmente y después de complicadas negociaciones, liberada en una bahía de agua fría en Islandia, el 9 de septiembre, con lo puesto y sin un peso, después de 19 años de cautiverio.

Keiko nació en las profundidades del Atlántico un día incierto entre 1977 y 1978. Durante un año o algo más, fue una orca común y silvestre, incluso sin responder a nombre alguno, hasta el '79, cuando fue capturada y siguió siendo una orca --aunque ya era Keiko--, en el acuario de Saedyrasfnid, en Islandia. Tres años después, pasó a ser propiedad de otro acuario, el Marineland de Ontario, Canadá. Allá comenzó su riguroso aprendizaje de destrezas y sus primeras presentaciones públicas. Marineland demostró ser un verdadero semillero, porque tres años después, Reinoaventura, un parque de diversiones mexicano, compró sus servicios por 350 mil dólares. En el momento de su compra, Keiko ya medía casi 3,5 metros de largo, lo que no fue obstáculo para que fuera albergada en una pileta un poco más grande que ella. En el '92, mientras pasaba sus días en la ciudad de México, un equipo de la Warner cambió su vida: la transformó en estrella y dejó de ser la orca Keiko, para transformarse en Willy, la orca de Liberen a Willy, que sufría el maltrato de un inescrupuloso dueño de un parque de diversiones, encerrada en una pequeña pileta, pero que finalmente un niño lograba liberar --en realidad la que fue liberada fue Fake-O, una orca retenida para la ocasión, mientras Keiko siguió sin enterarse en Reino Aventura.

La película tuvo su saga, y llenó las arcas de la Warner. Pero la fama tiene sus bemoles: en noviembre de ese año, la revista Life publicó un dossier con la verdadera historia de Keiko, mencionando indiscreciones como las dimensiones y la temperatura de la piscina donde vivía y algunos problemitas de salud que la tenían de aleta caída. A partir de ese momento, se generó una avalancha de cartas infantiles reclamando a la Warner que rescatara a la orca. Con la participación del Earth Island Institute, un grupo de ambientalistas de San Francisco, y la presión del público, la productora cinematográfica inició conversaciones con el Oregon Coast Aquarium. Se constituyó la Free Willy Keiko Foundation con un aporte de 4 millones de dólares de la Warner y otros donantes. Las negociaciones fueron arduas: se extendieron desde mayo del '94 hasta febrero del '95, cuando Reino Aventura oficialmente donó la estrella a la fundación, y fue instalada en una construcción acuática especial que costó 7,3 millones de dólares. Al año siguiente, se había recibido cerca de un millón de dólares por ventas de remeras, llaveros, postales, jugos y demás merchandising con la imagen de Willy. La segunda Liberen..., en la que Keiko no participó, aumentó los ingresos.

Entretanto, Keiko, ajena a todo, empezó a dejar de comer de la mano de sus cuidadores. En agosto del '97 los informes veterinarios decían: Keiko pudo cazar un pez después de 18 años. Había aumentado de 3,5 a 5,4 toneladas, demasiado obesa para el rodaje estelar, pero saludable.

El 8 de junio pasado, una delegación de la FWKF se reunió con el primer ministro de Islandia, David Oddsson, y obtuvo permiso para cerrar con redes la bahía natural de Vestmannaeyjar, donde Keiko se reintegrará paulatinamente al medioambiente, hasta ser liberada. Entretanto, el Oregon Coast Aquarium cuenta los segundos que le quedan y vende los Keiko Kits a sólo 14,99 dólares por Internet, para ayudar a la causa.

 

Y por qué no hacer dinero

En Estados Unidos no hacen nada a lo chico. La liberación de Willy Keiko se transformó en un buen negocio con fines benéficos. "Ayuden a Keiko a seguir progresando", dice en la página de Donaciones de Internet del Oregon Coast Aquarium, donde se abren diferentes formas de aportar a la causa. Entre ellas, proponen no sólo el envío de dinero sino también la compra del "Keiko merchandising" en el gift shop del acuario.

Pero también ofrecen "adoptar a Keiko" comprando el Kit Keiko, que consta de un póster original de Liberen a Willy, un certificado personal de adopción, un sticker con la leyenda "I Helped Free Willy" (Yo ayudé a liberar a Willy), la recepción de un boletín quincenal, información sobre el "histórico esfuerzo por ayudar a Keiko", y una credencial de pertenencia al Keiko Kids Club. Todo a sólo 14,99 dólares.

Para quienes más que una vulgar adopción prefieren pasar a la historia, existe la posibilidad de adquirir una placa de terracota, con imágenes ilustrativas de la "belleza natural de las orcas", con el nombre del donante inscripto, y que será colgada en un sector preferencial del Oregon Coast Aquarium, "en las paredes externas, visible a todos los que visiten el área". Las placas se ofrecen a 250, 500, 1000 y 5000 dólares.

Para que la oferta sea tentadora, las páginas de Keiko en Internet ofrecen fotos de la orca nadando en su hábitat actual, el acuario. Pero no son fotos comunes y corrientes: una leyenda debajo de la imagen señala la fecha y hora precisa en que fue tomada, un minuto antes de que cada navegante abra el sitio de Internet.

 

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