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Por Juan Cavestany, de Nueva York "Una película de Steven Spielberg": Saving Private Ryan. "Una película de Michael Bay": Armageddon. Esta forma de presentar las películas, cada vez más frecuente en los títulos de crédito del cine estadounidense, ha puesto en guardia a los guionistas de Hollywood, que al reclamar por sus derechos están recordando que el cine es, ante todo, un trabajo de equipo. Los guionistas constituyeron un comité para exigir a los grandes estudios que mantengan la vieja fórmula del "dirigido por", dejando a los directores con lo que a ellos les corresponde, es decir un crédito parcial. Muchos quisieran lo que ocurrió con la última película de Francis Coppola, El poder de la justicia, que sus estudios presentaban como..."un film de John Grisham". Que un film sea promocionado como "...de Spielberg" en Hollywood se llama "apropiación de créditos", un derecho de autoría total que ni siquiera en su momento disfrutaron los más grandes, como Orson Welles, Alfred Hitchcock o John Ford. El pronunciamiento que ayer concretó un grupo de grandes puede ser el comienzo de una polémica parecida a la que, hace diez años, provocó la huelga de guionistas contra las productoras y las cadenas de televisión. Nadie discute que el nombre de Spielberg (o de Martin Scorsese, o cualquier otro gigante del cine estadounidense actual) sea un valor comercial imprescindible a la hora de encabezar sus propias películas. Pero, por ejemplo, Paul Attanasio (Quiz Show, Brasco), uno de los ocho guionistas asalariados por Walt Disney para dar forma al éxito veraniego Armageddon, encabeza ahora el grupo de escritores de renombre indignados porque a directores de publicidad, como Michael Bay (Armageddon) o a recién llegados como F. Gary Gray (The Negotiator) se les otorgue el título de autores absolutos de esas producciones. Acompañan a Attanasio en la protesta, entre otros, Shane Black (creador de la saga de Arma mortal, más conocida por el director Richard Donner) y Aaron Sorkin (autor de Algunos hombres buenos). La cuestión de fondo es saber quién es el autor verdadero de un trabajo. Como parece imposible establecer un parámetro general, los guionistas podrían negarse a trabajar con directores que quieran apropiarse de los créditos, o escribir sólo para estudios que prohíban esta práctica. El ambiente terminó de caldearse con unas declaraciones de Bay a la revista del sindicato de directores de EE.UU., en las que niega la posibilidad de que los ocho guionistas de Armageddon sean más responsables de la película que él, porque "no he tenido un día libre durante un año y medio, y me gustaría ver a un guionista que no haya descansado un día en ese año y medio". Steven Zaillian, guionista de La lista de Schindler, dijo el año pasado en el sindicato de guionistas que "cada uno recibe el crédito por lo que ha hecho en la película. El crédito de apropiación es un crédito de vanidad, no tiene razón de existir". Aun así, este crédito es una opción que los estudios ofrecen al director, y que éste casi nunca rechaza. Este verano, toda la oferta de Hollywood va precedida por el cartel "una película de...", excepto La máscara del Zorro, en la cual el director Martin Campbell optó voluntariamente por no reclamar ese derecho y quedar último en la lista de créditos. Dado el actual estado de las cosas, se trata de un caso excepcional.
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